Por Julián Plana
Desde muy joven, desde su primera obra impresa, José Ortega y Gasset une su suerte a la de Miguel de Cervantes y el Quijote.
El título del primer libro de nuestro pensador, publicado en 1914, es Meditaciones del Quijote.
Precisamente en las páginas de este primer libro, al aliento de don Miguel y de don Quijote, Ortega anuncia su lema característico, su particular divisa de caballero, en el que iba a ser su también desigual combate contra los espantosos gigantes del siglo XX.
La divisa de don José
Sabemos que, sobre todo en los países hispanoparlantes, es raro encontrar a alguien de un nivel cultural apreciable que desconozca que Ortega escribió aquello de Yo soy yo y mi circunstancia.
Y punto, como dicen los arbitrarios.
¿Verdad?
Pues no, señor. Y coma.
Porque la frase completa incluye, tras sólo una humilde coma: y si no la salvo a ella no me salvo yo.
De hecho, la primera parte de la frase es el Ich bin ich und meine Umwelt, de su colega y amigo Edmund Husserl (Ideen I, 1913, el año anterior…). Ortega no lo anota, de acuerdo con su hábito de no abrumar al lector con aparato referencial, porque es que él se consideraba un publicista de la filosofía in partibus infidelium; un misionero. Y decía haber nacido sobre una rotativa (de padre periodista, y madre perteneciente a una familia de editores de periódicos). Creía, pues, que debía ser, sobre todo, legible.
Años más tarde, el primer hijo de nuestro pensador, Miguel Germán, fue amablemente hospedado permanentemente en casa de los Husserl mientras estudiaba en Alemania.
¿Qué es la circunstancia? El conjunto de lo que está en torno a alguien; el mundo en cuanto mundo de alguien, según la Academia. Sí, claro, el Umwelt. Que hoy se traduce frecuentemente por entorno o medio ambiente.
No es sorprendente el apego de los ecologistas, especialmente en EEUU, a la frase entera y comprometida de Ortega:
Yo soy yo y mi circunstancia, y sólo si la salvo a ella me salvo yo.
Que es la principal, sin duda, de sus Meditaciones del Quijote.
¡Del Quijote! ¿Por qué tampoco puede sorprendernos?
Esa perezosa prudencia popular…
Por cierto, uno se pregunta por qué suele citarse nada más que la primera parte de esta frase capital.
Bueno, pues comparemos ambas, la completa y la probablemente censurada por la poderosísima prudencia popular (que es “prudencia” con tintes de pereza y culpabilidad); la sagesse des nations, que es como llama Sartre cínicamente a la frecuentemente indigna norma de cultura weberiana, que los comentaristas y continuadores de Weber (así, Parsons o Schutz) prefieren llamar patrones sociales o patrones típicos, usos. Usos populares que son demasiadas veces entre prudentes, si no cobardes, y perezosos.
Al llevar a cabo pruebas de interpretación en nuestro seminario universitario de Creatividad Social, resultó que, comparándolas, la completa (tal como está, destacada, más arriba) y la “censurada” (dejando únicamente Yo soy yo y mi circunstancia), sus significados parecían ser totalmente contrarios entre sí.
La frase completa es, claramente, responsabilizadora del yo, en tanto que la acortada es precisamente irresponsabilizadora (“yo soy yo, un tipo estupendo, pero claro también está mi circunstancia que, si no, yo sería capaz de tantas cosas”) …
Y casi absolutamente, en ambos casos.
Y esto ocurre también con las versiones populares de otras frases y episodios históricos. Por ejemplo, ¿sólo habló Churchill, en su famosa y dramática alocución del 13 de mayo de 1940, de sangre, sudor y lágrimas? No. Lo que dijo fue: I have nothing to offer but blood, toil, tears, and sweat, no tengo nada que ofrecer excepto sangre, trabajo duro, lágrimas y sudor.
Efectivamente, poco después empezaba la trascendental Batalla de Inglaterra (que se libró entre julio y octubre de 1940).
Pero, ¿qué se ha hecho del “trabajo duro” como exigencia para la victoria? Deserve Victory!, ¡merece, tú también, la victoria!, advirtió a cada uno de sus compatriotas, desde un cartel y durante el resto de la guerra.
¿Fue una manzana lo que despertó a Newton de su presunto letargo intelectual, o es una historieta para alumnos de aritmética primaria (los que todavía creen en las soluciones a los problemas y no en las arduas superaciones)? De este modo, pueden adquirir la falsa, pero grata, impresión de que si algo así de sencillo les ocurre en algún momento de su vida ellos también se harán famosos. De lo que habló Sir Isaac Newton en 1671 en la Royal Society, al ser aceptado como fellow, fue de haber estado pensando continuamente en ello. Nunca, en vida de Newton, se habló de la manzanita, lo que fue puesto en circulación por uno de sus biógrafos, sin duda con aficiones cuenteras, sensiblemente después de su muerte en 1727.
¿Es eureka una expresión chocante de un extravagante Arquímedes viendo que al bañarse subía, hasta rebosar, el nivel del agua de su bañera, o el perfecto de euriskein, encontrar: lo he encontrado? ¡Lo buscaba!
¿Somos todos un tanto cuentistas, románticos, y algunos, lo que aún es peor en los tiempos que corren, holgazanes?