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Tag Archive | "Gabriel Elorriaga"

EL EXDIPUTADO GABRIEL ELORRIAGA GANA EL PREMIO CAMILO JOSÉ CELA DE PERIODISMO

Gabriel Elorriaga Fernández ha sido el ganador del primer Premio de Literatura-Periodismo que lleva el nombre del Nobel de Literatura Camilo José Cela 2017. Los miembros del jurado de calificación del citado premio acordaron conceder el accésit del primer premio Literario/Periodístico a María Fidalgo Casares, ferrolana residente en Sevilla y destacada colaboradora de MUNDIARIO, donde es habitualmente la autora más leída.

El jurado estuvo formado por Ricardo Díaz-Casteleiro Romero en calidad de presidente; Pedro Sanz Sánchez, periodista y editor de Galicia Ártabra Digital; Carlos Barcón Collazo, crítico de arte y académico de Bellas Artes de Galicia; la profesora titular de Historia del Arte del Campus de Ferrol (Humanidades) Rosa Martín Vaquero y José Ramón Vázquez Martínez, catedrático de Literatura. Actuó como secretaria la pintora e ilustradora Corín Cervera.

Gabriel Elorriaga Fernández

Nacido en Ferrol en 1930, Gabriel Elorriaga Fernández es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Es autor de numerosos libros entre los que destacan: «La vocación política» (inicialmente publicado en 1962), «Información y política» (1964); «Democracia fuerte» (1975), «El camino de la concordia: de la cárcel al parlamento» (Debate, 2007) y «Sed de Dios» (Península, 2012). Al iniciarse la transición impulsó la creación del partido Reforma Democrática del que fue presidente provincial de Madrid, posteriormente integrado en Alianza Popular, principal fuerza integrante del actual Partido Popular.

Fue elegido diputado en 1982 y reelegido en 1986, 1989 y 1993. Posteriormente fue elegido senador en las elecciones generales de 1996, 2000 y 2004. Es padre de dos hijos también diputados. Miembro de la Asociación de Prensa de Madrid ha publicado también «La senda constitucional» y «España como solución». Posee los Premios Ejército y AÁlvaro Bazán de la Armada.

El jurado valoró la excelencia del artículo de Gabriel Elorriaga Fernández y expresó la satisfacción de que fuese su ciudad natal, Ferrol, la que le otorgara el galardón. El conocido político, que jugó un papel importante en la transición española, se mostró agradecido a la Sociedad Artística Ferrolana organizadora del evento y pese a su avanzada edad manifestó su intención de recoger el premio personalmente.

María Fidalgo Casares

El jurado del premio, dada la calidad del trabajo presentado, acordó conceder el accésit a María Fidalgo Casares. Nacida en Ferrol en 1964, es doctora en Historia y crítica de Arte. Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Santiago en

1987, María Fidalgo Casares fue número uno de la oposición al Cuerpo de Profesores de Bachillerato en 1989. Realizó cursos de Doctorado y Suficiencia Investigadora en la Universidad de Sevilla (2001). Su tesis doctoral versó sobre «El pintor Abelardo Miguel», presentada en la Universidad de Sevilla en 2008 con sobresaliente cum laude por unanimidad.

Comisaria de exposiciones, María Fidalgo Casares es autora de numerosas publicaciones históricas y artísticas en revistas especializadas, catálogos y libros de arte. De reciente publicación son su trabajos para la Diputación de A Coruña sobre el ilustrador Siro, y la monografía de Augusto Ferrer-Dalmau, «el Pintor de Batallas», del que es su máxima especialista. Brillante conferenciante, colabora en distintos medios de comunicación, y desde 2013 es columnista en MUNDIARIO, medio en el que ha destacado por la originalidad de sus trabajos, calidad literaria y un ingente número de lectores.

María Fidalgo se manifestó «muy honrada por la distinción» y recordó a su padre el periodista Manuel Luis Fidalgo, que fue quien inspiró su artículo centrado en el ambiente artístico de los años 60.

Entrega de premios en Afundación

La entrega del citado premio tendrá lugar el día 24 de febrero del 2018 en el Auditorio de la Sede de la Afundación de Ferrol dentro de un acto de relieve, con el estreno de la composición para voz y piano del compositor Miguel Brotóns, sobre el poema «Casi cien acrósticos» del Premio Nobel Camilo José Cela. Intervendrá la soprano Patricia Rodríguez y el pianista Ricardo Blanco.

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SED DE DIOS

Sed De Dios

Por Ramón Presmanes

Quiero felicitar a Gabriel Elorriaga. Me gustaría que entendiese lo que yo  entiendo por felicitación, en el sentido que prácticamente no lo hago nunca.

Muy raramente leo, vuelvo a leer, un libro con tanto interés, con una sorpresa tan intensa sobre los aciertos e independencia en temas tan “profundamente manidos”, en aspectos de tan viva y excitante, y por supuesto fundamental, actualidad.

Se ve que es una persona que sabe de que habla, cosa rarísima, que tiene experiencia amplia, que le interesa el tema, vuelvo a insistir cosa rara si es auténtica.

La relación entre religión y política es algo muy difícil, con una experiencia a lo largo de los siglos decepcionante, desmoralizadora. No sé si mas de la política ante la religión o al revés. Tanto si es por intereses encontrados, casi siempre, o por sinceras actitudes y creencias, normalmente incluso con peores resultados.

Si nos limitamos al área cristiana, ya comentaré entre la muy lamentable mezcla entre católico y cristiano, el tema se vuelve trágico o falsamente pacífico.

Antes de seguir, aquí Gabriel, presenta unas realidades e ideas, tremenda y sorprendentemente, luminosas. Pero hay que entenderlas, penetrar en lo que dice. ¿acaso yo lo he hecho? Es quizás lo mas real, acertado, audaz, necesario que he podido leer. Dejo aparte el capítulo 19, el misterio del Vaticano, que siendo extraordinariamente claro, documentado y objetivo, para mí se desarrolla en otro camino diferente. Ya buscaré un calificativo.

Un gran acierto, empezar siguiendo el índice, es manejar campos diferentes, algunos aparentemente ajenos y alejados, para encajarlos y dirigirlos hacia el fin claramente perseguido. Pero si esta intención se intenta hacer con relativa asiduidad, se hace cometiendo siempre el mismo error, en pro del fin perseguido, se sacrifica el fondo, (verás que intento siempre huir de criterios absolutos como verdad), de cada una de las partes integrantes: craso y muy lamentable error. Aquí reside otro de los puntos importantísimos del acierto de este libro, no creer en ello.

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CUATROCIENTOS AÑOS ENTRE DOS CABALLEROS

Libro: ‘Así habló don Quijote. Una visión actual de un libro eterno’

Autor: Gabriel Elorriaga Fernández

Editorial: Glyphos Publicaciones

Por Julián Plana

Celebraciones y conmemoraciones suelen dejar obras perdurables. Los juegos olímpicos, que son ambas cosas, nos dejan estadios y pabellones deportivos e incluso nuevas vías urbanas y edificios polivalentes. Las victorias, arcos de triunfo; que no siempre recuerdan a quienes los admiran exactamente unos precisos sucesos…

Menos mal que la escasa y desagradecida conmemoración de los cuatrocientos años de la brillante segunda parte del Quijote, así como de la casi simultánea muerte de Cervantes, nos ha dejado en las manos este libro estelar. Sí, un libro en la estela inextinguible de don Miguel y don Alonso.

(Por cierto, y hablando de conmemoraciones, el mismo 2016 hizo ninguno menos de sesenta años desde que Gabriel Elorriaga Fernández y el que está escribiendo estas líneas se conocieron y empezaron a colaborar, no siempre sin divergencias).

Tengo dicho a Elorriaga, y por más de una vez, que da la impresión al lector de que escribe como se respira; con la misma naturalidad, adecuación a la ocasión y eficacia funcional. Lo que no quiere decir que no sea perfeccionista aunque nadie lo advierta. Porque conservo el recuerdo de cuando Gabriel dirigía la revista universitaria La Hora y, en la imprenta los días de cierre, tenía nada menos que al magnífico escritor Daniel Sueiro sentado al lado de un linotipista, corrigiendo una y otra vez los pies de imágenes para que coincidiera la longitud de todas sus líneas y no quedara corta la última.

Este libro en concreto se parece extraordinariamente a su autor. Concienzudo, elegante, como él califica y muestra luminosamente en su texto el pensamiento de don Quijote. Dialéctico, como la interacción Quijote-Sancho, Cervantes-sociedad de su tiempo (y aun del nuestro), España-mundo…

Una foto de su autor con este libro en las manos sería una redundancia.

