Me pregunto qué pasaría si tratásemos a nuestra Biblia como tratamos a nuestro teléfono móvil.
¿Y si la lleváramos a todos lados en nuestra cartera o bolsillo?
¿Y si regresáramos a casa si se nos hubiera olvidado?
¿Y si la revisáramos varias veces al día?
¿Y si la usáramos para recibir mensajes del texto?
¿Y si la tratáramos como si no pudiésemos vivir sin ella?
¿Y si la ofreciéramos como regalo?
¿Y si la usáramos mientras viajamos?
¿Y si la usáramos en caso de emergencia?
Esto es algo para animarnos a preguntar… hmmm… ¿dónde está mi Biblia?
Ah, y una cosa más. A diferencia de nuestro teléfono móvil, no tenemos que preocuparnos de que nuestra Biblia se quede sin saldo… ¡porque Jesús ya pagó la cuenta!
La Biblia está cargada eternamente. Nunca tiene que ser recargada.
Cuando dices: «Es imposible» Dios dice: Todo es posible. (Lucas 18:27)
Cuando dices: «Estoy muy cansado.» Dios dice: Yo te haré descansar. (Mateo 11:28-30)
Cuando dices: «Nadie me ama en verdad.» Dios dice: Yo te amo. (Juan 3:16 y Juan 13:34)
Cuando dices: «No puedo seguir.» Dios dice: Mi gracia es suficiente. (II Corintios 12:9 y Salmos 91:15)
Cuando dices: «No puedo resolver las cosas.» Dios dice: Yo dirijo tus pasos. (Proverbios 3:56)
Cuando dices: «Yo no lo puedo hacer.» Dios dice: Todo lo puedes hacer. (Filipenses 4:13)
Cuando dices: «Yo no soy capaz.» Dios dice: Yo soy capaz. (II Corintios 9:8)
Cuando dices: «No vale la pena.» Dios dice: Sí valdrá la pena. (Romanos 8:28)
Cuando dices: «No me puedo perdonar.» Dios dice: YO TE PERDONO. (I Juan 1:9 y Romanos 8:1)
Cuando dices: «No lo puedo administrar.» Dios dice: Yo supliré todo lo que necesitas. (Filipenses 4:19)
Cuando dices: «Tengo miedo.» Dios dice: No te he dado un espíritu de temor. (I Timoteo 1:7)
Cuando dices: «Siempre estoy preocupado y frustrado.» Dios dice: Hecha tus cargas sobre mi. (I Pedro 5:7)
Cuando dices: «No tengo suficiente fe.» Dios dice: Yo le he dado a todos una medida de fe. (Romanos 12:3)
Cuando dices: «No soy suficientemente inteligente.» Dios dice: Yo te doy sabiduría. (I Corintios 1:30)
Cuando dices: «Me siento muy solo.» Dios dice: Nunca te dejaré, ni te desampararé. (Hebreos 13:5)
España cuenta con 4.785 comunidades religiosas, 22.997 parroquias, 412.173 fieles asociados, 70 diócesis, 783 monasterios y 86 asociaciones laicales, según un documento de la Conferencia Episcopal Española de junio de este año. Además, hay 17.337 sacerdotes, 29.170 religiosas, 1.203 seminaristas, 102.859 catequistas, 436 diáconos permanentes y 9.518 religiosos.
La primer misión de la Iglesia es el anuncio de Jesucristo salvador. Este anuncio lo realizan laicos, sacerdotes y consagrados a través dela catequesis y los grupos de formación cristiana, la predicación y la vida entregada que da testimonio de una esperanza mayor.
En cuanto a la actividad religiosa (sacramentos y labor pastoral), se celebran 193.394 bautizos al año, 41.975 matrimonios, 222.345 primeras comuniones, 25.663 unciones de enfermos, 129.171 confirmaciones y 135 ordenaciones sacerdotales.
