Cada vez que se habla de algo, ha escrito sobre ello y, sobre todo, en contra de lo que cabría esperar de un cura, si se trata de una cuestión relativa a la mujer, un tema que, dice, le interesa «mucho», por lo que se ha convertido en uno de los autores que más títulos les ha dedicado, más de una docena. Esta dedicación del padre Antonio Aradillas, que ha escrito 86 libros y que está ultimando su próxima obra, La mujer y la Iglesia, responde al hecho de que como persona «normal» que es, que vive la realidad de la vida, antes que sacerdote o periodista, quiere participar de «los problemas de las personas».
Por ello, lamenta que la Iglesia católica, en lo que respecta a la mujer, «ha perdido el tren de la historia», algo que espera que empiece a cambiar con el papa Francisco. «En la Iglesia, la mujer hoy está preterida como teóricamente no lo está en ningún otro ámbito o ninguna otra institución, como la política o la economía», sentencia este cura periodista, criticando que la «irrupción» de la mujer, en ocasiones superando al hombre», en los distintos espacios «no tiene ninguna respuesta en la Iglesia».
Por ejemplo, denuncia que la mujer no pueda ser sacerdote a pesar de que no hay razón bíblica para ello. «Jesús trató a la mujer estupendamente, cosa que escandalizó públicamente entonces», subrayó. Entre los principales motivos de esta situación de discriminación de la mujer en la Iglesia, Aradillas alude a la influencia del judaísmo y las culturas orientales, donde se trata a la mujer como una cosa y se discutió, incluso, si la mujer tenía alma, cuestiones que recoge en su libro La Iglesia, último bastión del machismo.
Entre los numerosos ejemplos del machismo de las religiones, Aradillas señala la obligación de la religión islámica de que las mujeres lleven burka para evitar la tentación del hombre. También subraya que la Biblia ha sido escrita y traducida a los distintos idiomas por hombres, así como que ya Aristóteles defendió la idea de que la mujer es un hombre imperfecto. «Hay verdaderas monstruosidades», resume este experto.
Tras insistir en que es una «marginación» que hasta ahora no haya mujeres cardenales, Aradillas habla de una misoginia imperante entre, por lo menos, los tres papas anteriores a Francisco, recordando, por ejemplo, que Juan Pablo II escribió en una carta apostólica en 1994 que la Iglesia no tenía «la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres», un dictamen que, como señaló aquel pontífice, «debe ser considerado definitivo para todos los fieles de la Iglesia».
«¡Que la mujer no esté presente en el organigrama de la Iglesia con la capacidad educadora de la fe que tiene!», lamenta este escritor, aunque celebra que es posible que esta situación cambie con el nuevo Papa, puesto que en el próximo sínodo de los obispos es probable que se nombre una cardenala de Holanda. Así lo reflejará este experto en su próxima obra, Autobiografía del papa Francisco, en la que Aradillas se mete en la piel del pontífice.
Según este periodista, esa exclusión de la mujer por la religión influye en otros ámbitos, por ejemplo, explica, en los malos tratos de los hombres sobre las mujeres, donde «hay un principio de teología», puesto que muchas veces hay quien dice y piensa que «algo habrá cuando la Iglesia margina a la mujer». También se ha trasladado a la enseñanza, con la existencia de colegios que segregan por sexos, algo que este cura tacha de «monstruosidad» y una idea «absurd». «Hasta la misma familia es mixta», exclama.
En su penúltimo libro Los otros malos tratos. Confidencias de una mujer, Aradillas se ocupa, plasmando en cada capítulo historias reales que le han contado mujeres, de los malos tratos que no son sangrientos ni aparecen en los periódicos, sino aquellos que limitan a las mujeres por las «tradiciones pseudorreligiosas», como «estar bien casada, pero por intereses» o porque anteriormente era la única forma de poder practicar sexo, por ejemplo. «Situaciones en las que las mujeres, por las circunstancias sociales o religiosas, no se echaron a la calle», explica.
También han salido de su mano otros temas controvertidos, sobre todo por el enfoque aportado por él que es sacerdote, como el de las nulidades matrimoniales eclesiásticas que se concedían cuando no existía el divorcio en España a personas por su cultura, medios económicos o ser reconocidas personalidades, titulado Proceso a los tribunales eclesiásticos, que fue en su día «secuestrado» a petición del pleno de los jueces del Arzobispado de Madrid.
Después, pasó a hablar del divorcio en Matrimonios rotos; ¿Qué hacemos con los hijos? (en los matrimonios rotos); Divorcio: recta final; El divorcio en España; Divorcio: el pueblo pregunta o Divorcio: mercado negro y corrupción, porque, aunque defiende la institución del matrimonio, es partidario de que los matrimonios «irrecuperables» tengan una solución legal, algo que cree que también el nuevo Papa va a aportar.