No haré destrozo (o spoiler, como se dice ahora) de este libro, que ha de ser leído. Me limitaré a decir que no deja elemento en presencia sin algún comentario dos veces bueno. Del concepto de novela a la reciente individualizada sepultura de los restos de Cervantes, de don Alonso al ilimitable femenino, de Clavileño a las galeras de Barcelona, de la hidalguía a las bibliotecas tapiadas; de aquellos tiempos a hoy mismo.

Así habló don Quijote, sí. Y así escribe don Gabriel.

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OTRO MUNDO DESDE UNA TIERRA EN EL UNIVERSO

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Libro: “El otro mundo”

Autor: Gabriel Elorriaga Fernández

Prólogo: Javier Sierra

Editorial: Glyphos

Por Juan José Bellod

De la otra vida a la vida en otros mundos y porqué la vida en este nuestro pequeño mundo insignificante en el universo. Grandes asuntos con presencia permanente en el pensar humano. Gabriel Elorriaga es autor de casi una veintena de libros. El primero, en plena juventud, “La vocación política” reeditado al menos siete veces, abre la ruta de la mayoría de ellos. Pero desde hace unos años ha emprendido una autoría nueva y sugestiva sobre grandes temas. Es el caso de su “Sed de Dios” y ahora el de”El otro mundo” En él se examina a partir de su soledad el destino del hombre en la tierra, “un planeta que es como un grano de arena” se agranda hacia un “universo cuyos límites no conocemos”.

Otra vida es una inquietud que acompaña al hombre desde que tenemos memoria de sus generaciones. El método experimental confirma esa conciencia.

Antes de la ciencia moderna el talento del hombre buscaba situarse en el universo. En su largo camino “la ciencia no busca el para que de nuestra inteligencia…nos permite conocer cada vez mejor la realidad a nuestro alcance” Seguimos con Einstein ir más lejos “quiero saber como Dios creó el mundo” y ni siquiera “sabemos que proporción del universo conocemos ni lo que nos queda por conocer, pero sabemos que el hombre está hecho para saber más”

Elorriaga señala el permanente contacto y confusión entre el conocimiento experimental y la intuición espiritual. Las dos tienen una misma fuente y es el ser humano. Los autores de la torre de Babel creyeron que el cielo era un “destino geográfico”. “La deformación de la ciencia en cientifismo es la persistencia en la ilusión de Babel. Hay también una paraciencia, idolátrica, con una “pretensión ascensional o babélica que provocan confusión.

La intuición espiritual van en sentido opuesto a la ciencia experimental. En ella pueblos y culturas “coinciden en una versión descendente del vínculo entre el más allá y el género humano”. Es el cristianismo el único que da a este planeta un carácter sagrado “humanizando a Dios a través de una encarnación” y “llegó en el momento oportuno como un acto de sabiduría que …vincula lo humano a lo divino como un suceso histórico y no como una revelación visionaria”

Otro mundo ¿por qué sólo la tierra?

Subsiste la pregunta de “porqué y para que este pequeño planeta habitado por insignificantes criaturas tuvo que ser elegido como lugar de paso para culminar un proceso evolutivo de la vida hasta convertirse en una fábrica de espíritus con vocación de trascendencia ¿Es un fenómeno único en el universo? Esta pregunta. Agranda la meditación sobre la otra vida con una dimensión poco habitual como es su porqué en un universo de galaxias.

A la contemplación del hombre sobre otra vida y en otro mundo al hecho de su muerte se sobrepone una consideración del fin del mundo, “del fin de la tierra o el fin de los tiempos. Pero el hombre tiene establecida una relación mental extraterrestre, fuera del tiempo de su sistema planetario, un vínculo con algo temporal y liberador que podría salvarlo de la dependencia de un tiempo y de un Espacio.

Ese “origen de la vida a partir de la materia, hace…miles de millones de años…en un pequeño sistema planetario es un campo de investigación hacia el pasado mucho menos apasionante que lo que sería la imposible investigación de un futuro no experimentado”. En la aparición de la vida humana hay una suerte de “imperativo cósmico” en frase del Premio Nobel Christian Duve. La proyección de otra vida a otro mundo nos aparece “como una etapa en el camino de la armonía universal es una aportación religiosa coincidente con el progreso científico”.

Reflexión madura y vida personal

La grandeza del libro viene de la de sus temas que el autor aborda hacia la comprensión. Y así es provechoso leerlo. Hay un pensamiento vivo que, a veces desvía su curso, pero siempre lleva agua y viene desde un pensar desde la existencia sobre la otra vida y otros mundos

Hay una dimensión muy personal que da especial sentido a estas meditaciones sobre la otra vida y el otro mundo. Sobre la otra vida está el relato del momento en que Elorriaga cuenta como, en una muy grave enfermedad, llamó a un amigo sacerdote católico “y le pedí que me administrase la extremaunción. y como esa unción con el óleo sacramental traía para él una nueva compañía y rompía la soledad” descubriendo “la existencia de un vínculo excepcional de cada uno…una capacidad que ha sido dada el género humano para trascender”

Al tratar del hombre ante otro mundo, que no es el inmediato geográfico sino el del universo,encontramos una meditación, no improvisada, que amplia la referencia habitual al otro mundo por salida del que pisamos y la lleva a la extensión del universo. En un estilo literario elegante y preciso encontramos una reflexión culta y llena de buenas lecturas con nombre importantes, variados y numerosos y de reflexiones personales agudas sobre múltiples puntos.

El autor del prólogo el bien conocido escritor Javier Sierra testimonia que la idea del otro mundo no es nueva en Elorriaga y le acompaña desde años atrás. Sierra nos informa de que ya en 1992 el autor reclamaba al Gobierno socialista la desclasificación rápida de los archivos sobre OVNIS en poder del Ejército del Aire ¿Podía saberse algo sobre otros mundos? El libro, en frase de Sierra es el de “un ávido formulador de preguntas” y su lectura enriquece y arrastra a pensar.

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UN ESTADO CON CORONA

corona

Libro: ‘La Corona y el poder’

Autor: Gabriel Elorriaga Fernández

Editorial: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales

Colección: Historia de la Sociedad Política, Madrid, 2015, 127 páginas.

Precio: 15 Euros

Por Antonio Regalado

El ensayo que Gabriel Elorriaga acaba de sacar a la luz lleva como subtítulo ‘De Luis XIV de Francia a Felipe VI de España’. El texto explica con una claridad meridiana, la presencia de los Borbones en nuestro país, con todos los claroscuros de su gestión. Nuestra nación es la más antigua del Continente. Hemos sido visitados por fenicios y griegos, invadidos por Roma, por los visigodos y, posteriormente, por los musulmanes. Tras siete siglos de Reconquista, los reinos cristianos con Castilla y Aragón a la cabeza, alcanzaron la unidad de lo que hoy es nuestra patria. Quince siglos nos separan de Recaredo.

Los Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II forjaron un imperio en el que “nunca se ponía el sol”. El último miembro de la dinastía de los Hasburgo en decadencia, Carlos II, “El Hechizado”, nos aboca a la guerra al testamentar éste en favor del del Duque de Anjou, nieto del rey de Francia, Luis XIV , –“el estado soy yo”- frente al pretendiente austriaco, el archiduque Carlos, convirtiendo el “hecho sucesorio” en una guerra internacional.

Paseo por la Historia

Elorriaga nos pasea por la historia de España recordando cómo la Corona ha vertebrado una tierra convulsa otorgándole una estabilidad que difícilmente se obtiene cuando el poder se sustenta en regímenes presidencialistas. Baste recordar la inestabilidad de la I República con 4 presidentes en apenas un año, la II, que nos llevó directamente a la guerra incivil y el franquismo que nos privó de libertades durante casi cuatro décadas aunque nos trasladó “de la ley a la ley” hasta la Transición empujándonos a la democracia.

La Corona ha sido el pilar más firme de la nación española”, sostiene el ensayista ferrolano y trata de demostrarlo a lo largo de las 127 páginas. Es una condensación del pasado, escrito sobre una arquitectura concisa para que todo el mundo lo entienda. El abogado Elorriaga desmonta, en primer lugar, los mitos del nacionalismo catalán que se apoyan en mentiras transmitidas especialmente tras la inmersión lingüística. La guerra de Sucesión es un contencioso internacional que termina en la batalla de Almansa y entroniza a Felipe V frente al pretendiente austracista. Es rigurosamente falso que Rafael de Casanova luchara por la autonomía de Cataluña. Apoyaba a una de la partes, la que perdió la guerra, mismamente porque Inglaterra decidió no acudir con su flota para defender Barcelona. Por cierto, el archiduque Carlos provenía de una dinastía mucho más absolutista que la borbónica. La resistencia, pues, nunca fue patriótica “sino por Cataluña y por España”.