Aunque la celebración tiene lugar sobre todo en las parroquias, la presencia secular de la Iglesia en España ha dejado muchísimos lugares para la celebración: ermitas, santuarios, basílicas, monasterios… En torno a ellos, hay un gran número de traiciones en forma de romerías, peregrinaciones y expresiones múltiples de la piedad popular.
Según la Conferencia Episcopal Española, en España hay 616 santuarios, 4.244 cofradías, con 1.045.346 cofrades, 92 fiestas religiosas de interés turístico nacional y 42 fiestas religiosas de interés turístico internacionales. Además, peregrinan a Santiago de Compostela 327.378 personas.
El acompañamiento de la Iglesia
Por otra parte, la Iglesia realiza una labor de acompañamiento. Así, en España hay 11.377 parroquias en ámbitos rurales y 756 parroquias e instituciones colaboradoras en la patronal penitenciaria. Un total de 18.861 personas realizan labores voluntarias y de agentes de pastoral de la salud y 2.755 voluntarios de pastoral penitenciaria.
Así, 66.882 personas están acompañadas en hospitales cada mes y los sacerdotes, consagrados, voluntarios y seglares dedican 45,2 millones de horas a la actividad pastoral.
Además, la Iglesia realiza una labora de enseñanza. En España hay 2.586 centros de ideario católico, con 1.521.196 alumnos, a los que enseñan 106.005 profesores maestros. En cuanto a la enseñanza superior, hay 15 universidades católicas con 91.980 alumnos. Todo ello supone un ahorro económico al Estado de 3.500 millones de euros, según la Conferencia Episcopal.
Como recuerda el texto de la Conferencia Episcopal, la Iglesia llegó a la Península Ibérica hace casi 21 siglos. Según la tradición, los apóstoles Santiago y Pablo anunciaron el Evangelio en esta tierra. Y a ellos se unieron sitie varones apostólicos que evangelizaron el sur de la Península.
Otra labor que realiza la Iglesia en España es la del servicio a los demás. En concreto, hay 140.000 personas ayudadas en centros para promover el trabajo, 130.000 inmigrantes atendidos, 23.000 mujeres atendidas en centros para víctimas de violencia y promoción de la mujer, 50.000 drogodependientes en centros de rehabilitación, 64.000 menores en centros de tutela de la infancia, 2,1 millones de personas en centros para mitigar la pobreza y 9.119 centros asistenciales sociales de la Iglesia.
Cáritas, la organización vinculada a la Iglesia que se vuelca en la acogida y el acompañamiento a las personas vulnerables y excluidas, cuenta con 70 Cáritas diocesanas, 84.551 voluntarios y 2.687.257 personas atendidas en sus proyectos.
Por su parte, Manos Unidas, otra organización no gubernamental de la Iglesia Católica, cuenta con 907 proyectos en 54 países, en los que trabajan 5.345 voluntarios y de los que se benefician 1.422.011 personas.
Misioneros españoles por el mundo
En cuanto a los misioneros españoles por el mundo, hay 10.939. De ellos, más de la mitad son mujeres (5.976, de ellas 5.467 religiosas) y el resto hombres (4.963, de ellos 3.477 religiosos). También hay 987 sacerdotes diocesanos, 905 misioneros laicos y 103 obispos en países de misión.
La distribución de los misioneros españoles por continentes es la siguiente: 3.881 en países de Europa; 945 en África, 511 en Asia y 27 en Oceanía.
«Toda esta actividad de la Iglesia se realiza con las aportaciones de millones de personas que comparten la misma fe o que sencillamente confían en las actividades y los proyectos que ella realiza», explica la Conferencia Episcopal en su documento.
La aportación ciudadana es mediante colectas, suscripciones y donativos a las parroquias y otras instituciones eclesiales. Otra parte se recibe directamente de los contribuyentes a través de la asignación tributaria.
Por ejemplo, en 2018, más de 8,5 millones de personas marcaron la X en su declaración d ella renta a favor de la Iglesia católica y de su actividad, lo que supuso 285,11 millones de euros.
