En un artículo para el periódico ABC, el padre Ángel, nos cuenta que en 1999, el Papa Juan Pablo II, escribió una carta dirigida en exclusiva y en concreto a los ancianos, a la gente mayor, y que al año siguiente, en el 2000, el día del jubileo, se reunió en la Plaza de San Pedro con todos aquellos que quisieron acompañarle y, ya en público, les recordó su importancia y su responsabilidad como miembros de la sociedad, dedicándoles palabras como éstas: “Vosotros tenéis una contribución específica, los mayores tenéis… tenemos – porque yo también soy mayor como vosotros – que testimoniar que cada momento de la existencia es un don de Dios y ponernos al servicio de todos. Queridos hermanos y hermanas, igual que dije a los jóvenes reunidos aquí hace unos días: la Iglesia os necesita. También la sociedad civil os necesita, nos necesita, a los ancianos”.
Y es que Juan Pablo II no fue tan solo el Papa de los jóvenes, también fue, y no en menor medida, el Papa de los mayores.