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HOMENAJE AL PADRE ANTONIO ARADILLAS EN SU PUEBLO NATAL, SEGURA DE LEÓN

El padre Aradillas, en el acto de homenaje (Foto: Periodista Digital)

Por M. J. L. de Arenosa

El viernes, 28 de septiembre, el sacerdote, periodista y escritor Antonio Aradillas, colaborador habitual de Sociedad Civil, recibió un homenaje de su pueblo natal, Segura de León bajo el título 90 años, 90 libros.

Al acto, celebrado en el cine Victoria de esa localidad, asistieron el arzobispo de Mérida, monseñor Celso Morga y el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara.  El padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, quien no pudo asistir por encontrarse en Etiopía, hizo llegar un mensaje que fue leído por el periodista José Manuel Vidal. Por su parte, el alcalde de Segura de León, Lorenzo Molina, tuvo unas palabras de reconocimiento para el homenajeado agradeciéndole que haya mantenido sus vínculos con el pueblo al que donó su patrimonio pictórico, artístico y literario. Entre los cuadros donados hay obras de Eugenio Hermoso,  Jaime de Jaraíz, Manuel Santiago Morato, Vega Osorio, Cañamero, Pedraja, Pérez Muñoz y Barriopedro, así como dibujos de Peridis y Ramón.

Nacido en Segura de León el 27 de enero de 1928, Antonio Aradillas ingresó en el Seminario de Badajoz en 1940 y continuaría sus estudios en la Universidad Pontificia de Salamanca, siendo ordenado sacerdote en 1951. Ejerció como coadjutor en Azuaga e hizo su carrera de periodismo.  Estuvo destinado en Badajoz, donde en el periódico Hoy, de Badajoz, mudándose a Madrid en 1961 para cursar su doctorado en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas. Ha compaginado su labor pastoral con su profesión periodística y en el camino ha escrito noventa libros; una bibliografía que se ampliará en breve cuando salga el próximo, que ya está en la imprenta.

Sería el periódico Pueblo, bajo la dirección de Emilio Romero, el que dejaría una mayor huella en la trayectoria de Antonio Aradillas.  Allí coincidió con José María García, Yale, Raúl del Pozo, Tico Medina, Jesús Hermida y otros muchos nombres legendarios del periodismo español.

Nunca he dejado de luchar y de soñar, es el título de un libro de artículos de Antonio Aradillas. Efectivamente, Antonio Aradillas ha sido un luchador por lo que él cree que son las esencias de la Iglesia.  No ha dejado de denunciar la burocracia interna de la Iglesia, así como las redes de intereses de las congregaciones o grupos y el amiguismo. En cuanto a sus relaciones con la sociedad, también ha sido constante su denuncia de las alianzas con los poderes estatales, políticos o sociales y el papel de la mujer.

Tanto el alcalde de Segura de León como el presidente de la Junta de Extremadura tuvieron palabras para ensalzar a Antonio Aradillas y su trayectoria de la que él propio homenajeado hizo un repaso, además de pronunciar unas palabras de agradecimiento para todos los participantes y asistentes.

La coral Castillo y Encinas abrió y cerró el acto.

La revista digital Sociedad Civil felicita desde aquí a Antonio Aradillas y se suma al merecido reconocimiento.

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‘FRANCISCO, EL PAPA REFORMADOR’

Libro padre Aradillas

Libro: ‘Francisco, el papa reformador’

Autor: Antonio Aradillas

Editorial: Pigmalión Edypro

Por María José López de Arenosa

Francisco, el papa reformador’ es el último título de la amplia bibliografía de Antonio Aradillas (Segura de León, 1928). A lo largo de más de 80 capítulos, este sacerdote y periodista expone, de forma muy clara y concisa, sus reflexiones sobre los numerosos retos que tiene por delante el papa Francisco para hacer de la Iglesia católica una comunidad más fiel a sus orígenes, más inclusiva, más ecuménica y cercana, así como algunas de las batallas que ya está librando.

No se deja el padre Aradillas ningún tema en el tintero a la hora de abordar los problemas de la Iglesia en la que, como en toda comunidad, tienen su espacio todas las flaquezas que distinguen al género humano y a las que, en este caso particular, hay que sumar doctrinas, hábitos y tradiciones incorporados a lo largo de dos mil años.

La escasa presencia juvenil en las misas, el papel de la mujer, la comunión de los divorciados, los tribunales eclesiásticos, el celibato sacerdotal, la infalibilidad del papa, el ecumenismo y acercamiento a otras religiones y, sobre todo, el amor y la misericordia como motor de la Iglesia y eje de lo que debe ser un buen cristiano, son algunas de las cuentas de este largo rosario de retos que expone el padre Aradillas, algunas de las cuales ya está desgranando el papa Francisco a través de sus reformas.

