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SIN CONFERENCIA, SIN MUJERES Y SIN MISAS

Portada del último libro de Antonio Aradillas.

Por Antonio Aradillas

Los hechos son así de claros y de significativos. Además de dramáticos siempre, y con relieve singular en el marco de una semana en la que, un día sí y otro también, la violencia machista deja en España regueros de sangre de madre, de esposa, ex –esposa o con pretensiones a serlo.

El número de mi tarjeta de “identificación personal  e intransferible” del Centro Municipal de Mayores –“Ginzo de Limia”-  en el madrileño distrito de Fuencarral-El Pardo, es el 21580720. De vez en cuando, acudo a saludar a amigos y colegas, por su cercanía a la Ciudad de los Periodistas, y siempre tuve abiertas las puertas para dar conferencias, por ejemplo, sobre “Francisco, el Papa Reformador; “La Iglesia que se acaba” o “La Ruta de la Plata”…

Recién publicado mi nuevo libro con el título “Historias íntimas de una mujer maltratada”, el responsable del negociado cultural me fijó la fecha del 18 de noviembre próximo para el coloquio—conferencia sobre el tema.  Al día siguiente, recibí una llamada telefónica personal suya, informándome que, comentando el compromiso con el resto de la comisión, habían decidido anularlo “por no parecerles apropiado y no cumplir con las características oportunas para el fin que se destinan”.

Al rogarle que me tradujera al castellano esta expresión ritual, reconozco con piedad que se hizo un auténtico lío, con referencias a que “claro,  también las mujeres son a veces las culpables”, “el tema es muy delicado”, “va a haber muchas disputas”…. Pero, eso sí, “todos nosotros somos buenos padres, queremos y respetamos en el Centro y fuera de él, a nuestras esposas, a nuestras hijas y a nuestras nietas”. Tuve ocasión de reafirmarme en la idea-eje de que la decisión tomada por las –y ¿las?- dirigentes culturales del Centro no diferían en demasía de las rabiosamente machistas imperantes en la sociedad española en general, al coincidir al día siguiente en el “metro” con uno de los directivos que, aún en vacaciones “canarias”,  conocía el tema y, por  supuesto, tal y como expresamente me dijo, estaba de acuerdo con la negativa a mi conferencia. 

Y este es el caso: Al menos en este Centro de Mayores -“Ginzo de Limia – Ciudad de los Periodistas, del distrito de Fuencarral- El Pardo, “no es apropiado” reflexionar sobre la violencia machista “porque, claro, a veces, también las mujeres…”

A la búsqueda de los responsables de tamaño disparate, impropio de un país civilizado, con o sin mujeres, en la directiva del Centro Municipal ¿no es posible que alguien no se dé por aludido y tome las medidas oportunas y precisas, para que no siga imperando este tipo de política municipal, injusta, anti -cívica y asilvestrada? ¿Qué parte de responsabilidad puede competirles a los políticos municipales encargados de estos centros, al servicio de los más desvalidos/as como en el trágico caso de las mujeres maltratadas?

Ante denuncias informativas como estas, las identificaciones correspondientes, es de cajón, y un deber de justicia municipal, que se tomen las medidas que procedan para que el término “violencia machista” se tache y se borre del diccionario de la convivencia entre los seres humanos y se deje de una puñetera vez de argumentarse tal y como a mí mismo se me refirió, que “el número de muertas es mayor que el de muertos, porque el hombre tiene más fuerza”(¡¡)

No me duelen prendas al referir estos dolorosos y bochornosos hechos, dada la importancia, la gravedad y el salvajismo que cantan y presagian las estadísticas de mujeres muertas, y las de los hijos huérfanos, que siguen provocando no pocos hombres, escudándose en “razones de su fuerza bruta”. Pero, que conste, que esos mismos siempre están dispuestos a ser los primeros en cederles el paso en la vida social, por aquello de las buenas formas y la educación cristiana recibidas…

El libro “Historias íntimas de una mujer maltratada”, tiene 298 páginas y está prologado por la teóloga Isabel Gómez- Acebo.

(Mientras tanto,  teólogos, obispos y curas machistas, siguen disertando si las mujeres podrían ser, y ejercer, como sacerdotes, aunque la Iglesia se quede sin ellas y sin misas, pero teniendo que reconocer sin más remedio   estar ya en vísperas inminentes de cambios profundos en estas disciplinas canónicas).

