Por Ramón Presmanes
Quiero felicitar a Gabriel Elorriaga. Me gustaría que entendiese lo que yo entiendo por felicitación, en el sentido que prácticamente no lo hago nunca.
Muy raramente leo, vuelvo a leer, un libro con tanto interés, con una sorpresa tan intensa sobre los aciertos e independencia en temas tan “profundamente manidos”, en aspectos de tan viva y excitante, y por supuesto fundamental, actualidad.
Se ve que es una persona que sabe de que habla, cosa rarísima, que tiene experiencia amplia, que le interesa el tema, vuelvo a insistir cosa rara si es auténtica.
La relación entre religión y política es algo muy difícil, con una experiencia a lo largo de los siglos decepcionante, desmoralizadora. No sé si mas de la política ante la religión o al revés. Tanto si es por intereses encontrados, casi siempre, o por sinceras actitudes y creencias, normalmente incluso con peores resultados.
Si nos limitamos al área cristiana, ya comentaré entre la muy lamentable mezcla entre católico y cristiano, el tema se vuelve trágico o falsamente pacífico.
Antes de seguir, aquí Gabriel, presenta unas realidades e ideas, tremenda y sorprendentemente, luminosas. Pero hay que entenderlas, penetrar en lo que dice. ¿acaso yo lo he hecho? Es quizás lo mas real, acertado, audaz, necesario que he podido leer. Dejo aparte el capítulo 19, el misterio del Vaticano, que siendo extraordinariamente claro, documentado y objetivo, para mí se desarrolla en otro camino diferente. Ya buscaré un calificativo.
Un gran acierto, empezar siguiendo el índice, es manejar campos diferentes, algunos aparentemente ajenos y alejados, para encajarlos y dirigirlos hacia el fin claramente perseguido. Pero si esta intención se intenta hacer con relativa asiduidad, se hace cometiendo siempre el mismo error, en pro del fin perseguido, se sacrifica el fondo, (verás que intento siempre huir de criterios absolutos como verdad), de cada una de las partes integrantes: craso y muy lamentable error. Aquí reside otro de los puntos importantísimos del acierto de este libro, no creer en ello.