Formación

Tras su ingreso en el Seminario diocesano de Badajoz, Antonio Aradillas estudió en las universidades pontificias de Salamanca y de Comillas en Madrid, obteniendo la licenciatura en Teología y después el doctorado. Más tarde estudió en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, obteniendo el título correspondiente. Sus primeros pasos pastorales se iniciaron en Badajoz, compaginándolos con su labor periodística en el periódico ‘Hoy’ y con su labor social en temas como la promoción de vivienda para los más desfavorecidos. El periódico ‘Arriba’, ‘Pueblo’, la Cadena SER, Radio Nacional, ‘El Imparcial’, la revista ‘Defensa del Consumidor’… son sólo algunos de los medios que han contado con su pluma y su voz. Es, además, autor de más de ochenta libros de variada temática.

Defensa de la mujer

Como adelantado al tiempo que le tocó vivir, podría decirse de él que ha sido feminista cuando prácticamente nadie en España ―empezando por las propias mujeres― alzó su voz para denunciar la discriminación femenina. Ya a principios de los años sesenta, siendo Consiliario Nacional de las Mujeres de Acción Católica, defendía la importancia de la formación académica de la mujer como algo indispensable para su plena participación en la vida política y su desarrollo profesional y personal más allá del ámbito familiar. Ha sido un precursor en la defensa de los derechos de las mujeres clamando contra los malos tratos –no sólo físicos– dentro del matrimonio.

Tirando de hemeroteca encontré declaraciones de aquel cura joven que hoy día no llamarían la atención, pero que en su momento resultaban revolucionarias: «no se cumple la ley: a trabajo y a rendimiento igual, igual salario para hombres y mujeres. Se buscan oportunidades de discriminación para acrecentar el sueldo o los emolumentos totales del hombre y no los de la mujer.»  Denunció también la falta de preparación de la mujer para intervenir en política y las puertas que se le cerraban para su participación en ella.  «Los horarios laborales actuales dificultan la vida familiar,» sentenció en una entrevista publicada en el periódico Hoy de Badajoz, en 1964,  en relación al trabajo fuera del hogar de la mujer casada.  No se mordía tampoco la lengua para reivindicar una participación más activa de la mujer en la Iglesia o exponer cuál debería ser su papel tras el Concilio Vaticano II.  «Falta –decía entonces– una pastoral que valore su justa dimensión de la mujer por mujer [ …]. Excesiva tutela por parte de los hombres en las obras apostólicas, concediéndose un trato que estimamos es muy proteccionista e inutilizador. Echamos de menos la falta de una mujer en no pocos organismos de dirección de la misma Acción Católica.»

En el plano religioso, el padre Aradillas ha reclamado siempre una Iglesia más fiel al Evangelio y a las enseñanzas de Jesús y menos preocupada por el rito y por su poder social y político, –como la que ahora predica el papa Francisco– lo que le ha supuesto no pocos encontronazos con la jerarquía.

Reformar para evangelizar

Esta larga introducción ilustra su espíritu inconformista y valiente y su lucidez intelectual. Volviendo al tema que nos ocupa, en su libro, ‘Francisco, el papa reformador’, Antonio Aradillas plantea la necesidad perentoria de reformar la Iglesia para asegurar la continuidad de su labor pastoral y evangelizadora poniendo el dedo en la llaga sobre los pecados que la atenazan.

La religiosidad –sostiene–  no debe identificarse con el culto ni con la liturgia ni, mucho menos, con el episcopado y el colegio cardenalicio. Tampoco con las procesiones y las representaciones más o menos folclóricas presididas por autoridades; sino con el amor, la misericordia y la humildad que debe regir la vida de todos los fieles. «A nuestras misas ―dice en su libro― les sobran liturgias, adoraciones, veneraciones, apoteosis e idolatrías, ocultismos, jerarquismo y representaciones de las fuerzas vivas de la localidad o localidades. A nuestras misas les falta el pueblo, en creciente y lamentable proporción. Les faltan el pan y el vino. Y la alegría».

Pese a que visualiza un esperanzador rayo de luz en las reformas del “bendito papa Francisco”, como lo llama, el panorama que presenta en su libro ‘Francisco, el papa reformador’, es doloroso y poco halagüeño para la jerarquía católica. He echado en falta el contrapeso de las virtudes de la Iglesia reflejadas en la labor social y pastoral que, tanto las órdenes religiosas como los seglares, llevan a cabo en todo el mundo; pero eso sería tema para otro libro, puesto que este va de las reformas que hay que hacer y de las heridas que hay que curar.

La Iglesia ha de ser universal y un espacio en el que todos los católicos nos sintamos acogidos, incluyendo –¡faltaría más!– las voces discrepantes que, como la de Aradillas, pueden resultar incómodas, pero son necesarias. Todos los bautizados somos parte de ella. Y como cristianos, –católicos, ortodoxos, coptos, protestantes…― hemos de poner en práctica el mandamiento más importante de Jesús: «Amaos los unos a los otros, como yo os he amado.»  Algo que se nos olvida casi siempre pero, como nos dice San Pablo en su primera carta a los corintios: «Si no tengo amor, no soy nada».

Se puede estar o no de acuerdo con su visión de lo que debe ser la Iglesia, pero nadie podrá acusar a Antonio Aradillas de ser un oportunista que se posiciona de cara a los cambios sociales o a los nuevos vientos “franciscanos” que soplan en la institución más antigua del mundo. Por el contrario, más de cinco décadas avalan su trayectoria alzando su voz alta y clara para denunciar lo que le parece conveniente.