El nuevo rey Felipe V convocó Cortes en Barcelona y concedió el Puerto Franco cuya repercusión económica llega hasta nuestros días al romper el monopolio del comercio sevillano con América. Suprimió simultáneamente los “puertos secos” de Castilla que eran verdaderas aduanas interiores propiciando una vigorosa actividad industrial. Las oportunidades aumentarían en las próximas décadas. Este proteccionismo se extiende hasta hoy con el FLA.

Durante el mandato de Felipe V se crean las Reales Academias de la Lengua y de la Historia, dos iniciativas culturales a semejanza de las instituciones francesas, que impulsaron la cultura y la artesanía. En los reinados de Fernando VI y de Carlos III la ilustración abre paso al absolutismo reformista impulsado por ministros tan destacados como Patiño, Campillo, Macanaz, Floridablanca y el Marqués de la Ensenada. Y es en este ambiente reformista e ilustrado en el que se estabiliza la Corona. Y los gobiernos de España. La bandera rojigualda y el himno de Granaderos van conformando un patriotismo que estallará en la Guerra de la Independencia.

La ilustración y la revolución francesas convulsionan toda nuestra vida política, económica, cultural y social. Nada de lo que sucede al otro lado de los Pirineos nos es ajeno. Goya simboliza mejor que nadie la lucha entre los afrancesados y las resistencias internas lideradas por la Iglesia. Carlos IV y Fernando VII – a la vez el Deseado y el rey Felón-, ofrecieron la imagen más penosa de la dinastía borbónica. Sus abdicaciones en Bayona permitiendo que Napoleón impusiera como rey a su hermano José Bonaparte ha sido, posiblemente, la página más ominosa de nuestra reciente Historia.

Cádiz: la soberanía del pueblo

La Guerra de Independencia produce un patriotismo españolista que se refleja fielmente en la Constitución de Cádiz (1812), quizás, el acontecimiento más singular en la recomposición de las relaciones entre la Corona y el Poder. Fue proclamada en “ausencia y cautiverio del rey”, el 19 de marzo, de ahí su nombre castizo de “La Pepa”. Unas Cortes elegidas por sufragio electoral indirecto donde la parroquia, el municipio y la provincia escogían a los diputados.

No fue una obra menor en un país invadido por las tropas francesas. Los representantes de los tres grados fueron capaces de trenzar un texto que limitará sustancialmente, de aquí en adelante, el poder el rey. Esta Constitución es el primer pacto de la Corona con el pueblo soberano, que consagra los poderes de Montesquieu. Una constitución de ideología liberal que impregnará todas las Cartas Magnas en España hasta la vigente del 78. Con su repercusión inmediata en la emancipación de las colonias de América y el Pacífico.

Este primer texto constitucional consagra la soberanía nacional como el origen del poder y el fundamento primero del Estado. Significa un paso decisivo para limitar el poder absoluto de los monarcas. Cierto que a Fernando VII le faltó tiempo para derogar La Pepa a su regreso en 1814 pero tras el pronunciamiento de Riego, el siete de marzo de 1820, acabaría jurándola de nuevo con célebre y falsa promesa de “Marchemos francamente y yo el primero por la senda constitucional…”

El ascenso y la caída (con ejecución mediante la horca) de Riego en diciembre de 1923 confirman el periodo confuso que se vivía entre afrancesados, liberales y absolutistas. Esta incertidumbre política, cainita, no acabaría en la I República – un estado sin cabeza– sino que convulsionó toda la Regencia de María Cristina y el ascenso al Trono de Isabel II. Las guerras carlistas son un fiel reflejo de cómo el ejército y el clero seguían siendo siendo los estamentos más decisivos en la vida española.

Federalismo republicano

El desalojo del Congreso por el general Pavía permitió a Serrano pacificar el caos generado por los presidentes federalistas republicanos Figueras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar. Aquellos reinos de taifas del XIX, aquellas heridas abiertas no han cicatrizado todavía. Los intentos separatistas catalanes en la II República y el golpe de Estado de Artur Mas en la actualidad con el referéndum del 27S nos recuerdan que la unidad de España se resiente en especial porque los gobiernos centrales no han tenido la valentía de promulgar leyes como las de la Prevalencia del Congreso y del Senado sobre los Parlamentos regionales o la de rescatar competencias tan esenciales como la educación o la sanidad. Hoy la CUP, con un poder decisivo asambleario y anti sistema puede volcar la historia de toda la Nación apoyando una secesión unilateral y anticonstitucional.

La corrupción, entonces y ahora, es el elemento distorsionador que impide que los partidos constitucionalistas (PP,PSOE y Ciudadanos) se enfrenten abiertamente al conglomerado de facciones que apuestan revolucionariamente por acabar con la Transición y, sin duda, con la Monarquía. .

Pero sigamos el desarrollo lineal de los acontecimientos: La Restauración puede considerarse un paréntesis, con democracia ejercida con moderación. Cánovasa y Sagasta, Canalejas, Romanones, Dato y Maura saben adaptarse bien a los tiempos cambiantes del socialismo e interpretar la tradición monárquica. El hecho diferencial de que “la soberanía reside en el pueblo”, emanado de la Revolución Francesa y aplicado por las Cortes de Cádiz desde 1812, confirma que la Nación se gestiona como un pacto de solidaridad establecido desde el pasado. Un pacto sin imposición ideológica.

Gabriel Elorriaga lo expresa con admirable sencillez: “Lo que conviene a todos, por todos debe ser aprobado”. No sucedió así con la Carta Magna de la Primera República que solo fue votada por las izquierdas con la abstención de la derecha y de la extrema izquierda.

Con el rey Alfonso XIII en el exilio, el Reino de Españ, tras unas elecciones municipales, se quedó sin corona. La improvisación de los republicanos convirtió la convivencia en un caos. Antes de que cuajase el Frente Popular, la legalidad no era para luchar contra el fascismo desde la democracia, como se ha dicho, sino para imponer una dictadura del proletariado a imagen y semejanza de Moscú. En este ambiente se produce la proclamación de Cataluña como República independiente dentro de una España Federal. Una provocación y un despropósito que aún colea en nuestros días.

Monarquía, libertades y Transición

Pasa el autor de “La Corona y el poder” muy de puntillas por el franquismo como depositario de la España Monárquica. Pero fue el general Francisco Franco quien avaló la sucesión en la figura del Príncipe Juan Carlos. Con talento e inteligencia se sortearon los vacíos en la cúpula de la Jefatura del Estado hasta que la Transición le otorgó toda la legitimidad en la Carta Magna del 78 y en el posterior referéndum del 6 de octubre que garantizaba una Monarquía Parlamentaria. Por tanto, con legalidad y legitimidad plenas. Por vez primera, el monarca podía “sentirse rey de todos los españoles”.

Pese a las sombras del último minuto, nadie duda de que la Corona ha prestado servicios impagables a la Nación. La alternancia en el poder del centro derecha y del centro izquierda (UCD-PP-PSOE) y el reparto territorial con la creación de las CCAA han asegurado una convivencia ejemplar. Nuestro progreso y bienestar, la igualdad y la solidaridad nunca fueron tan amplías ni ampararon a tantos españoles. España, más allá de su poder económico (estamos entre las 15 potencias mundiales) hemos entrado en el futuro. Pertenecemos a Nacionales Unidas, a la OTAN, a la UE y nuestro liderazgo iberoamericano y árabe se ha acentuado considerablemente durante el mandato de Juan Carlos I, sin duda el mejor embajador de la Marca España.

Pero como escribe el autor de este ensayo, el rey no sólo simboliza la unidad de España sino que ejerce sus poder moderador con arreglos las leyes. “La Monarquía” –escribe Gabriel Elorriaga Fernández- “no puede entenderse en la actualidad como una momia institucional que mantenga una concepción involucra o estática de las relaciones de poder, dentro de un reglamento protocolario rígido. La Corona se ha convertido en un referente dinámico de continuidad”.

