Por María José López de Arenosa
Francisco, el papa reformador
Autor: Antonio Aradillas
Editorial Sial Pigmalión
319 páginas
En el colegio Valdeluz, en cuya capilla el sacerdote y periodista Francisco Aradillas oficia su misa dominical de las 9 de la mañana, se presentó el libro Franciso, el papa reformador.
El coloquio lo abrió José Manuel Vidal, director de Religión Digital, quien destacó que la misericordia como lema y bandera del pontificado de Francisco, lo es también de Aradillas. Por su parte, el presidente de la editorial Sial-Pigmalión, Basilio Rodríguez Cañada, destacó que Aradillas es un hombre original, creativo y provocador con una gran capacidad de trabajo para abordar una enorme variedad de temáticas, siempre con una profunda labor de investigación.
Oficiaron como maestros de ceremonias los periodistas Raúl del Pozo y José María García, antiguos compañeros de profesión Antonio Aradillas en el diario Pueblo.
Como no podía ser de otra forma, teniendo en cuenta la personalidad del autor del libro y de sus padrinos, además de hacernos pensar sobre el papado de Francisco I y los problemas que afronta, fue un acto divertido y ameno.
La presentación se hizo en un formato de entrevistas, alternándose los dos presentadores quienes echaron la vista atrás a la redacción de Pueblo, donde los tres coincidieron con figuras legendarias como Yale, Tico Medina y Amibilia, amén, claro está, del propio Emilio Romero, su director.
José María García, tras declarar su condición de católico, destacó que Antonio Aradillas es un «tipo diferente, valiente y con duende». Su único desliz, dijo, «fue casarme a mí», lo que le llevó a dudar durante un tiempo de la validez del vínculo.
– En Pueblo, recordó-, había una disputa entre los redactores por hacer buenos titulares, que engancharan al lector «y en esto Aradillas era un artista». Aradillas se ganó el respeto y el cariño de toda la redacción. Destacó asimismo su valentía, reflejada en toda su trayectoria y en este libro en particular, Francisco, el papa reformador. «Gracias, por casarme», le dijo.
También Raúl del Pozo tuvo un recuerdo para Pueblo. «Un Mayflower de todas las esperanzas, con nuestro cura maravilloso lleno de talento y de fe que ha escrito más que el Tostao». Es muy difícil ser ateo -dijo el columnista de El Mundo– viendo la grandeza de la Creación y ser creyente también lo es. Describió el libro de Aradillas como una enmienda a la totalidad. Con todo el respeto a la Iglesia- dijo-, Europa es el resumen de Atenas, Jerusalem y Roma. Somos hijos de la piedad y del ateísmo y, por tanto, de la contradicción.
Destacó, cómo la mentalidad de Aradillas y su clamor por la necesidad de una refundación de la Iglesia, conecta muy bien con la mentalidad del papa Francisco. «Lo que más me asombra de Aradillas es su fe», dijo.
A la pregunta de Raúl del Pozo de cómo se están nombrando hoy los obispos, el padre Aradillas que lo primero es ser dócil. «Si un obispo supiera por qué ha sido nombrado obispo, tendría que dimitir».
«Lo que me inquieta de este papa es lo mucho que gusta a los ateos», dijo en un momento dado, Raúl del Pozo.
En cuanto a los rituales de la Iglesia, el padre Aradillas que el origen de la mitra papal es pagano, viene de Mitreo. «Con una mitra en la cabeza y un báculo en la mano es imposible discurrir», dijo.
Una constante en la denuncia de Aradillas en el funcionamiento interno de la Iglesia son la burocracia, el carrerismo, el amiguismo y los intereses de cada congregación o grupo. En su funcionamiento externo con la sociedad, destaca «las alianzas con el poder estatal, político, económico o social hasta las cumbres de los llamados “Estados Pontificios”». Y tema omnipresente en sus escritos, desde los años sesenta es el del papel de la mujer en el seno de la Iglesia. El papa Francisco, en su opinión, no ha pisado el acelerador en las reformas y algunas, como la participación de la mujer, están en el limbo.
No faltaron preguntas al tema del momento: la postura de la Iglesia catalana respecto al «derecho a decidir. «Jesucristo aparece haciendo desaparecer fronteras. Nunca aparece como patriota. Aparece como humanista y, sobre todo, como humanitario».
Expresó su rotundo “no” a los palacios episcopales y al infierno en que se nos ha educado. Durante la charla se recordaron, asimismo, algunos episodios difíciles de su vida eclesiástica, como la suspensión a divinis o la demanda por su libro Juicio a los tribunales eclesiásticos. Fue Gregorio Peces Barba quien le defendió. «Cuando ganamos me preguntó: Antonio, ¿por qué estás triste si hemos ganado? Pues precisamente, por eso: porque hemos ganado».
Las preguntas y respuestas del público animaron el acto, que finalizó con un sonoro aplauso y los saludos a los asistentes con la cordialidad y simpatía que caracteriza a Antonio Aradillas.