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EL CELIBATO QUE SE ACABA

Foto: AFP Photo/Osservatore Romano

Por Antonio Aradillas

No sé si se acaba, si se está acabando o si se acabó. Pero, con documentación veraz, hidalguía, humildad y misericordia, acerca del celibato sacerdotal no cabe otro diagnóstico que el formulado de esta difusa, y posiblemente confusa, manera.

En esta ocasión, y entre tantas noticias y comentarios como distribuyen las agencias de prensa, y de las que se hacen fiel eco los medios de comunicación social, -con inclusión de algunos eclesiásticos-, no hay día, y casi página o espacio, en los que el celibato sacerdotal no se haga, piadosa o impiadosamente, presente.

Mueven y conmueven en esta dirección, estas cuatro noticias:1) además del sacerdocio de hombres casados, el Sínodo de las Amazonías tratará otros problemas. 2) En la Iglesia francesa se toma cada día en mayor consideración el tema de los hijos de los sacerdotes católicos, a quienes se les suele conocer popularmente como “hijos de Satanás” o “hijos sacrílegos”. 3) En una prestigiosa galería internacional  de arte, se subasta el cuadro de Velázquez titulado “La Papisa”, retrato de la amante del papa Inocencia X que, con el número 236, ocupó la Cátedra de san Pedro, muriendo en Roma a los 80 años de edad, en 1655, y cuyo nombre de pila fue el de Giovanni Battista, con el apellido Pamphill. 4 ) Tal y como están hoy las cosas, “la pelota del acceso de los casados al sacerdocio católico está en el tejado de las Conferencias Episcopales”.

El famoso padre jesuita José María Díez-Alegría, teólogo de gran prestigio y a quien nadie puede negarle su condición de hombre sensato y creyente, afirmó que “el celibato  sacerdotal es una fábrica de locos”. (Se tiene la seguridad de que tal aseveración no respondió ni solo ni fundamentalmente al comportamiento del conocido cardenal Federico Tedeschini, exnuncio apostólico en España, “mister impresionante en físico,  talento y en diplomacia”, principal figura de la Curia de entonces, muerto en Roma en 1959 y cuyo fallecimiento ocasionó importantes problemas hereditarios al Vaticano y a sus propios parientes, a consecuencia de los dos hijos que tenía, considerados  “nepotes” o sobrinos. 

Jesús instituyó la Eucaristía, pero no el celibato sacerdotal. Aseverar lo contrario obliga a pensar una vez más en la perentoria necesidad que se registra en la Iglesia adulta, de educarse y formarse en la fe. Estudiar la historia de los papas, de la Iglesia universal y vivir con los ojos sensiblemente abiertos a las realidades temporales y “divinales”, con el evangelio como testigo, lleva a conclusiones precisamente no identificables, ni coincidentes, con lo que se cree, predica y practica acerca del celibato  sacerdotal, de su extensión y de su convicción. 

Con honestidad, ascética, Biblia e historia, no resulta fácil aportar razones convincentes relativas a la justificación plena y fervorosamente católica del celibato sacerdotal, fundamentadas  sistemáticamente en las propiciadas por el minúsculo y poco representativo Concilio de Elvira. Por cierto, del mismo se dice que tuvo lugar en “Illiberis”, hoy ciudad de Granada, y al que tan solo asistieron 19 obispos de la Hispania romana, con excepción de los de la provincia Tarraconense (¡¡). Tan fastuoso acontecimiento  “católico” estaría fechado entre los años 303- 10 de la era cristiana. En su canon 33 se decreta: “Plugo mandar terminantemente que los obispos, presbíteros y diáconos y todos los clérigos, que se abstengan de sus cónyuges y no engendren hijos, y quienquiera que lo hiciere sea apartado de la clerecía”. (Gracias a Osio,  el célebre obispo de Córdoba, actos y actas de tan minúsculo concilio lograron ser conocidos en el mundo cristiano).