La abdicación de Juan Carlos I el 2 de junio de 2014 no podemos examinarla políticamente al faltarnos perspectiva. Pero hay que valorarla de forma muy positiva porque, una vez conocidos los resultados de las elecciones generales del 20D, en estos momentos no tendríamos mayoría suficiente en las Cortes para el refrendo del nuevo Monarca. Provocar y prever esta situación hay que inscribirlo en el haber de dos políticos actuales: el presidente Mariano Rajoy y el líder de la oposición del PSOE, vicepresidente y varias veces ministro de la Corona, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Los escasos 18 meses de reinado de Felipe VI sin apenas errores ni improvisaciones auguran que, en todo caso, el sistema de forma de Estado no peligra. De momento. Su preparación, su firmeza en la defensa de la Constitución y de la unidad, su llamada al diálogo en todas direcciones son el mejor aval para la mediación en tiempos tan difíciles. Como explicó el joven monarca en Navidad, “tenemos motivos suficientes para sentirnos orgullosos de ser españoles”.

Del juancarlismo de la Transición hemos pasado a un constitucionalismo efectivo consagrado en la Carta Marga del 78 y que proclama a la monarquía como “forma política del Estado español” Una Corona que legítima y fortalece la estabilidad.

En conexión con los cambios

El ensayista está convencido de que el servicio imparcial de la Corona conectará de nuevo con los cambios y reformas necesarias, manteniendo siempre el concepto unitario de España. “Históricamente” –subraya Gabriel Elorriaga en el último párrafo del ensayo- “la Corona hizo a la Nación, y hoy, la representación de la voluntad popular, reflejada en instituciones nacionales, establece la continuidad de la Corona”.

La argumentación es irrefutable. Estas reflexiones en voz alta del ex parlamentario del PP, que de nuevo pone el dedo en la llaga para denunciar problemas y aportar soluciones, deberían de ser leídas y tenidas en cuenta por nuestros políticos en estos tiempos tan complejos como los que vivimos.

Como muy bien explicó en el discurso de Navidad Felipe VI “debemos sentirnos mu orgullosos de nuestro pasado en común porque España es una gran Nación. Recuérdalo tú y recuérdalo a otros.

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FRAGA, VOCACIÓN DE SERVICIO

librofraga

Autor: Gabriel Elorriaga Fernández

Edita: Cuadernos del Congreso de los Diputados, 243 páginas, Madrid, 2015

Por Antonio REGALADO

Manuel Fraga Iribarne (Villalba, Lugo, 23 de noviembre/1922 –Madrid, 15 de enero/2012) ha sido uno de los políticos más destacados de nuestro país. Un hombre, digámoslo pronto, comprometido con su tiempo. Y controvertido. Tuvo muchos amigos y muchos enemigos. Pero nadie puede discutirle su amor, su entrega  y servicios a España. Porque Manuel Fraga, -don Manuel- era más que un político: fue un eminente catedrático investigador del constitucionalismo y un diplomático ejemplar que defendió como nadie los intereses nacionales en especial en el Reino Unido.

Gabriel Elorriaga, estrecho colaborador de Fraga, gallego como él, ha escrito un libro inacabado  -decimos inacabado porque aquí solo explica su andadura como hombre clave durante la Transición- y creemos que abordará en profundidad el resto de su andadura política desde la Presidencia de la Xunta de Galicia hasta su último capítulo como senador, para completar la biografía de un hombre público, al que “le cabía el Estado en la cabeza”.

Uno pude estar o no de acuerdo con las ideas que defendió don Manuel pero nadie, nadie, al conocer su obra puede quedarse indiferente.  El libro se lee de un tirón. Es el mejor reclamo para explicar que está bien escrito, que no es una hagiografía, y que  sus 243 páginas albergan contenido suficiente para mejorar la idea colectiva de un hombre, con una vocación de servicio excepcional que nació en el seno de una familia humilde, que trabajó sin descanso toda su vida y que nunca se enriqueció. Un político honrado.

Tiempo habrá para examinar sus decenas y decenas de libros, de ponencias, de ensayos, de artículos, sus investigaciones demoscópicas. No hubo parcela social o política que no estudiara y desarrollara con la pasión del profesor novato e insaciable. Fue un estudiante brillante y su currículum universitario (catedrático de Derecho Político y de Derecho Constitucional) se engrandece con  más de 20 doctorados Honoris Causa por otras tantas universidades hispanoamericanas, europeas, australianas y estadounidenses.

Hombre de acción

Manuel Fraga (MF) tuvo su primer destino diplomático como secretario en el Instituto de Cultura Hispánica y desde allí impulsó los estudios constitucionales. ¿Por qué ese tipo de estudios en una España monolítica? Porque Fraga (“La Reforma del Congreso de los Estados Unidos”, (1951), “El Congreso y la Política Exterior de USA” (1952) o “Las Constituciones de Puerto Rico” (1953) nunca fue un franquista al uso y sus conocimientos le confirmaban cada día que había una vida parlamentaria y democrática al otro lado del Movimiento. Desde este puesto, Manuel Fraga dio muestras de ser no solo un teórico sino un hombre de acción. Cuenta Elorriaga esta vivencia personal: en el Teatro María Guerrero el Instituto de Cultura Hispánica rendía homenaje a Salvador Dalí. La Bienal se organizó como acto-conferencia pero unos alborotadores intentaron reventar el acontecimiento. Dalí esperaba apoyado en su bastón para hablar cuando Fraga se adelantó y gritó a los alborotadores: “¡Los que están pateando son unos bellacos!”. La gran mayoría del público prorrumpió en aplausos y la nutrida minoría de alborotadores, tomó las de Villadiego.

En una película dirigida por el propio Dalí se recoge el incidente y se ve a un Manuel Fraga enérgico despejando la situación. A continuación, el divino Dalí con su engolada voz, proclamó: “Picasso es español, yo también. Picasso es un genio, yo también. Picasso es comunista, yo… tampoco”.

La ley de prensa: el principio del cambio

Manuel Fraga es un hombre multifacético, complejo, serio, responsable… que transmitía autoritarismo en su voz pero que conviene recordar que  fue el primer aperturista del régimen. Desde la Universidad o desde el propio gobierno como ministro de Información y Turismo. Es el padre de la ley de Prensa e Imprenta (1966), una tente vigente que acabó con la censura previa y que modificó sustancialmente el mundo editorial. Un revulsivo paralelo para encauzar la libertad de expresión, los libros, la canción, el teatro o el cine. En suma, un proyecto que ensanchó la cultura en todas direcciones. Y qué decir de su contribución a la creación por todo el país de los Videoclubs y de los Paradores. La famosa foto en bañador con el embajador estadounidense para romper el maleficio de la “bomba de Palomares” sobre tierras almerienses es todo un gesto que confirma que este ilustre gallego se implicaba en todos los asuntos incómodos y siempre daba la cara. La Ley de Prensa e Imprenta inicia las reformas que España necesita para dar el gran salto, el gran cambio a la democracia.

Como ministro de Información, “inventó” las ruedas de prensa de los viernes tras los Consejos de Ministros, sustituyó las notas de prensa por las apariciones en directo y fue el primero que comprendió el valor comunicativo de la televisión. Fue el gran impulsor de TVE2 y se preocupó por vez primera de la programación cultural. Nada le era ajeno mientras el Gobierno de Arias Navarro agonizaba sin poner en marcha sus reformas del “Espíritu del 12 de febrero”.

Como responsable de turismo, MF entendió mejor que nadie que el turismo era una fuente inagotable de divisas. Rehabilitó los edificios más emblemáticos y los convirtió en hoteles de lujo, hoy una de las enseñas de la Marca España.

Compromiso monárquico

Nuestro personaje fue una pieza fundamental para consolidar el papel (en aquel momento indefinido)  del príncipe don Juan Carlos y, por ende, de la Monarquía española. Su relación con el Rey emérito fue siempre muy cordial. Y otro de los aspectos menos conocidos de MF es su preocupación por la sociedad civil. Estimuló el Instituto de Estudios Políticos y Constitucionales y puso los cimientos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) a través del Instituto de la Opinión Pública.

Políglota y lector empedernido de periódicos, los recortaba diariamente para repartirlos entre los colaboradores de su departamento. Siempre fue igual. Un trabajador infatigable teniendo como meta el bien común. “Yo he venido  aquí a servir y no a servirme del cargo”, repetía a sus allegados y funcionarios al tomar posesión de cada cargo institucional o académico.  Su paso pactado (de dos años) por la embajada de España en Londres  -“una travesía del desierto”- no fue un paréntesis en su vocación política. Al contrario, la sede diplomática se convirtió en un centro de peregrinaje. Por allí desfilaron todos los prohombres de la época (excepto Adolfo Suárez) porque sin duda, el liderazgo de MF sería el mejor paraguas, más seguro para encarar el futuro político tras la muerte de Francisco Franco. Su liderazgo no era cuestionado ni en por la izquierda, la derecha ni e l centro de la vida política nacional.

