Por el doctor René de Lamar, especialista en Geriatría y Gerontología, asesor médico de CANARIAS7.
Establecer una línea clara y precisa o definir con claridad entre los signos o las manifestaciones del envejecimiento normal y la enfermedad con las características atípicas tan frecuentes en el adulto mayor puede constituir todo un reto diagnóstico incluso para especialistas de experiencia, por lo que tan interesante tema es el seleccionado para el artículo de hoy.
Puede ser tan compleja la respuesta de lo que corresponde al envejecimiento normal propiamente dicho o al inicio del cuadro clínico de una determinada enfermedad que se puede establecer un símil con el conocido refrán ‘¿qué es lo primero: el huevo o la gallina?’
Comenzamos por las más llamativas alteraciones que afectan de manera concomitante al propio envejecer, tanto a nivel del sistema responsable de la motricidad como a nivel de la planificación motora o al propio deterioro de funciones cerebrales, que pueden afectar el resultado final, es decir, la función.
Como la otra cara de la moneda, existen enfermedades clasificadas como neurodegenerativas y psicogeriatrícas que pueden afectar tanto a los roles sociales como a la propia función, es a ese conjunto lo que denominamos comorbilidad.

Al envejecer se tiende a realizar las tareas cognitivas de forma diferente, utilizando más áreas y zonas de ambos hemisferios cerebrales con tendencia a desaparecer la lateralización de las funciones cerebrales como se ve en el adulto más joven.
Todos estos cambios se concentran de forma fisiológica durante el proceso de envejecimiento en algunas esferas cerebrales que describiremos en síntesis a continuación.
En teoría se cree que los recursos de procesamiento cognitivo controlan y gobiernan la eficacia para afrontar las tareas cotidianas y sociales, pues con el envejecer no solo se mantiene, sino que aumenta el caudal de información.
Pero se ha demostrado que se van reduciendo los recursos mentales de actuación y adaptación rápida, con el consiguiente deterioro en la rapidez de acceso y manejo de esa información.
Pero lo más destacable es la alteración de la memoria operativa, es decir, de la capacidad de almacenar, recuperar y transformar simultáneamente información con la consiguiente repercusión en la función y en la relación con los demás.
Otro aspecto importante es la atención, ya que interviene, no solo en la selección de una determinada información, sino en la inhibición activa de otra que no resulte de interés.
La atención sostenida o capacidad para procesar activamente la información a lo largo de un periodo de tiempo a pesar de cierta alteración en la vigilancia no suele estar deteriorada en el mayor sano.
El mayor suele tener muchas dificultades para simultanear y procesar dos focos de atención diferentes, sobre todo si la tarea es complicada, es decir, depende tanto de la complejidad de la tarea como de la familiaridad que tenga con ella, por el desarrollo de automatismos que no implican atención.
Existen diferentes alteraciones que son secundarias al proceso de envejecimiento normal o fisiológico que pueden afectar la importante función sin reunir los criterios de una enfermedad definida
Doctor René de Lamar
En el proceso de envejecer se alteran los mecanismos inhibitorios, con la consiguiente repercusión sobre la atención selectiva, la atención dividida o ambas y, por tanto, sobre la funcionalidad de la persona.
Existe una memoria que se denomina procedimental, que implica la retención implícita de habilidades, tanto motoras como cognitivas, que no se afectan con la edad; por el contrario, las operaciones mentales se confían cada vez más a este tipo de memoria.
Por el contrario, la memoria operativa constituye el paradigma de alteración con la edad. No es un almacén de datos sin más, sino que implica percepción, manipulación, almacenamiento y transformación de datos de forma dinámica y concomitante con la recepción de nuevos elementos.

Por ello, se plantean muchas dificultades en situaciones que exigen manipular e integrar informaciones a corto plazo y se expresan todavía más en situaciones que exigen mantener datos mientras se procesa simultáneamente otra información que va llegando.
Este concepto nos obliga a recapacitar sobre las situaciones de estrés a las que muchas veces sometemos a nuestros mayores, con la consiguiente repercusión en su funcionalidad y en su propia autoestima, por lo que se deben evitar.
Por otra parte, el vocabulario y el conocimiento lingüístico aumenta con la edad y además tienen una mayor habilidad para utilizarlo en el contexto adecuado. Comprobar que mantiene la alternancia de turno o es capaz de valorar la ironía o el doble sentido de las palabras, implica una buena actividad social.
En la práctica, a pesar de que sabemos que con la edad se va deteriorando la capacidad de interpretación de las instrucciones, incluyendo las médicas o el manejo cotidiano de la medicación en las que interviene la memoria operativa, exigimos el cumplimiento terapéutico estricto.
Si conocemos la progresiva dificultad para la toma de decisiones de nuestros mayores, les exigimos prácticamente a diario importantes decisiones de salud o incluso la redacción de un testamento vital, aspecto que se debe tener siempre presente.
Si actuamos sobre el contexto, facilitando estrategias y evitamos el apremio en las decisiones, aportando confianza, minimizamos la repercusión funcional en salud, el estrés es el principal predictor de incumplimiento terapéutico.
Datos Prácticos
- Personalizado. Las actitudes preventivas, diagnósticas y terapéuticas ante cada proceso deben ser diferentes y estar siempre personalizadas en base a las características de cada caso.
- Repercusiones. Lo realmente importante no es solo la enfermedad per se, sino las repercusiones psíquicas, sociales o motrices que ocasiona una vez que desaparece la fase aguda.
- Tras un cuadro agudo. El proceso que viene después que se soluciona un cuadro agudo, al margen de la causa que lo produjo, no se puede obviar cuando se aborda el envejecimiento de manera personalizada.
- Atención selectiva y memoria. Se altera de forma significativa en el envejecimiento normal tanto la atención selectiva (cuando se elige un foco de atención suprimiendo el resto) como sobre todo la memoria dividida.
- Menos flexibles. Al tener que tomar decisiones los mayores son menos flexibles, más lentos y cautelosos, consideran menos caudal de información, manejan menos variables y prefieren estrategias que requieran menos cargas cognitivas.
- Mecanismos. Existen mecanismos de compensación como la experiencia, la mejor utilización del contexto y el desarrollo del conocimiento procedimental.
- Habilidad verbal. La habilidad verbal constituye un marcador precoz de la habilidad para los roles sociales, si se deteriora casi siempre denota el inicio del declinar de la función.
- Patológico. Cuando predomina la pasividad o aparecen respuestas no verbales ya estamos ante un envejecimiento patológico en toda regla.
- Velocidad perceptiva. Con la edad, además de coexistir con problemas de concentración, se disminuye progresivamente la velocidad perceptiva y del proceso de información no realizándose gran parte de las tareas intermedias.
- Círculo vicioso. Con frecuencia estamos ante un verdadero círculo vicioso en que la salud se deteriora con el envejecimiento y el propio envejecimiento influye sobre el deterioro de la salud.