No descarto la existencia de razones ascético- místicas al dictado de ideas  purificadoras “piadosas”, también con ascendencias paganas, para justificar el celibato del que oficialmente hizo y, en parte, hace, gala la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, aún con el complemento doloroso de la comprobación de tantos escándalos…Pero la verdad-verdad, humilde, resignada, provocadora por algunos, sin temor a anatemas y a expulsiones del siempre privilegiado estamento clerical, sobre cualquier otra, es el del más que probable detrimento que padecerían los signos de la Iglesia, a la hora de tener que heredar los hijos legítimos de los padres-papas, obispos o curas en su diversidad de escalafones, quienes hasta ahora habrían de estar legalmente incapacitados para disfrutar de las riquezas “eclesiásticas”, por aquello de que, más que la de hijos, su calidad era y es la de “sobrinos”. Al celibato sacerdotal le “costará Dios y ayuda” ser desterrado de la Iglesia católica, primando en ello los motivos substantivamente económicos de la institución…

Pero los tiempos, y los criterios, cambian, en igualdad de condiciones para mal, pero también para bien y, conocidos algunos de los fines de la convocatoria del Sínodo de las Amazonías, y que entre ellos destaca la integración en el ministerio sacerdotal de hombres casados, con todas sus consecuencias, en buena lid y lógica equivale a la aceptación ya del celibato opcional.

“Amazonías”, es decir, zonas huérfanas de celebraciones eucarísticas por falta de curas, son muchas en la cristiandad. Faltan curas. Y a los que son, pero oficialmente se les impide su ejercicio-ministerio por lo del celibato en cuestión, han de sufrir el bochornoso, blasfemo e irracional dicterio de que sus hijos sean tratados como si hubieran sido engendrados por el mismísimo Satanás…

La lógica, el sentido común, el convencimiento de que sin Eucaristía no hay Iglesia, así como la falta de racionalidad de los argumentos, acaban de abrirle santa y sensatamente al papa Francisco las puertas del exilio del celibato, para gloria de Dios y edificación de su pueblo. De todas maneras, de entre “las dolorosas previsiones” de Juan Pablo II,  merece especial reseña la de “siento  que la abolición del celibato sucederá; pero que yo no lo vea…”. 

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FRANCISCO HIGIENIZA LA IGLESIA

El Papa Francisco

Por Antonio Aradillas

Tristes, tristísimas y lacerantes preguntas se formulan los exalumnos del colegio-seminario de La Bañeza y de Astorga “decepcionados tras la sentencia contra el sacerdote Ramos Gordón, quien fue el que cometió los “abusos”, sin afectar para nada a quienes los consintieron durante años tan largos, con más o menos aquiescencia. Y la pregunta es esta: “pero ¿qué es lo que tiene, o no tiene, que hacer un cura, o alguno de los miembros de su jerarquía, para que los excomulgue la Iglesia”?

A quienes la formulan, padecieron, y siguen padeciendo,  las consecuencias inherentes al término “abuso” que, en conformidad con declaraciones y testificaciones, también judiciales, su sola enunciación haría chirriar de asco y de dolor  todas y cada una de las sílabas que componen las palabras de esta información, es posible que les sean de utilidad y consolación mis apreciaciones, urgiendo destacar que algunas de ellas fueron vividas en carne propia y hasta sus penúltimas consecuencias.