Pérdida del centro y padre de la Constitución

Por el libro de Gabriel Elorriaga desfilan todos los personajes del final del antiguo régimen y los que conformarían la Transición. Desde Carrillo –a quien presentó en el Club siglo XXI- a Tierno Galván, pasando por  Arias Navarro, Tamames,  Pio CabanillasMarcelino OrejaMartín VillaOsorioLicinio de la FuenteJesús Posada, -prologuista de este libro- Areilza, CastiellaFernández MirandaMúgicaFelipe González

Manuel Fraga, un hombre de centro con maneras viscerales autoritarias, intentó acomodarse a la nueva situación; siempre fue consciente de que la participación política de la sociedad era inevitable pero fue Adolfo Suárez con su posterior UCD quien le invadió el terreno y le arrancó los votos para liderar la Transición. Fraga no pudo sacar partido a la Ley de Asociaciones que él tanto había promocionado y su Reforma Democrática y su Alianza posterior no pudieron pescar apoyos suficientes en las elecciones generales del 15 de junio de 1977 a pesar del gran equipo de dirigentes que le acompañaban conocidos como “Los 7 Magníficos”.

UCD (165 escaños), PSOE (103),  PCE (12) y AP (16) se alzaron con la mayoría de  los 350 escaños de las Constituyentes, comenzando así la consolidación del bipartidismo que empezó a romperse en mayo de 2014.

Los 1,4 millones de votos (el 8,05%) le otorgaron a Fraga voz y voto para ser uno de los 7 padres de la Carta Magna junto a Pérez Llorca, Herrero de Miñon y Gabi Cisneros (UCD), Peces Barba (PSOE), Miguel Roca (CiU), Jordi Solé Tura (PCE) y el propio Fraga por AP. Los siete constituyentes pronto comprenderían que las grandes decisiones se estaban cocinando en restaurantes de cinco tenedores (en el calor de la noche) entre el vicepresidente Abril Martorell y el vicesecretario general del PSOE, Alfonso Guerra.

La Carta Magna del 78 fue el contrato para saldar cuentas con el pasado, abrazar la reconciliación y caminar adelante, juntos y en la misma dirección. Algunos Capítulos, como el VIII, referente a las Autonomías, no quedó  bien hilvanado y treinta y siete años después, la sombra de la falta de unidad provocada por inquilinos de La Moncloa sin visión de Estado y por separatistas insolidarios han puesto en peligro la unidad de la Patria. Don Manuel ya no puede verlo.

Atrás habían quedado firmados los Pactos de la Moncloa (políticos y económicos)  promovidos por Suárez, donde Fraga jugó un papel decisivo junto a Calvo Sotelo, González, Carrillo, TriginerRaventós, Roca, Ajuriaguerra, Tierno,  Nicolás Redondo y  Marcelino Camacho.

El relevo popular

Tras el desmoronamiento de la UCD en 1982, Manuel Fraga se convirtió en el principal opositor al PSOE de un Felipe González invencible en las urnas. Pero Manuel Fraga nunca se rindió y años después, a finales de marzo de los 90, entregó el testigo del poder del partido a José María Aznar. Ante los 3.000 compromisarios reunidos en Sevilla, Fraga rompió la carta de dimisión por anticipado” al grito de “Ni tutelas, ni tu tías”. Aun faltarían otros seis años para que el PP se alzara con la victoria en las generales, acabando con catorce años de felipismo. El resto de la historia es bien conocida. Aznar consigue mayoría absoluta en el 2000 y decide renunciar en 2004.

La tragedia del 11M volcó las elecciones que devolvió el poder a los socialistas de Rodríguez Zapatero. La crisis (que nunca existió para ZP) y sus erráticas políticas en matera interna y exterior) han dejado al presidente Rajoy un panorama desolador… en lo político, social y económico.

El profesor Fraga dejó escrita en el Diario de Sesiones de la Cámara Baja (18 julio 1978) esta premonición que hoy nos preocupa sobre la integridad territorial“Yo quiero afirmar aquí la necesidad absoluta de distinguir entre los legítimos deseos de autonomía, que admiten una solución política y administrativa, y los claros intentos de separatismo revolucionario y terrorista que no admiten más solución que sereno pero severo uso de toda la fuerza del Estado para suprimirlos. Lo demás es alta traición”.

Los grandes cambios históricos que se producen cada 40 años están a punto de mover los horizontes. Realmente vivimos tiempos interesantes.

Entregado el testigo del partido conservador a José María Aznar, Fraga vuelve a casa y gana sus primeras elecciones democráticas a la Presidencia de la Xunta de Galicia donde mantuvo el poder durante 15 años. Su último destino político: el Senado de España.

Gabriel Elorriaga ha puesto a un intelectual, a un político y a un hombre de acción frente a la historia. Su extensa bibliografía abarca la política, la economía, la sociedad, la mujer, la razón, la moral, la familia, la educación, la guerra, la paz, las crisis de estado, España, la sociología, el Nuevo orden Mundial, la emigración,-él lo fue en Cuba-,  Finisterre, la UE, Balmes, JovellanosCánovas Álvaro Cunqueiro.

Quienes le trataron en vida hablan de él como una persona generosa  y sensible, austera, disciplinada. Sin embargo su expresión corporal con aquellas expresiones de  “¡A por ellos!”, en un mitin electoral, o “la calle es mía”, cuando era ministro de Interior, agigantadas por la TV,  han proyectado una imagen de Fraga Iribarne en blanco y negro de hombre visceral y autoritario difícil de desmontar. Para desfacer el entuerto de una persona con tanto carisma y tan escaso márketing, Gabriel Elorriaga está obligado a desgranar la totalidad de su vida (sí, su vida) y de su obra, desgranando su influencia y su contribución a la vida nacional,  empezando, quizás, por su impulso a la sociología política. Fraga es un animal político inclasificable. Nadie duda sin embargo de que fue siempre un fiel servidor del Estado, un funcionario ejemplar. Un español de su tiempo. Un político honrado.

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«FRAGA Y EL EJE DE LA TRANSICIÓN»

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Presidencia del acto: Carlos Robles Piquer, presidente de la Asociación de ex-Diputados y Senadores; Julio Iglesias de Ussel, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense; Jesús Posada, presidente del Congreso; Gabriel Elorriaga y José Manuel Romay Beccaria, presidente del Consejo de Estado.

Por María Jesús Díaz

Una obra muy condensada que en modo alguno resulta densa. Muy al contrario, su lectura resulta muy amena, y hace que se dibuje en el rostro del lector una permanente sonrisa rememorando a tan ilustre personaje y recordando, a través de su vida, momentos clave vividos durante la transición española.

Manuel Fraga no fue una persona al uso. Ni la persona ni el “personaje” lo fueron. En su infancia brilló por encima de los demás y fue ejemplo a seguir por parte de sus compañeros de estudios. Desde la etapa de su madurez llevó una vida entregada a la enseñanza, el servicio diplomático o el derecho parlamentario desde la tribuna que le proporcionaba su cátedra en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas.

Esta obra desvela anécdotas que forjaron al personaje y que ayudaron a crear el mito de hombre impulsivo y colérico que nunca llegó a ser. Fraga se reveló toda su vida como hombre extremadamente austero, disciplinado, con altas miras y profundas convicciones. Leal y generoso, fue un patriota que antepuso el interés de España al parcialismo y cuya trayectoria personal y profesional lleva el apellido de “coherente”.

El libro tiene la particularidad de que su autor, Gabriel Elorriaga Fernández, fue testigo durante muchos años de la vida pública de Fraga. Como directo colaborador, ha sido un observador atento de multitud de acontecimientos relevantes en nuestra historia reciente, y también de anécdotas vividas en primera persona. Aunque el autor no lo necesita, esto legitima aún más si cabe el contenido del libro.

