Autores: David A. Vise y Mark Malseed
Edita: Las Esfera de los Libros, 2006
359 páginas
Precio: 18 euros
Por Antonio Regalado
El buscador insaciable
“El futuro”, dejó escrito el filósofo, físico y premio Nobel, Percy W. Bridgman , “es un programa”. No podemos adivinar el porvenir, cierto, pero sí podemos programar objetivos, poner medios, ordenar prioridades y prevenir los riesgos. Así se llega al futuro. La realidad es que en este principio de siglo y de milenio ya estamos en él.
Tras el universo de las tres www. (y de la @) se esconde la vida misma. Pornografía, racismo, fascismo, violencia, subversión, maledicencias; pero en esas mismas páginas virtuales podemos encontrar también amor, ternura, educación, soledad, ciencia, idiomas, conocimiento, solidaridad, debates, cotilleos, recetas de cocina y entretenimiento. E información. Sin abandonar la ‘Galaxia Gutemberg’ nos hemos adentrado en la ‘Era Gates’. Y como el propio Gates nos ha enseñado, las guerras del porvenir no se harán con ojivas sino como microchips. Los soldados digitales serán ingenieros al frente de arsenales informáticos con el mando a distancia como armas de precisión.
Y en efecto; una legión de ingenieros y matemáticos trabajan en GOOGLE, el mayor proveedor de contenidos de Internet. El buscador que rastrea millones y millones de páginas web para encontrar en segundos gracias a una fórmula matemática (un logaritmo) todo lo que un usuario necesita. Sin límites, sin horizontes.
Motor de búsqueda
Davis A. Vise y Mark Maiseed han entrado en las entrañas de Google, para presentar a sus fundadores, Sergey Brin y Larry Page como dos emprendedores que en 1998 abandonaron sus estudios de doctorado en la Universidad de Stanford porque «querían cambiar el mundo» y acabaron descubriendo el pasado y el futuro. Sin barreras. Google nos ha cambiado a todos. Inventaron el mejor motor de búsqueda PageRank, con 500 millones de variables y dos billones de términos. Hoy, millones de ordenadores, conectados en serie de 1000 en 1000 permiten extraer informaciones de millones de paginas y servidores de todo el imperio conectado a la Red. Cuanto más compleja la búsqueda más fácil. He ahí el milagro.
Conviene recordar que Google tiene una filosofía muy clara: primero sus expertos matemáticos e ingenieros informáticos resuelven los problemas que se van planteando con la ampliación de usuarios y, segundo, ganar dinero. El trabajo en equipo -en grupos de tres- permite aportar y desarrollar innovaciones permanentes que se van testando en laboratorios donde el buen ambiente y las relaciones personales permiten olvidar los horarios. Google contrata a sus técnicos con bajos salarios ofertando acciones de una empresa que aún no había salido a Bolsa. El entusiasmo, el deseo de ofrecer mejores servicios de forma gratuita al usuario y la necesidad de destacarse frente a la competencia de los grandes como Microsoft y Yahoo confirma que el mayor secreto de la firma de Stanford, en California, es trabajo, trabajo y más trabajo.
Publicidad selectiva
El dinero llegaría años después cuando apuestan por ofrecer publicidad siempre interrelacionada con la página que solicita el consumidor. Millones de empresas deciden saltar del soporte papel al electrónico. Y el mundo de la prensa escrita empieza a tambalearse. Brin y Page son insaciables con sus colaboradores. En sus exposiciones semanales les plantean abiertamente nuevos retos para que encuentren respuestas en las próximas 72 horas. Googleplex, la empresa matriz de Google, se convierte en un campus universitario donde la innovación y las patentes se suceden continuamente. Y los viernes se celebran colectivamente los éxitos de todo los equipos que intervienen en el proceso.
La salida a Bolsa permite constatar que Google es un fenómeno financiero y social que interesa a millones de usuarios accionistas que se sienten identificados con la firma californiana. Hoy, su valor bursátil supera al de Disney, Ford y General Motor juntos.
A golpe de clic
Los fundadores Sergey Brin, nacido en Moscú, y Larry Page, natural de Ann Arbor (Michigan) siguen vendiendo hoy, quince años después que «Google es el mejor sitio para trabajar». La libertad laboral -los investigadores pueden dedicar un día de la semana a sus propios asuntos- es uno de los éxitos de la compañía. Google aventaja a la competencia y ha descubierto la gallina de los huevos de oro: Su motor de búsqueda lo utilizan más de 85 por 100 de los usuarios en todo el mundo.
Pero Google es más que un rápido buscador. Google son mapas, rutas vía satélite, Youtube, cine, información, un listín telefónico; Google es un calculadora, un diccionario -puede traducir en 100 idiomas- un buscador de imágenes, pronostica el tiempo, consigna las cotizaciones de bolsa en tiempo real, indexa periódicos de todo el mundo «robando contenidos» y es la mejor ayuda para investigadores, escritores o lectores. Sus objetivos de digitalizar las bibliotecas universitarias, los museos o de facilitar la entrada en las bibliotecas públicas de todo el mundo son solo un ejemplo de que su ambición cabalga en todas direcciones. Todo a golpe de clic.
Cabe preguntase hacia dónde quiere ir Google. El proyecto de Brin y Page ya está diseñado. Y en ello se trabaja. En crear inteligencia artificial para que rastree todos los lugares de la Red. Creen que Google puede hacer mucho en la lucha contra pobreza, en que el conocimiento llegue a todos en todas partes y que incluso, China, abrace la democracia y la libertad. Google busca también soluciones para descubrir enfermedades en el ADN; su potencia informática está ya simulando en 3D el proceso de enrollamiento de las proteinas. Finalmente, Page y Brin están colaborando en la producción de energías limpias, en genética y en biotecnología.
La autopista del conocimiento
Google es el mayor sitio -la mayor calle, la autopista de la información más amplia- por donde pasa la gente. Por la autovía que todos transitamos cada día. Google, el buscador insaciable nos ha atrapado y nos ha cambiado a todos. El mundo es de los audaces. Le enseñanza que debemos sacar de este libro de Vise y Malseed es simple: una empresa es un sueño. Y los sueños a veces como en este caso se cumplen. Hoy, todo el mundo identifica a Google con Internet. ¿Podrán en el futuro Brin y Page «informatizar» nuestro cerebro? La respuesta está en el tiempo.