  • Lo importante para quienes representaban, y siguen representando, a Nuestra Santa Madre la Iglesia, era y es, que se crea y practique que ellos, solo ellos, y por su “sagrada” condición, son siempre, y en todo, santos, a la vez que los demás –laicos y “sacerdotillos”, son de por sí, “pecadores”.
  • Lo que por encima de todo es preciso –imprescindible-  cuidar y salvar, es el buen nombre de la institución, en este caso, la Iglesia y la curia, por lo que la prensa, “impía y blasfema” por más señas, habrá de rendirse a sus pies a perpetuidad con sus “prudentes” silencios o “inocentes” informaciones, que no enturbien la buena “fama” aureolada de adjetivaciones protocolarias canónicas o litúrgicas.
  • El daño moral, sicológico y religioso, irreparable la mayoría de las veces, causado por educadores o “pastores” de la Iglesia, interesó poco o nada. Aún más, con los siete sellos bíblicos se les cerró la boca a las víctimas, condenándolas en esta vida y en la otra, en el inverosímil caso de que se les escapara algún comentario y pudieran hacerse públicas algunas de las indecentes e innobles fechorías por ellos cometidas, a veces, poniendo a Dios por testigo de que, “lo que ellos hacían, o consentían, no era malo”…  
  • Resulta increíble que, por ejemplo,  sabedores determinadas autoridades episcopales,  de la redomada y viciosa  inclinación hacia la pederastia  de cierto sacerdote,  su “castigo” se limitara  a procurar su traslado  a otra actividad “pastoral” y, en un caso concreto, mientras no dispusiera  de casa propia  para la familia,  se le facilitara y acondicionara  su estancia en el internado  de un colegio  de monjas  dedicadas a la enseñanza…El colegio en cuestión, como tantos otros, disponía de otra perta por la que tenían acceso las niñas que entonces pertenecían a  la clase de  “gratuitas”.
  • Tal y como literalmente se ha referido por parte de algún miembro de la jerarquía de que “gracias a Dios prescribieron determinados procesos”, los comentarios que a esta “satisfacción” se han hecho y se harán, enrojecerán de vergüenza la faz de aquellos cuyas cabezas siguen coronando las cornúpetas mitras. A Dios no es posible “darle gracias” por la perdularia pereza burocrática que, más o menos interesadamente, inficiona el ritmo de ciertos procesos de carácter eclesiástico.  Precisamente habrá que pedirle perdón por tal dejadez que perjudica a la justicia y al bien integral de los débiles o pobres. En resumidas cuentas, y contestando a parte de la pregunta formulada por las víctimas de los abusos sexuales, en la determinación de no excomulgarlos de la Iglesia, la hipocresía, la “buena fama” y el “buen nombre de la institución”, fue lo que activó los resortes humanos y divinos para impedirlo.
  • La nueva y sacrosanta disciplina pastoral higienizadora, inaugurada por el papa Francisco en relación con la que él mismo llamó “cueva del clericalismo”, contribuye ya a contestar cuantas preguntas legítimas se formulan las pobres victimas de las acciones o de los silencios culposos de quienes se revisten de ornamentos y de títulos que, en ocasiones, hasta rondan las irisaciones purpúreas. 

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VIOLENCIA MACHISTA E IGLESIA

Por Antonio Aradillas

Apenas si informadores, tertulianos y cronistas  disponen ya de palabras esdrújulas, y en superlativo despectivo, para narrar los hechos tan dramáticamente frecuentes relacionados con la violencia machista, que logra ya acaparar los puestos de deshonor  y de sangre  en los titulares de todos los medios de comunicación social, no sólo por su número, sino por las circunstancias singulares de algunos de ellos, con mención  estremecedora  para los hijos “testigos», su narración causa espanto, terror y consternación a la sociedad.

La violencia machista es lacra y señal denigrante también en el contexto  de la religión –religiones–, con inclusión de la Iglesia Católica, al enclaustrar en su ideario  doctrinal, y en su praxis canónica, destellos de discriminaciones y de marginación por razones de sexo. Para tantas religiones, insisto que con inclusión de la Iglesia Católica, todavía la mujer es “pecado”, digna de reprobación, mientras que, por ejemplo, al mismísimo Dios se le trajea de varón, sin escatimársele calidades y valores masculinos, aunque para ello  sea preciso “usque ad infinitum et ad absurdum”, forzar argumentos bíblicos.

Fieles receptores, y a  la vez, re-creadores de esta infame opinión, son algunas de las frases literalmente extractadas  de los Santos Padres y teólogos, que configuran nuestros catecismos, inspiraron la enseñanza religiosa y de alguna y eficaz manera influyeron en la educación también ciudadana  y civil, así como en las instituciones  que las siguen manteniendo.

Desgraciadamente no es  difícil efectuar tal recapitulación doctrinal, dada la abundancia y rotundidad de los ejemplos y de los testimonios. De su conglomerado y patrulla, destaco en esta ocasión, las siguientes: “No se creó el hombre para la mujer, sino la mujer para el hombre. La mujer debe escuchar la enseñanza quieta y con docilidad. A la mujer no le consiento enseñar ni imponerse a los hombres. Le corresponde estar quista, porque Dios formó primero a Adán  y luego a Eva” (san Pablo 1 Cor. 2). “Las mujeres están creadas  esencialmente  para satisfacer la lujuria de los hombres” (san Juan Crisóstomo). “El orden justo solo se da cuando el hombre manda y la mujer obedece”. “La mujer es un ser inferior  y no fue creada a imagen y semejanza de Dios” (san Agustín). “Si la mujer no se somete al hombre, que es su cabeza, se hace culpable del mismo pecado que un hombre, que no se someta a Cristo. Nada más impuro que una mujer en el periodo. Todo lo que toca lo convierte en impuro” (san Jerónimo). “Toda mujer debería sentir vergüenza con solo pensar que es mujer” (san Clemente Alexandrino).  “Las mujeres son débiles, fácilmente  seducibles y sin mucha inteligencia” (san Epifanio). “ Adán fue engañado por Eva, no Eva por Adán”. “La mujer debe velar su cabeza porque no es imagen de Dios” (san Ambrosio).