Este dinero, que recibe la Conferencia Episcopal, se distribuye en un 80% a las diócesis para su sostenimiento. El resto se emplea en pagar la seguridad social del clero y los obispos y en proyectos pastorales y educativos del ámbito nacional.
Anne Soupe, teóloga y «candidata» a sustituir al cardenal de Lyon.
Por Antonio Aradillas
Gracias sean dadas a Dios y a la intercesión de dos “santas” mujeres, la Iglesia se hizo recientemente “buena noticia”, es decir “evangelio”, ante el mundo, nada menos que en los ámbitos propios y específicos de los “Derechos Humanos” y su reivindicación “para la mitad de la humanidad, más uno”, constituida por el sexo femenino.
Los hechos y sus protagonistas fueron y son así de simples y de sencillos:
Una religiosa, de nombre Mercedes, para mayor identificación con 96 años cumplidos, le sugirió públicamente al papa Francisco que termine de una santa vez, en los actos litúrgico, con las mitras y su ritual episcopal correspondiente, por ser ellas otros tantos e inequívocos signos de poderío señorial impropios de una institución constituida por Jesús al servicio de los pobres, como es la Iglesia. Al igual que tantos y tantas miembros de la Iglesia, Mercedes jamás llegó a imaginarse a Jesús tocado con sombreros tan raros —“de quita y pon”–, y cuya puesta y deposición turban y conturban a los asistentes a los actos litúrgicos, robándoles piedad y discernimiento religioso.
La mujer protagonista del otro episodio es francesa, teóloga de oficio y de vocación, se llama Anne, quien también en público “ha presentado su candidatura” a substituir al frente de la diócesis de Lyon, al cardenal Fhilippe Barbarín, sucesor a la vez de unos cuantos –cuatro– obispos, de cuyas “vidas y milagros” administrativos y de los otros –no precisamente pastorales– es preferible no hablar por razones de decencia…. La teóloga, como mujer y como seglar, acaba de provocar un escándalo de primera magnitud en los ámbitos eclesiásticos, de mayores proporciones, si cabe, que si hubiera negado el dogma de la Santísima Trinidad, por citar un ejemplo.
Y es que en la Iglesia, todavía y pese a las leves y discretas insinuaciones aún, pontificias, priman y destacan los hombres. Ellos son y están sobre todo, con relevante mención para las mujeres. La Iglesia es cosa de hombre. Como todo o casi todo en la vida, y más en la “religiosa”. Con inclusión de que ella –la mujer– fue instigadora del primer pecado que se cometiera en el Paraíso Terrenal, heredado además con sus consecuencias nefastas por los habitantes del globo terráqueo, todo lo correspondiente al sexo femenino, con alguna que otra excepción “virginal”, dificulta o imposibilita el trato con Dios, tal y como consta en los Códigos de Derecho Canónico, con interpretaciones viriles sin consistencia, sin sabiduría, sin Sagrada Escritura y sin Teología…
¡Otro escándalo para la Iglesia, según los comentarios de muchos, casi todos ellos, miembros de la jerarquía eclesiástica a la que le sobran esportones y contenedores de tan variados signos, más que dogmáticos, ético-morales, que son los que en mayor proporción les afectan a los componentes del pueblo de Dios…¡
Del “escándalo” que se dice producido por la teóloga, no es ella su progenitora.. Los “padres” de tan relevante escándalo, y de otros consecuentes, son hombres. Hombres-varones, de por sí machistas, que masculinizaron la institución eclesiástica hasta despojarla de características y propiedades inherentes al ejercicio de la maternidad, convertidos ellos –los hombres-varones-, en sus artífices, continuadores “por la voluntad explícita de Dios”, hasta con irrogación del atributo de “infalibles”, cuestionado hoy a la luz de estudios catequísticos de primer grado.
