El papel que tienen en el seno de la Iglesia católica las mujeres, que son el 61 por ciento de los religiosos, podría dar un vuelco si el papa Francisco sigue la senda que se vislumbra en sus discursos, que siempre arranca con «hermanos y hermanas», o al llamar «discípulas» a las mujeres que rodeaban a Jesús y subrayar su rol «primario, fundamental». Entre esos cambios, podría estar su papel como directoras espirituales, como señala el jesuita exrector de la Universidad de Comillas, José María Díaz Moreno, para quien no es lógico que una mujer tenga que consultar sobre su crisis matrimonial con un hombre, al tener en ocasiones una vertiente íntima y sexual.
Este veterano doctor en Derecho Canónico considera que hay que fomentar el trabajo y el asesoramiento de las teólogas, además de que puedan presidir algún dicasterio, como por ejemplo, los consejos pontificios; ir a las congregaciones generales que se organizan antes del cónclave para opinar sobre el perfil del siguiente pontífice, o incluso participar en la propia elección papal, informa La Voz de Galicia.
Sin embargo, los cambios en la Iglesia no son conocidos por su rapidez y se trata de la organización más antigua de Occidente, donde hace un par de generaciones las mujeres tenían muchos derechos restringidos, por lo que, parece que queda lejos que la mujer pueda ser sacerdote. El problema económico puede ser uno de los obstáculos que frene esta posibilidad, ya que los sacerdotes reciben un sueldo de entre 800 y mil euros, pero las monjas no tienen salario asignado, tal y como explica el vicario de Enseñanza de Lugo, Mario Vázquez Carballo. «Una mujer sacerdote podría tener hijos, como un sacerdote casado, y eso supondría una carga para la Iglesia. Yo puedo aceptar la pobreza, pero ¿y mis hijos? Porque mi sueldo no me llegaría, sobre todo si tuviese muchos», pone como ejemplo para resaltar un aspecto que nunca se tiene en cuenta al hablar de las mujeres ordenadas.
No obstante, muchas mujeres desarrollaron actividades para la Iglesia como fundar organizaciones (congregaciones y conventos), viajar solas o llevar cuentas. Así, Vázquez Carballo apunta que hay cargos para los que no se necesita ser sacerdote y, por lo tanto, las mujeres podrían ocupar, además de destacar que muchas de ellas, en la práctica, hacen papeles de diáconos, que las convierten en diaconisas, lo que considera el «paso anterior al sacerdocio». «Menos confesar, pueden hacer casi de todo (repartir la eucaristía, aunque no consagrar). Este puesto también lo pueden desarrollar varones casados. Obviamente, también son madres generales, es decir, responsables máximas de una organización de religiosas», resume.