Durante la Edad Media, las casadas no podían comulgar con frecuencia porque no se las consideraba suficientemente limpias  y dignas de ello. La prostitución fue tolerada por santo Tomás de Aquino, en su “Suma Teológica, “como protectora de la monogamia y de la estabilidad de la familia”. “La mujer  vino a la existencia como ayuda del hombre; pero solo como ayuda para la generación. A ella ha de negársele la comunicación directa con Dios”. “En efecto, el hombre es el principio  y fin de toda la creación”. “La  mujer no puede recibir Órdenes Sagradas porque se encuentra en estado de sumisión”. “La mujer es inferior al hombre en dignidad y en virtud”.

Dado el relieve, creciente por demás que el Opus Dei –“obra de Dios, por antonomasia”– tiene, y seguirá teniendo y ejerciendo, dentro de la Iglesia, con influencias tan definitivas en empresas, doctrinas y enseñanzas “para” o “extra” eclesiásticas, me creo obligado a acentuar algunos de los pilares que en su “ideario religioso” mantiene como “palabra de Dios”, en relación con la mujer, y  que debieran haber sido desaconsejados , y aún reprobados, “por la autoridad competente”, identificada en este caso con la jerarquía.

“Ellas, las mujeres, no hace falta que sean sabias, basta con que sean discretas” (Camino, 946). “Eres curioso, preguntón, oliscón y ventanero. ¿no se da vergüenza ser tan poco masculino. Sé varón” (Camino, 50). La oración con que terminan sus reuniones, si estas son de hombres, está redactada de la siguiente manera: «¡Santa María, esperanza nuestra, ASIENTO DE LA SABIDURÍA , ruega por nosotros!”. Si la sección es de mujeres, su redacción es : “¡Santa María, esperanza nuestra , ESCLAVA DEL SEÑOR, ruega por nosotras¡”. Las numerarias duermen en camas sin colchón y sobre tablas. No así los numerarios. El servicio doméstico –llamado  de “administración”– está reservado a las mujeres. “No podrán hablar con nadie en su trabajo, ni deben conocer el nombre de los residentes”

Fue decisiva la intervención de Álvaro del Portillo  en la redacción de la “Ordinatio sacerdotales” de Juan Pablo II  en 1994,  en la que afirma que “la Iglesia carece de facultad para conferirle la ordenación sacerdotal a las mujeres” y de que “este dictamen debe ser definitivo para todos los fieles”, al igual que  en la aclaración del Santo Oficio  en 1995 advirtiendo que “la imposibilidad del sacerdocio femenino  ha sido propuesta infaliblemente por el magisterio ordinario  y universal y exige asentimiento incondicional”.

A nadie se le ocurrirá pensar que con la aportación de estas citas, sensaciones y datos pretenda culpar a la Iglesia  de las violencias machistas registradas a lo largo y ancho de la historia, y más de las que en la actualidad acontecen. Pero a todos los varones, y aún a no pocas mujeres, les habrán de servir de puntos de reflexión y de referencias para explicarse los porqués se llegó a tal situación, junto con las dificultades existentes para eliminarlas o mitigarlas lo antes posible.

Si la misma Iglesia considera a la mujer  inferior al hombre, con todas sus consecuencias, además de culpable de incontables desgracias de la humanidad, ¿qué mal hacen los hombres-varones  en maltratarlas con leyes y comportamientos, eliminándoles, por poner un ejemplo, la posibilidad de protagonizar y asumir idénticas responsabilidades a las del hombre por varón –“vir”–, aún dentro de la disciplina  –Código de Derecho Canónico– en la misma Iglesia, con inclusión del sacerdocio? Quede constancia de que la Iglesia Católica como institución, y sus sacerdotes y obispos, son y actúan así, todavía, por definición y convencimientos “dogmáticos” sinceramente  machistas.