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PADRE ARADILLAS: LA MUJER Y LA IGLESIA

aradillas

Cada vez que se habla de algo, ha escrito sobre ello y, sobre todo, en contra de lo que cabría esperar de un cura, si se trata de una cuestión relativa a la mujer, un tema que, dice, le interesa «mucho», por lo que se ha convertido en uno de los autores que más títulos les ha dedicado, más de una docena. Esta dedicación del padre Antonio Aradillas, que ha escrito 86 libros y que está ultimando su próxima obra, La mujer y la Iglesia, responde al hecho de que como persona «normal» que es, que vive la realidad de la vida, antes que sacerdote o periodista, quiere participar de «los problemas de las personas».

Por ello, lamenta que la Iglesia católica, en lo que respecta a la mujer, «ha perdido el tren de la historia», algo que espera que empiece a cambiar con el papa Francisco. «En la Iglesia, la mujer hoy está preterida como teóricamente no lo está en ningún otro ámbito o ninguna otra institución, como la política o la economía», sentencia este cura periodista, criticando que la «irrupción» de la mujer, en ocasiones superando al hombre», en los distintos espacios «no tiene ninguna respuesta en la Iglesia».

Por ejemplo, denuncia que la mujer no pueda ser sacerdote a pesar de que no hay razón bíblica para ello. «Jesús trató a la mujer estupendamente, cosa que escandalizó públicamente entonces», subrayó. Entre los principales motivos de esta situación de discriminación de la mujer en la Iglesia, Aradillas alude a la influencia del judaísmo y las culturas orientales, donde se trata a la mujer como una cosa y se discutió, incluso, si la mujer tenía alma, cuestiones que recoge en su libro La Iglesia, último bastión del machismo.

Entre los numerosos ejemplos del machismo de las religiones, Aradillas señala la obligación de la religión islámica de que las mujeres lleven burka para evitar la tentación del hombre. También subraya que la Biblia ha sido escrita y traducida a los distintos idiomas por hombres, así como que ya Aristóteles defendió la idea de que la mujer es un hombre imperfecto. «Hay verdaderas monstruosidades», resume este experto.

Tras insistir en que es una «marginación» que hasta ahora no haya mujeres cardenales, Aradillas habla de una misoginia imperante entre, por lo menos, los tres papas anteriores a Francisco, recordando, por ejemplo, que Juan Pablo II escribió en una carta apostólica en 1994 que la Iglesia no tenía «la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres», un dictamen que, como señaló aquel pontífice, «debe ser considerado definitivo para todos los fieles de la Iglesia».

«¡Que la mujer no esté presente en el organigrama de la Iglesia con la capacidad educadora de la fe que tiene!», lamenta este escritor, aunque celebra que es posible que esta situación cambie con el nuevo Papa, puesto que en el próximo sínodo de los obispos es probable que se nombre una cardenala de Holanda. Así lo reflejará este experto en su próxima obra, Autobiografía del papa Francisco, en la que Aradillas se mete en la piel del pontífice.

Según este periodista, esa exclusión de la mujer por la religión influye en otros ámbitos, por ejemplo, explica, en los malos tratos de los hombres sobre las mujeres, donde «hay un principio de teología», puesto que muchas veces hay quien dice y piensa que «algo habrá cuando la Iglesia margina a la mujer». También se ha trasladado a la enseñanza, con la existencia de colegios que segregan por sexos, algo que este cura tacha de «monstruosidad» y una idea «absurd». «Hasta la misma familia es mixta», exclama.

En su penúltimo libro Los otros malos tratos. Confidencias de una mujer, Aradillas se ocupa, plasmando en cada capítulo historias reales que le han contado mujeres, de los malos tratos que no son sangrientos ni aparecen en los periódicos, sino aquellos que limitan a las mujeres por las «tradiciones pseudorreligiosas», como «estar bien casada, pero por intereses» o porque anteriormente era la única forma de poder practicar sexo, por ejemplo. «Situaciones en las que las mujeres, por las circunstancias sociales o religiosas, no se echaron a la calle», explica.

También han salido de su mano otros temas controvertidos, sobre todo por el enfoque aportado por él que es sacerdote, como el de las nulidades matrimoniales eclesiásticas que se concedían cuando no existía el divorcio en España a personas por su cultura, medios económicos o ser reconocidas personalidades, titulado Proceso a los tribunales eclesiásticos, que fue en su día «secuestrado» a petición del pleno de los jueces del Arzobispado de Madrid.

Después, pasó a hablar del divorcio en Matrimonios rotos¿Qué hacemos con los hijos? (en los matrimonios rotos)Divorcio: recta finalEl divorcio en EspañaDivorcio: el pueblo pregunta Divorcio: mercado negro y corrupción, porque, aunque defiende la institución del matrimonio, es partidario de que los matrimonios «irrecuperables» tengan una solución legal, algo que cree que también el nuevo Papa va a aportar.

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