El escándalo –escándalo — “hecho o dicho contrario a la moral social, y que produce indignación y habladurías maliciosas”-, ni es ni está en las declaraciones de Mercedes y de Anne. Está en la necesidad perentoria y urgente de tener que hacer tales denuncias, cuyas consecuencias atentan contra la dignidad de las personas y contra la voluntad de Dios, que creó al hombre y a la mujer, en igualdad de derechos y de deberes. Negar, poner en duda, cuestionar o no favorecer este plan creador equivaldría a ofender al mismo Dios y a su obra.
A la Iglesia siempre y más hoy, –por su condición “franciscana” y “en salida”–, le hacen falta obispas, arzobispas, cardenalas y párrocas, además de sobrarles mitras y otros aparejos. Nos quedamos sin Iglesia, entre otras razones, por la infravaloración que la mujer por mujer ha padecido, y sigue padeciendo, en el ordenamiento eclesiástico, reducido en gran parte a la burocracia, al “¡ordeno y mando¡” y al omnímodo ejercicio del clericalismo burdo y absurdo. Para terminar con la Iglesia le sobran dentro de ella, fuerzas de signo y actuación prevalentemente machistas…
El hecho e interpretación “dogmática” de que, desde la Santísima Trinidad hasta sus penúltimos representantes jerárquicos, han de ser, y serán, pertenecientes al género masculino, más que escandaloso, resulta incongruente, sin sentido , anti- natural y, por tanto, anti- religioso.
¡Por amor de Dios, una párroca para mi pueblo y para tantos otros más, cuyos responsables pastorales están ahítos de cánones, de misterios, de anatemas y de símbolos extra y para- litúrgicos, escasos de convivencia y de integración –encarnación- en la comunidad que dicen ”pastorear”!
Diócesis y parroquias demandan ya, e inaplazablemente, mujeres…
En mis zagalones años universitarios salmantinos, frecuenté la biblioteca de su Universidad, con la fervorosa intención de localizar algunos de los libros procedentes de la que había sido propiedad privada de su antiguo Rector, don Miguel Unamuno. Fijé mi atención de modo especial en los subrayados personales de los Evangelios y otros libros del Nuevo Testamento, llegando a conclusiones definitivas en relación con la fe y su vivencia en la Iglesia oficial y extraoficial, en España.
De otros libros y documentos firmados por él, percibí su docta crítica y preocupación religiosa por la necesidad de serias reformas a las que jerarquía y laicos habrían de someterse penitencialmente en los lares patrios, con el fin de que su parecido con el legado de los santos evangelios sobrepasara los límites de la “pura coincidencia” gestual y descomprometida. Calificado de “Reformador” y de “El Lutero español”, pudo intercambiar su nombre de Miguel por el de Martín, con implícitas referencias al protagonista de las “95 tesis sobre las indulgencias” clavadas en las puertas de la iglesia del castillo de Wittenberg el día 31 de octubre del año 1517, y del posterior Decreto de la Dieta de Worms, firmado en mayo del 1521.
En el marco de las celebraciones conmemorativas de tan importante acontecimiento universal, con incidencias transcendentales en las esferas religiosas, políticas y civiles, extracto algunos párrafos de los escritos por don Miguel Unamuno en relación con el tema, con conciencia religiosa de que él mismo debe ser “El Lutero español”, tal y como no pocos pensadores de la época lo calificaron.
“Desde hace algún tiempo… se va afirmando en mí una profundísima persuasión de que soy un instrumento en manos de Dios para contribuir a la renovación espiritual de España. Toda mi vida, mis triunfos, la popularidad que voy ganando, mi elevación a este Rectorado (octubre de 1900), todo ello me parece enderezado en ponerme en situación tal de autoridad y de prestigio, que haga mi obra más fructuosa”.
“Yo creo que la solución del protestantismo es la única que puede salvarnos del irreligiosismo y de la indiferencia y del olvido de la otra vida”.
