La clave para impulsar la marca de un país en el mundo es «la diplomacia cultural, la feliz conjunción estratégica de marcas renombradas, industrias culturales, deporte» y, en el caso especial de España e Iberoamérica, el idioma, según argumenta el exdirector del Instituto Cervantes Fernando Rodríguez Lafuente, en un texto publicado en el ABC el pasado agosto.
Y más en momentos críticos como el actual de crisis económica, en los que Rodríguez Lafuente entiende que el proyecto Marca España debe tomar una dimensión «especial» al cuidar, y comunicar, una imagen favorable para la potenciación de las relaciones internacionales (comerciales, culturales, políticas).
«España, hasta hoy mismo, se ha demostrado incapaz de contar su propia historia, no digamos de venderla en el exterior; incapaz de contar los matices, los detalles, los personajes, las hazañas y las desgracias de una riquísima historia que diera muestras, esas sí, de una marca insoslayable en la construcción de eso que hemos dado en llamar Europa, no digamos de su proyección, y presencia atlántica, en Iberoamérica», afirma. La clave para ello, insiste, son «las industrias culturales del nuevo siglo XXI; las que servirán de ancilla diplomática para el resto».
Así, Fernando Rodríguez Lafuente defiende que el inglés y el español son los dos polos idiomáticos occidentales que concentran mayor número de hablantes y las mayores expectativas de crecimiento. «La lengua, base de las industrias culturales es hoy un extraordinario recurso económico; la cinematografía (y la televisión) una poderosa herramienta de promoción», expone como mecanismos para impulsar la Marca España.
No obstante, este experto reconoce que la construcción de la imagen de un país no es fácil, y menos de una Marca País, «porque el tiempo, como el presente, como el pasado, siempre te pone la zancadilla, por mucho que desde dentro de ese país también se colabore». Por ello, aboga por que España consiga primero que todos los organismos e instituciones, públicas y privadas, funcionen «de manera coordinada».
Y pone como ejemplo a seguir el de Reino Unido, que, a su juicio, ha logrado una industria cultural «sin fisuras», una marca «acreditada, solicitada y admirada», gracias al audiovisual: las películas y la series de televisión. El modelo británico es, para este exdirector del Instituto Cervantes, «luminoso, implacable. Un ejemplo de cómo una nación surge de las cenizas más oscuras».