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 REBELIÓN EN LA IGLESIA (TRAS LOS PASOS DEL PAPA FRANCISCO)

papa

Por Antonio Aradillas

Congéneres, o sinónimos, del término “rebelión” son, por ejemplo,  “insurrección”, “subversión”, “alzamiento”, “pronunciamiento”, “manifestación”, “echarse a la calle” o, simplemente, “revuelta”. De todos ellos proclama la historia, con mención particular y sagrada para su reducción eclesiástica de “cisma”,  que su fama fue, es y será, al menos “acatólica” e “irreligiosa”, cuando no simplemente “atea”. Sobre las ideas que mantuvieron y acolitaron los comportamientos a ellas inherentes, con satisfactoria y santa complacencia para algunos, recayeron descalificaciones, anatemas y condenas que proyectaron sus nefastos efectos no solo en esta vida, sino también en la otra. Esto no obstante, para otros, dentro de la misma Iglesia, cuanto se relacione con la religión- rebelión entraña gestos y mensajes de refundación y reforma identificables la mayoría de ellos con conceptos y expresiones terminológicas con el de la “penitencia”, esencial al de la “revelación”. “Rebeldía” y “revelación” establecen de por sí una relación  indisoluble,  a  la luz  de la fe –evangelio-, salvadora por teología y por naturaleza.

Los movimientos promotores de ideas y comportamientos de “rebelión” se suelen adscribir en la historia de la Iglesia sistemáticamente a personas, células o núcleos reducidos  -clérigos o laicos- , insatisfechos de por sí, y por vocación, y además sin exponerse  a perder cargos y comodidades  materiales, y aún espirituales, derivadas de  su situación religiosa. Pero misteriosamente, y por la gracia de Dios, la elección como Obispo de Roma del bendito Papa Francisco, levantó dentro, y aún fuera, de la Iglesia, ráfagas salvadoras de esperanzas gozosas, merecedoras  de la atención que justifiquen la publicación de las reflexiones de este y de otros libros, tal y como se desprende de los registros bibliográficos más recientes. 

El Papa Francisco es y se comporta hoy como un verdadero rebelde. La rebeldía es signo –sacramento- de su  manera de ser y de actuar al servicio de Dios y del pueblo, con plenas garantías de que su compromiso con el evangelio es, por encima de todo, su autoridad y su fuerza. Tal reconocimiento y proclamación por parte de católicos, acatólicos, miembros de otras religiones y oficialmente “ateos”, así lo confiesan con naturalidad y grandeza, y con explícito reconocimiento de que la humildad- humanidad, la sencillez, la transparencia, la cercanía y la ternura-terneza “franciscanas” son sus principales referencias “pontificias” fraternas.

La noticia –evangelio se proclama y expande por esos mundos de Dios en los infinitos titulares de los medios de comunicación social, de que hoy, ya y por fin, (¡!) a la Iglesia le es consubstancial la rebelión y esta comenzó a recorrer sus mismos caminos, con toda clase de bendiciones, compromisos, iniciativas y estímulos por parte del Papa. Subtítulos de tan sorprendente e insólita noticia se dedican a destacar las reacciones consiguientes, a favor o en contra, protagonizadas por personas y por sectores amplios y representativos, en la legítima pluralidad de sus opiniones, sin dejar de resaltar el acentuado rechazo de la omnipresente “Iglesia oficial”, responsable última de las decisiones, doctrinas y silencios, sobre todo “curiales”.

Referir, ponderar y explicar las características de la “rebelión”, sin ahorrarse el término de “cisma”, es tarea de los profesionales de la información, que aportan circunstancias y datos, que posiblemente alberguen gestos, palabras y signos de cansancio  que, en ocasiones, desfiguran la imagen atractiva y simpática del  Papa Francisco.

Los interrogantes que “el pueblo fiel”, y aún el ajeno a creencias y a disciplinas  oficialmente cristianas, se formulan son, entre otras muchas, si la verdadera Iglesia es la que predica y testifica el Papa Francisco; si es cristiano y humano el trato discriminatorio “religioso” que la mujer, por serlo, sigue recibiendo  en la Iglesia Católica; si se pueden predicar las ventajas de la democracia y no ejercer sus virtudes en la institución eclesiástica o qué hacer con las riquezas de la Iglesia.