Desde el comienzo de su carrera en 1959 como Director del Instituto de Estudios Políticos (1959) , su paso por el Ministerio de Información y Turismo, su papel como padre de la Constitución y su capacidad de integración de una fuerza con dimensión de alternativa de gobierno, su idea de proyecto reformista consistía en conseguir unificar las tendencias de centro-derecha logrando que la base sociológica acomodada en el régimen anterior ocupase el espacio que le correspondiese en la España de la transición. Fraga comprendió que la transición debía ser apoyada en su tramo legal por encima de definiciones partidistas y que era necesario implicar en la nueva democracia a los sectores que desconfiaban del cambio pero no comulgaban con la involución o el inmovilismo, Así nació Alianza Popular, y por la misma razón Fraga impulsó la refundación en el denominado Partido Popular en enero de 1989 “sin tutelas ni tutías” ,

Pero Fraga protagonizó también reformas tan importantes como la Ley de Reforma Política, o su negativa a que en el texto constitucional se incluyera la disyuntiva “nacionalidades y regiones”, o el discurso que pronunció en julio de 1978 defendiendo el voto particular de Alianza Popular a la totalidad del título VIII del proyecto constitucional (discurso íntegro que se puede leer en el libro). Solo la reforma del Senado en cámara territorial se le resistió durante años, hasta el punto de que llegó a expresar que confiaba en la Providencia para su consecución. Su contacto con la Monarquía, sobre cuya figura siempre reconoció merecida relevancia, fue capital el todo el proceso constituyente e incluso después.

Estas páginas no son el resumen de la obra intelectual de Fraga, ni un
relato pormenorizado de acontecimientos políticos, sino que describen
el sentido total de una vida entregada al servicio de España con una
vocación auténtica y generosa. La obra incluye un importante apéndice
con aportaciones y documentos muy significativos y una completísima
biografía sobre la personalidad de Fraga y las circunstancias
históricas en que se desarrolló su quehacer político.

La clave de la conducta de Fraga la encontramos en la referencia que hace de su padre, que fue alcalde de su pueblo, recordado como hombre honesto, firme y generoso.

En palabras de Fraga.: “Soy hijo de un humilde alcalde de pueblo, del que aprendí a estar al servicio de los demás, evitando en lo posible el conflicto entre los ciudadanos”

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ENCUENTRO ENTRE ESCRITORES

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Por María Jesús Díaz

El pasado 31 de Octubre se celebró un almuerzo en la sede de la revista digital sociedadcivil al que acudieron como comensales cinco prestigiosos escritores, y ejerciendo de moderador Ernesto Pérez de Lama, su presidente. Los nombres de los escritores son:

Gabriel Elorriaga Fernández

Antonio Aradillas

José Manuel González Torga

José Luis Martín Sánchez

Javier Castro Villacañas

Un cocido madrileño riquísimo, regado con un buen vino, fue la antesala de una sobremesa muy interesante, donde tuvo cabida la encendida tertulia política y la rabiosa actualidad, conversaciones habituales en cualquier foro donde se encuentren dos o más personas, por ser éstos asuntos que preocupan hoy en día al común de los españoles. Estos temas salen sin preguntar….

Pero los escritores traían bajo el brazo la respuesta a dos simples preguntas:

1.- ¿Cuál es el último libro que ha escrito?

2.- ¿Qué libro tiene en mente escribir en el futuro?

 

En primer lugar intervino Gabriel Elorriaga Fernández (1930). Abogado, periodista y político español, que fue una de las siete personas encarceladas con motivo de las revueltas estudiantiles de 1956. Fue jefe del gabinete técnico del Ministro de Información y Turismo de 1962 a 1969, gobernador civil de Santa Cruz de Tenerife (1969-1971), elegido diputado por Castellón en 1982 y reelegido en 1986, 1989 y 1993. Posteriormente fue senador en 1996, 2000 y 2004. Es autor de numerosos libros, pero para ser fiel a las dos preguntas de rigor, Elorriaga nos habló de su último libro, “Canalejas o liberalismo social” y nos anunció la próxima edición de un nuevo libro, “Manuel Fraga Iribarne o el eje de la transición”, su labor en la redacción de la Constitución Española, la importancia de su figura en relación con el equilibrio del centro y la derecha de su época. Todo ello como visión de conjunto de la vida y de la posteridad; la trasposición del espíritu de la Constitución de Cádiz como consecuencia de la Constitución del 78.

 

El siguiente en intervenir fue Antonio Aradillas, infatigable autor de 85 libros, de 86 años de edad, Licenciado en Teología, formado en el Seminario de Badajoz y en las universidades Pontificias de Salamanca y Comillas. También es periodista, formado en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid. Trabajó como periodista-informador religioso en “Arriba”, “Pueblo” y “El Imparcial”, entre muchos otros periódicos y revistas. Le recordarán por firmar sus colaboraciones bajo el seudónimo de “Erasmo”. Actualmente es bloguero de “Religión Digital”, en Periodista Digital, donde colabora tres veces por semana.

Su último libro publicado se titula “Autobiografía soñada del Papa Francisco”, aunque ese no es el título que tenía previsto originalmente, ya que pensaba llamarlo “Autobiografía del Papa Francisco”, pero el editor se negó a editarlo por considerar que este título podría acarrear problemas, por más que el autor explicó que se trataba de un recurso literario. En este libro, el autor se mete en la piel del Papa Francisco, y trata varios temas, sobre los que se define como si fuera el mismo Papa. Su próximo libro llevará por título “Los obispos no piden perdón”, y recalca que estos temas tan controvertidos los puede abordar porque él tiene la libertad de no vivir de esto (sic), sino de ser periodista. Asuntos que le preocupan especialmente son la presidencia de la Iglesia y que en el organigrama institucional de la Iglesia no haya presencia femenina.

 

El tercer escritor en intervenir es José Manuel González Torga, leonés nacido en 1938, de dilatada experiencia profesional como periodista y como docente, y Presidente de la Asociación de corresponsales de Prensa Iberoamericana. Destacamos el dato biográfico que le hace entrar en nuestra Historia reciente, por ser quien vetó a Adolfo Suárez por orden de Sancho Rof (director general), siendo redactor jefe de los servicios informativos de TVE. El veto propició que la imagen de Suárez no se viera dañada, ya que se trataba de una loa al franquismo que Suárez quería que se leyera el mismo día de la muerte de Franco. Una apología al Generalísimo que al omitirse le benefició, como se vio beneficiado el propio Sancho Rof al ser nombrado ministro por el propio Suárez posteriormente.

Su último libro, “El periodismo en el laberinto”, plantea una serie de cuestiones relativas a la profesión periodística, a los problemas que se plantean al encontrarse en crisis el modelo de negocio. Peligra hasta el nombre (es la periodicidad, no es el periodismo), y esto ha sido superado. La información es cara, se complementa con publicidad, y desde luego no se plantea el dumping. La historia de la profesión periodística se ve reflejada en esta obra, desde que se considera importante colocar los elementos de la actualidad, la distribución del periódico, su difusión, hasta las nuevas formas de supervivencia como es por ejemplo en Francia la iniciativa de creación de eventos, o lo que en España se viene a llamar “club de usuarios” (Intereconomía, por ejemplo). Mención aparte merece el hecho de que en la actualidad los ejecutivos de prensa tienen un problema, y es que son meros gestores, no vienen de la actividad periodística, no entienden la especificidad de la profesión periodística.

En un futuro, el autor tiene en mente la construcción de un libro basado en las entrevistas y perfiles de personajes que ha ido tratando en su dilatada y prestigiosa carrera profesional. Aún no tiene pensado el título.

 

José Luis Martín Sánchez, periodista abulense, que firma sus libros sin el segundo apellido, -así lo convino con Martín Descalzo y Martín Vigil en un viaje en tren a Valladolid- es el siguiente autor en intervenir. Lleva 50 años al servicio del periodismo, en la actualidad dirige un blog con el nombre de»poemasyfabulas». Con anterioridad fue jefe de Prensa de Correos y Telégrafos., Instituto Nacional de Meteorología, etc. Ha sido director de las revistas «Guadiana» y «Bolseco» y redactor jefe del periódico «Pueblo» y de la revista «Sábado gráfico«, entre otras publicaciones.
Su último libro responde al título de «El viento que viene del mar«, cuenta en él las vicisitudes de un soñador, Aigo Dolsa, único personaje de la trama, en busca de la felicidad que alcanza en sus sueños, a los que su imaginación traslada para encontrar aquello que, en su deseo, con pasión busca. Así crea a Manasú, bruja itinerante, vieja partera, que  a su vez encuentra, entre la buganvillas que crecen cerca de los acantilados de Cala es Mort, a Liberto Binimayut, el niño que pronto encontrara motivos suficientes para vivir con la aparición de una sirena a la que llama Xurroi.
En la actualidad tiene en imprenta «Loas, bailes, jácaras y mojigangas» libro de cuentos que viene a ser continuación del recientemente publicado «Danzas, botargas y tarascas«.