“Recuerdo también la lucha de los aldeanos alemanes, lucha terrible provocada por el hambre, pero de cuyo sacudimiento poderoso salió el movimiento redentor de la Alemania moderna: la Reforma. También aquí tal vez de una guerra de aldeanos salga el preludio de la Reforma española, el dogma de nuestro pueblo”.
“Los pueblos latinos necesitan, a mi sentir, una revolución religiosa, algo que sea para ellos lo que la Reforma para los germanos y anglosajones.¿Cómo será?. No lo sé.”
“En España hay quienes maldicen del Protestantismo, no por lo que tenga de heterodoxo desde el punto de vista de la Iglesia católica romana, sino por lo que dicen que tiene de no español, de exótico y de extranjerizante…Yo creo que nuestros místicos españoles del siglo XVI, pretendieron una verdadera Reforma española, indígena y propia, que fue ahogada en germen por la Inquisición”.
“El Padre Cámara, obispo de aquí (Salamanca), me mandó un “ultimátum” con el propósito de condenar mis escritos de denuncia del catolicismo político – eclesiástico, y si me llevan a mi Dieta de Worms, mejor. Tal vez así empecemos a poner España en camino de que alboree la paz de Westfalia, que bien lo ha de menester”.
“Es indudable que la Religión católica, oficial en España, y la que profesan la mayoría de los españoles, -aunque muchos finjan profesarla y otros no tengan conciencia de ello-, ha influido y sigue influyendo, en el modo de ser, de vivir, de pensar y de sentir del pueblo español, tanto o más –creo que mucho más- que su lengua, su legislación, su historia etc.”
“Una vez más, y no será la última, tengo que repetir lo vergonzoso y degradante que resulta el que un país que se dice cristiano, no haya leído el Evangelio la mayoría de los hombres ,que por cultos se tienen, y que en cambio se cuelguen al cuello de los niños, a modo de amuletos, trocitos de Evangelio en “latín”, metidos dentro de unas bolsitas cosidas y adornadas con lentejuelas, y que se traguen las parturientas unas cintillas de papel conteniendo jaculatorias y otras formas del más bajo y anticristiano fetichismo”.
“Yo no sé qué esperar de pueblos materializados por una larga duración de fe implícita católica, de creencias rutinarias y en los que parece gastado el resorte interior… No sé qué esperar de pueblos en que siglas de una religión más social que individual, más de ritos y ceremonias y exterioridad, que no de lucha íntima, les ha llevado a una “librepensaduría” de indiferencia y de resignación …De la superstición de un Cielo y de un Infierno ridículos e infantiles la llevado a una “librepensaduría” de indeferencia grosera”
La Iglesia católica en España necesita reediciones de personajes como don Miguel Unamuno con sobrenombre, visión y misión reformadora de Martín Lutero. Tienen estremecedora vigencia estas denunciadoras palabras del Rector de la Universidad de Salamanca, escritas el año 1906:”Porque el santo Oficio y la Inquisición fue instrumento más bien político que religioso. La conservación de la pureza de la fe católica no era sino un pretexto para conservar la unidad nacional, que se veía comprometida por la herejía. Hoy todavía lo de “protestante” suena a nuestro pueblo más bien que a otra cosa, a algo anticonstitucional, exótico, enemigo de la Patria y de su tradición”.
La “roucovarelización” episcopal, y católica en general, a la que todavía está, y seguirá estando durante más tiempo, la Iglesia en España, demanda actividad y presencia reformadoras. Su encarnación en miembros del episcopologio y en sacerdotes, frailes, monjas y monjes, no es por ahora posible. Unos y otros, por ejemplo, viven y conviven de eso, es decir, “por ser vos quien sois”. Laicos y laicas no están aún capacitados en la Iglesia española para ser y ejercer de “Luteros”, no atisbándose siquiera algunos rasgos “unamunianos”, con el prestigio, comprensión y cultura que los siguen definiendo…