El año no pudo terminar mejor para José Bono. Cumplió 63 años, nació su tercer nieto y aceptó la Presidencia de Honor de la Asociación de Dislexia y Familia (Disfam). El acto no pudo calificarse de mayoritario pero los asistentes y afectados valoraron con un fuerte aplauso el compromiso adquirido públicamente «para abrir puertas y ayudar a un colectivo tan numeroso como desconocido».
El responsable de Disfam, Iñaki Muñoz, disléxico rehabilitado e hijo de disléxico, presentó al albaceteño con los tres trazos políticos que todos conocemos: presidente del Congreso de los Diputados, ministro de Defensa del Gobierno de España y presidente de Castilla-La Mancha con seis mayorías absolutas. José Bono, sin mirar atrás, tomó el micrófono para confesar que hasta hacía unas semanas no conocía nada sobre este problema que afecta a casi un 15% de la población española. Como siempre que habla en público, traía la lección aprendida: distinguió entre la dificultad en la lectura (dislexia) y en la escritura (disgrafía), entre la herencia genética y la generada durante el embarazo o el parto. Describió los síntomas: «son esos niños que hemos llamado ‘tontitos’ en la escuela porque ponen poca atención y esa discrepancia entre el potencial de aprendizaje y el nivel de rendimiento es lo que marca su aislamiento».
Bono considera que los poderes públicos desde la escuela deben detectar este problema grave que afecta al desarrollo personal y a las relaciones con otras personas. La dislexia es mucho más que no poder leer y escribir correctamente. Es una dificultad que no respeta fronteras ni alcurnias. Los expertos no se ponen de acuerdo si la dislexia dura toda la vida. Lo que sí es cierto que se diagnostica a tiempo, la terapia permite una rehabilitación casi absoluta. Recordó que fue su amiga ya fallecida María Jesús Sansegundo, ministra de Educación en el gobierno de Zapatero, -«entró conmigo en el Consejo de ministros el mismo día y salimos juntos»- quien introdujo en Ley Orgánica de la Educación (art.96) una mención a la dislexia, «pero que no es suficiente».
La labor de Disfam en 2014 es ingente. Intentar concienciar al Ministerio de Educación para que legisle en este sentido, y en especial a los profesores de Infantil y Primaria para que sepan detectar a los niños con problemas disléxicos y puedan acceder a tratamiento especializado. Cuanto más se tarde en la detección, más cuesta y se retarda la integración. Estamos ante un problema social, llevado en soledad en muchas familias, que bien diagnosticado beneficia a todos.
En noviembre, la Asociación de Dislexia y Familia, celebrará en Palma de Mallorca el II Congreso Iberoamericano en el que se expondrán los estudios realizados y se pedirá al Gobierno de la Nación que tome medidas y dé apopo psicológico a las familias. Bono, desde la su Presidencia de Honor, prometió trabajar para que las conclusiones de este encuentro lleguen directamente al Ejecutivo.
El compromiso social de Bono es evidente. Para ser un acto casi privado, habló con la misma sencillez y convicción que cuando defiende causas políticas. Eso sí, el tono fue más cálido y distendido. Luego, departió en pequeños grupos con todos los presentes… quienes, por cierto, le animaron a que siga (comprometido) en la política activa. A todos, parapetado en la mejor sonrisa, les dio la misma respuesta: -«sigo perteneciendo al PSOE y seguiré votándolo. Pero por ahora la prioridad es la familia».
¿Ha cambiado José Bono su compromiso político por un nuevo compromiso social? Su experiencia puede ser muy útil a la sociedad civil. Y su compromiso con Disfam solo confirma, de momento, que ha modificado las prioridades. Como confirmaba Iñaki Muñoz a ABC-Toledo, este «fichaje» es nuestro mejor regalo de Reyes.