El tratamiento de los dedos en garra, una deformidad de los dedos del pie, comienza con las alteraciones biomecánicas de base, dentro y fuera del pie, y continúa con el estiramiento de los músculos afectados bajo corrección, vigilando la subluxación de las metatarsofalanges, según la Clínica Cardona.
Los expertos de este centro de fisioterapia añaden que posteriormente se han de tonificar los lumbricales e interóseos sinérgicamente en posición de máxima corrección para, por último, trabajar la propiocepción y la reeducación de la marcha. Esta patología es una deformidad de los dedos del pie, en la que la articulación interfalángica proximal está flexionada y la articulación metatarsofalángica está extendida, con el metatarso en una posición más vertical.
Los dedos en garra se produce como consecuencia de un desequilibrio muscular, atrofia de la musculatura interósea y de los lumbricales y acortamiento del flexor y extensor largo de los dedos. Las deformidades que provoca son agravadas por una negativa influencia del calzado y por la influencia del terreno.
El pie pronado genera una hiperfunción del flexor largo de los dedos, evitando la caída del arco y colaborando en la aparición de los dedos en garra, de forma que su evolución autoagrava el cuadro. La extensión de la metatarsofalángica aumenta la subluxación, así que no se puede corregir hasta que se alinee el dedo.
La sintomatología es dolor en la cara dorsal de la interfalángica proximal, en la cara dorsal y plantar de la metatarsofalángica por las subluxaciones y metatarsalgias por compresión contra el suelo. En caso de ser necesario, se recomienda la colocación de una ortesis.