 

Javier Castro Villacañas es abogado y periodista. Conferenciante y articulista, fue productor y director de los servicios informativos de CITY FM Radio (2004-2009), director y presentador del programa “punto de encuentro” en COPE Madrid, y “claves de la semana” en Radio Inter. Colabora en los suplementos Crónica y La otra Crónica del diario “El Mundo”, y es co-autor de “Miguel Blesa, el lobo de Caja Madrid”, junto con Luis Suárez.

Precisamente esta obra es la que presenta en la tertulia como la última obra escrita por él, y la califica como periodismo de investigación. El autor la define como una muestra de la depredación de la casta política española, que ha llevado a que una institución con más de trescientos años de historia (Caja de Ahorros de Madrid), sin ánimo de lucro, con un fin social, en cuyo acta fundacional se puede leer que no se pueden repartir beneficios, se ha convertido en un instrumento de poder al servicio de organizaciones sindicales, empresariales y partidos políticos, con una gestión nefasta trufada de negocios ruinosos que llevaron a que el FROB se viera obligado a destinar, de los veintidós mil millones de euros que costó el rescate al conjunto de la banca, nueve mil millones de euros al rescate de Caja Madrid.

El próximo libro que el autor tiene en mente escribir será “La España republicana” (personalmente el autor echa de menos una derecha republicana), aunque muy probablemente trate antes el turbio asunto de la corrupción en los sindicatos (EREs, caso de Asturias…) y llevará por título “la casta sindical”.

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LOS ALBORES DEL ESTADO DEL BIENESTAR

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Título: Canalejas  o el liberalismo social

Autor: Gabriel Elorriaga Fernández

Edita: Servicio de Publicaciones del Congreso de los Diputados. Biografías de Parlamentarios. 750 páginas. Madrid, 2014 

Por ANTONIO REGALADO

No he venido al Poder para hacer regalos, sino para imponerme e imponer sacrificios a los míos. El que lo quiera así, que me siga”. Estas palabras condensan la trayectoria de un  presidente del Gobierno de la Nación que solo aspiraba a serlo de todos en una de las épocas más convulsas de nuestra historia. Habían pasado unas horas desde su toma de posesión y en el Ejecutivo que presentó al Rey figuraban algunos de sus enemigos de la víspera. En sus dos años y medio de mandato desfilaron por el banco azul liberales de todos los matices pero ningún canalejista. El  mandato de don José Canalejas fue un tiempo de esperanza para las reformas que un pistolero desalmado de cuyo nombre no quiero acordarme truncó el 12 de noviembre de 2012 en la Puerta del Sol de Madrid. Mil días que intentaron cambiar España, reformar nuestro país para encarar el siglo XX, dejando atrás el desagarro y el pesimismo de la pérdida de las colonias, la Semana Trágica de Barcelona y la sangría de las guerras en el Norte de África. El propio rey Alfonso XIII encabezó el cortejo fúnebre que salió del Congreso hasta su última morada en el Panteón de los Hombres Ilustres de la madrileña calle de Juan Gayarre, 3.

¿Qué decir de un hombre que tras su magnicidio  el 12 de noviembre de 2012,  el pueblo le lloró desconsoladamente y que dejó en la memoria colectiva esta frase de esperanza: “ha muerto un político honrado”?

Podemos decir, para empezar, que estamos ante un político integral, un liberal servidor del Estado que se adelantó a lo que hoy llamamos el Estado del Bienestar en los albores del pasado siglo. El liberalismo con rostro humano,  el liberalismo social, el nuevo liberalismo que intentó recoger ideas del socialismo que tanta influencia tendría en el futuro.  Estamos, además, ante un gran jurista, un excelente orador y un gran periodista-escritor. Y un gran bailarín. Canalejas había nacido en El Ferrol (La Coruña) en el 31 de julio de 1854. Se casó dos veces y dejó cuatro huérfanos.  El primer estadista que enlazó las orillas de los siglos XIX y XX.

Sobradamente preparado

El padre de Canalejas, ingeniero naval, gozaba de una posición desahogada y el retraimiento de su hijo –gustaba más de leer que de jugar en la calle- propiciaron que el joven se aplicase a los idiomas –con doce años tradujo del francés al español El Jóven Emigrado–  y comenzó a escribir en los periódicos gallegos. Estudió Derecho y Filosofía y Letras. Se doctoró en esta última disciplina con los máximos honores y  con  apenas 20 años opositó a cátedra frente a don Marcelino Menéndez y Pelayo. Perdió, admitió que el contrincante estaba mejor preparado e inició con él una amistad  basada en el respeto y la admiración mutuos. También trabó amistad con don Santiago   Ramón y Cajal a quien alentó y avaló para que aceptara ser senador real, escaño que mantuvo entre 1908 y 1923.

Sus compañeros de la cátedra de Principios Generales de Literatura se mofaban de Canalejas diciendo. “Para qué quiere una cátedra si terminará siendo ministro”. La enseñanza universitaria fue una de sus pasiones que compaginó con sus actividades profesionales, pero esta vez, como directivo de la empresa de Ferrocarriles donde su padre ejercía como  director general. Trabajó en el proyecto de la línea férrea Madrid-Ciudad Real. Era un hombre de éxito profesional y social pues, gracias a los contactos familiares, pudo conocer a todos los personajes de su tiempo: Cánovas, Sagasta, Maura, Romanones, Dato, Cristino Martos… Por tanto, ceder a la tentación política era cuestión de tiempo tras su éxito como abogado, periodista, conferenciante y polemista en los círculos más selectos de la capital del Reino. El joven Pepito, como vaticinó Martos, terminaría siendo don José.

Aunque su filiación tiene raíces republicanas, el liberalismo –y en especial el liberalismo social- es su seña de identidad. Tanta, que no quiere trepar en los partidos clásicos de la Restauración y declina las invitaciones de Sagasta para sucederle. Canalejas  quiere ser un político sin ataduras. Y esa independencia le cuesta abrirse camino en la España difícil del final de la Restauración. Ocupará los ministerios de Fomento, Gracia y Justicia, Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas en gobiernos presididos por don Práxedes Mateo Sagasta. Y presidió el Congreso de los Diputados siendo presidentes del Consejo de Ministros Segismundo Moret –su jefe político-, José López DomínguezAntonio Aguilar y Correa Antonio Maura.

Esta versatilidad de un político transversal confirma que era un hombre admirado y respetado por todo el arco parlamentario. En aquellos tiempos  de cambio de centuria, con la calle ardiendo y el socialismo extendiendo sus tentáculos, solo se sobrevivía cuando los principios se defendían con convicción dentro y fuera del hemiciclo, en la oposición o en el gobierno. “Nosotros no somos aquellos que cuando les toca no gobernar impiden que los demás gobiernen”, declaraba tras abandonar su primer destino en el banco azul.

El liberalismo social

José Canalejas había sido educado en una disciplina familiar estricta donde el premio  del esfuerzo era la  adquisición de  conocimientos multidisciplinares. De ahí su formación amplia,  capaz  para entender y explicar todas las situaciones con palabras sencillas.  Canalejas comprendió que el mundo rural agonizaba y que la industrialización y los habitantes de las ciudades serían los protagonistas del nuevo futuro. Fue el primer político en entender que los derechos del trabajo debían encauzarse y pactarse entre trabajadores y patronos; que había que encauzar las huelgas salvajes en los ferrocarriles; que  era el momento de una protección social para viudas y huérfanos, que había llegado la hora de exonerar a la mujer del trabajo nocturno. Por ello, diseño un Instituto para las Reformas sociales, embrión el futuro ministerio de Trabajo y del Instituto Nacional de Previsión que puso en marcha Eduardo Dato en 1921. ¿Y a quien le ofreció diez años antes la gestión de ese Instituto? Ni más ni menos que al diputado socialista español, Pablo Iglesias. “Nosotros somos paisanos”–le dijo- “y mis ideas liberales y el contenido  social de su programa deben confluir para ayudar a los más necesitados. El fundador del PSOE y de la UGT, se negó a colaborar en el embrión de nuestra Seguridad Social. Hombre de mano tendida, fue también el primero que recriminó duramente a Pablo Iglesias cuando éste amenazó a Maura en el hemiciclo –“antes de que acceda al poder debemos llegar hasta el atentado personal”. Canalejas pidió la palabra al conde de Romanones, presidente del Congreso y exigió una rectificación. “El Parlamento español jamás asistió a nada semejante, a amenazar a nadie con loa comisión de un delito, de un delito castigado en el Código, de un delito que repulga la conciencia y el honor”. No consiguió que el diputado socialista rectificara pero Canalejas multiplicó su crédito en la Cámara Baja como político valiente y comprometido.

