Por Juan José Bellod
En su despedida a Jesús de la Serna la mayoría de los diarios españoles le califican de “maestro de periodistas” y lo fue, en la profesión y en la enseñanza, durante más de medio siglo. Los que le conocimos en sus primeros años del diario ”Pueblo” guardamos la imagen de aquel redactor jefe serio, con rostro de retrato clásico, y eficaz que llevaba siempre en el bolsillo superior, con camisa o americana, varios lápices de colores para marcar y corregir textos de toda suerte de temas.
Etapa mayor fue la dirección de “Informaciones” donde, con alguna vieja linotipia de fabricación suiza, se rencontró con la memoria de su padre, D. Víctor de la Serna, maestro de la escritura. En la frontera del cambio de régimen “Informaciones”, bajo la dirección de Jesús de la Serna, fue faro entre brumas de un tiempo difícil y reunió a toda una generación de periodistas jóvenes después activos en varios géneros del oficio.
Sú última y larga andadura profesional se inició con la aparición “El País”. Permaneció allí en diferentes y destacadas responsabilides y marcó en él su hacer y entendimiento de la obra de informar, hoy demasiado tentada por lo genérico de la comunicación.
Hacia el final de su carrera vertió su experiencia en tareas institucionales como Presidente de la Asociación de la Prensa y de la FAPE para beneficio de la profesión peridistica.
Jesús de la Serna fue un arquetipo de periodista apoyado en la condición de hombre de bien, fuente de su buen criterio y ponderación. Fue del estilo de los grandes, de quienes dan siempre con generosidad. Quienes hoy lo recordamos nos sentimos deudores y nos duelen las ocasiones dejadas de lado en los días al reconocimiento de nuestra insuficiente correspondencia a sus dones.