Canalejas legisló sobre el contrato de aprendizaje, los tribunales industriales, la reducción de horario para los mineros,  la ley de la Silla, que obligaba a las empresas a dar asiento a las mujeres, las oficinas de colocación, la seguridad e higiene en el trabajo, las cooperativas de cooperación y consumo (Cajas Rurales), tutela a la emigración, contratos de trabajo…  El 14 de febrero de 1912 firmó una ley concediendo un crédito extraordinario de 200.000 pesetas para atender al socorro de las familias pobres que hubieran sufrido perjuicios por las últimas inundaciones.

En resumen, Canalejas en estado puro  o el liberalismo social, toda una filosofía de encauzar las nuevas relaciones socio- laborales. Esbozó también una reforma agraria y afianzó los derechos de propiedad en el campo profundizando en lo que hoy llamaríamos la seguridad jurídica y el Estado de Derecho. Un hombre sin duda que vislumbraba un horizonte solidario y esperanzador no lejano.

Las visiones de Canalejas

Le herida sangrante de la muerte de su primera esposa Marie Saint-Aubin le llevó a Cuba para comprender el problema de la imposibilidad de seguir manteniendo un imperio caduco.. Cuando comprobó en Estados Unidos y en la propia isla caribeña el potencial de los nuevos buques norteamericanos, escribió al ministro de la Guerra y al presidente Sagasta para que desistieran de seguir con aquella matanza. No murió de milagro en el frente pero a su llegada, sus informes cayeron en el olvido. Fue acusado de traidor por no creer en la victoria. De su boca no salió  ni una palabra desleal para con el gobierno progresista. El tiempo le dio la razón y ello aceleró su ambición de acceder a la presidencia del Consejo de Ministros para cambiar las cosas, para reformar la España desgarrada.

Acometió el problema marroquí. Dos días después de su asesinato Garcia Prieto, su ministro de Estado,  firmaba el Tratado de Algeciras que ponía fin, provisionalmente, a tantos años de sufrimiento. Canalejas, reformó el Ejercito, moduló los ascensos e implantó el servicio militar obligatorio. Sensible ante las aspiraciones regionales puso en marcha la ley de Mancomunidades (de especial trascendencia en Cataluña) y la de Cabildos para superar la singularidad insular de Canarias. Y algo que no puede pasar desapercibido. A pesar de la violencia callejera, Canalejas abogó por abolir la pena de muerte. Y eso lo preconizaba  tras los atentados de Cánovas y de Maura. El odio no distinguía, como ahora,  de ideologías.

Los tres políticos  desarrollaban y practicaban un programa democrático cuyo denominador común pasaba por el principio de autoridad, la defensa del orden, de la sociedad…y el acceso a la educación. Por ello, los tres,  fueron el blanco del odio anarquista.

Pero la gran aportación de José Canalejas a la estabilidad nacional fue su apuesta  por la “soberanía del Estado” cuidando siempre que se reforzaran las instituciones, empezando por la Monarquía. La separación de la Iglesia y el Estado le valió duras críticas de sus adversarios políticos, que le llamaron masón y perro judío.  Se limitó a proponer tolerancia para la libertad religiosa a la vez que auspiciaba el Congreso Eucarístico de Madrid. Como periodista se mostró siempre en contra de la censura, censura que él mismo sufrió en periódicos afines cuando se negaron a publicar sus documentos sobre Cuba. Quizás una de sus posiciones más firmes defendiendo la unidad de la Patria,  la mantuvo frente los nacionalistas catalanes cuando aseguró en sede parlamentaria en un debate al respecto: “mientras yo ejerza influencia directa o pasiva en la política española no consentiré que el cuerpo docente deje de inculcar en sus alumnos el amor a España y quienes así no lo quieran no podrán ejercer la enseñanza oficial”.

José Canalejas fue un sembrador que creyó en el europeísmo (ya era un visionario). Tenía la bondad y un alma de  niño en el ámbito familiar y para sus relaciones políticas el espíritu de un Borgia. Pero jamás fue un Maquiavelo. Fue un presidente ejemplar, que por ser patriota le llamaban impaciente. Su democracia era la democracia de todas las clases. Ricos y pobres. El propio Canalejas era un hombre acomodado. Propuso hacer como propugnaba don Antonio Maura  una revolución desde arriba. Canalejas lo tradujo en dos palabras; “hacer pueblo”.

Un libro necesario

El mérito del autor, Gabriel Elorriaga Fernández,  abogado, periodista, diputado y paisano de don José reside en sacar a la luz, ciento dos años después de su asesinato, la vida y obra de un abogado, periodista y  diputado  como él  para diseccionar su trayectoria vital y política cuando permanecía en el olvido desplazado por otros próceres de su tiempo como CánovasSagasta, Romanones oMaura.

Elorriaga pone de manifiesto que José Canalejas fue un hombre adelantado a su tiempo, con una visión concreta de los problemas que asolaban a la sociedad de cambio de siglo  y con soluciones razonables para modernizar una población rural que estaba asaltando las ciudades y donde la educación y las comunicaciones (carreteras, ferrocarril) se convirtieron en armas para el desarrollo y la igualdad de oportunidades.

El ensayo, de 750 páginas contiene cuatro apartados diferentes que pueden leerse sin orden de continuidad porque tienen entidad por sí mimos.  a) vida y obra, el marco ambiental, el final de la Restauración: concordia y violencia, su concepto de soberanía del Estado, la lealtad a la Corona pese a sus devaneos republicanos, y el liberalismo social. b) Textos parlamentarios de Don José desde las Cortes de 1881-84 hasta sus intervenciones como Jefe de Gobierno de S.M Alfonso XIII y la elaboración de leyes que resultaron decisivas para la modernidad. c) El testamento que redactó personalmente el 2 de diciembre de 2008, con el expreso deseo de legitimar a sus cuatro hijos sin haberse casado con María Pura Fernández –“de la buenísima mujer que será mi esposa”-, dice, es un texto antológico de un político en la cumbre de su carrera. Para un hombre de principios como él, no resultaba fácil vivir amancebado y anuncia en dicho testamento que explicará esa conducta íntima por carta a sus herederos o en sus Memorias. No le dio tiempo. Es un testimonio personal que refleja el alma de un hombre en plenitud. Pero es un documento que revela además que detrás del éxito de un gran hombre público hay siempre una gran mujer (o dos, como en este caso) y que su sentido de la generosidad no tenía límites. Y,  d)  finalmente, se recoge un extracto del libro escrito por su hijo Pepey prologado por Gabriel Mauraconde de Mortera, a la vez hijo de don  Antonio Maura, amigo y contrincante político del propio Canalejas,  donde pasa revista al padre y al político desde el recuerdo del vil asesinato. “Más fuerte que el dolor”, -escribe sobre el magnicidio- “más fuerte que el deseo de venganza fue mi orgullo de ser su hijo”.

Acierta Elorriaga a escribir una biografía muy bien documentada de un estadista español desconocido  y explica el comportamiento ejemplar en su vida pública y privada; acierta a exponer unas ideas que hoy deberían ser debatidas porque muchas pueden ser aprovechables. Los partidos moderados españoles c omo el PP, UPyD, Ciudadanos o Vox tienen un referente  donde anclarse. Supensamiento está más vigente que nunca.

Acierta el escritor a ponerlo en las librerías al cumplirse cien años largos desde su muerte y acierta plenamente al rescatar  del Diario de Sesiones unos textos que son todo un ejemplo de oratoria parlamentaria, talento, valentía y tolerancia. Felicitaciones, pues, al Congreso de los Diputados por editar este libro que debería estudiarse en las escuelas y en las Facultades de Derecho, Políticas, Sociología y Periodismo. Y al autor, por este esfuerzo tan meritorio para ofrecer una visión global, integral y actual del presidente Canalejas. Un libro necesario para entender a un patriota que dio su vida por nuestras libertades y abrió caminos para solucionar problemas que, paradójicamente, un siglo largo después, siguen sin resolverse. Un referente de liberalismo  social que sembró la semilla  del Estado del Bienestar.

¿Llegaría España a enaltecer la memoria de un hijo tan predilecto?, se preguntaba su hijo mayor, casi 20 años después del asesinato.  A la vista del manto de olvido que hemos tejido sobre su memoria, la respuesta es, desgraciadamente,  no. Sus restos descansan en el panteón de Hombres Ilustres, próximo a la estación de Atocha en Madrid. La ambición de este insigne español, nacido en Galicia, era simple: ser digna del amor de los españoles.

 

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