La dirección y el sentido que tienen y tengan la resolución de estos y de otros interrogantes aportarán los perfiles de lo que se quiere que sea la Iglesia. Los diseñados por el Papa Francisco distan bastante de asemejarse  a los que lo fueron en tiempos aún bastante recientes. Tal convicción explica el hecho de que unos cristianos, posiblemente al dictado de buenas intenciones, y generadas por adoctrinamientos pretéritos, rezan por la “iluminación- conversión”, o  “eliminación -muerte  santa y devota” del Papa. Otros lo reconocen y proclaman por encima de cualquier circunstancia geográfica, como  criado y recriado en Asís, con los rasgos y contornos eternos de la espiritualidad mecida  ya al calor de las representaciones primeras del Portal de Belén.

“Rebelión de la Iglesia” (Tras los pasos del Papa Francisco) aporta elementos válidos  suficientes de juicio como para contribuir a la toma de conciencia de la situación de rebelión que se vive en la Iglesia, y que previsiblemente se acrecentará aún más con el transcurso del tiempo y de las personas. La Iglesia del Papa Francisco no es para  muchos, “Iglesia”. Es “Ex –Iglesia”. Para otros, la  “Ex Iglesia” fue y es la vivida y mandada vivir  por  Papas, obispos y sectores católicos a la luz y bajo la inspiración  y esperanzas surgidas auroralmente por el Concilio Vaticano II, pero interpretado éste, aún oficialmente, con criterios antes conciliares, más cercanos, o idénticos, a los del Concilio de Trento.

No es ociosa mi insistencia  en reseñar  que  el término “rebelión”, que destaca en el título del libro, y en todo contexto eclesial, está revestido con las características, gracias y mercedes parejas a las de “revelación- redención” universal, llevada a cabo, y consumada, por Cristo Jesús, en el riguroso contexto de los orígenes semánticos de la activa, pacificadora y dinámica “ausencia de guerra”, -“bellum”- para los latinos. La cita y recuerdo expreso  a los “pasos” – “tras los pasos del Papa Francisco” del título del libro, se cimentan en los  antecedentes gramaticales de la palabra “pasos”, con alusiones directas  a “vivir-transitar por la vida” con las glorias  y limitaciones de la “pasión” y “padecimientos”, características de toda humana existencia.

Algunos temas que componen y  alberga mi libro constituyeron en su día otros tantos capítulos de mi blog “In itínere” de “Religión Digital”, glosados con largueza y lógica diversidad de criterios por los comentaristas de turno. Otros temas son inéditos. Respecto a ellos, subrayo que, al ser las circunstancias de lugar y de tiempo sus inspiradores, su actualidad hay que mensurarla en función de las mismas, aunque siempre con el convencimiento de que, tanto la religión que la vida no se prestan en demasía a piruetas de ninguna clase, aunque no por eso tengan que formularse votos de  doncellería  respecto a los sobresaltos…

La fe, la esperanza  y la caridad –el amor-  administrados con tanta liberalidad  en nuestro caso por el Papa Francisco, garantizan de alguna manera el acierto en la elección de los temas, en su reiteración y hasta en el disimulo y silencio “prudente” de muchos de ellos, con la confianza de que a la Iglesia, como a la vida en general, no le queda más camino que el de la rebelión. “A su medida y armoniosamente, como decían los griegos, es fórmula “religiosa humana y divina a la vez”.

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PADRE ARADILLAS: LA MUJER Y LA IGLESIA

aradillas

Cada vez que se habla de algo, ha escrito sobre ello y, sobre todo, en contra de lo que cabría esperar de un cura, si se trata de una cuestión relativa a la mujer, un tema que, dice, le interesa «mucho», por lo que se ha convertido en uno de los autores que más títulos les ha dedicado, más de una docena. Esta dedicación del padre Antonio Aradillas, que ha escrito 86 libros y que está ultimando su próxima obra, La mujer y la Iglesia, responde al hecho de que como persona «normal» que es, que vive la realidad de la vida, antes que sacerdote o periodista, quiere participar de «los problemas de las personas».

Por ello, lamenta que la Iglesia católica, en lo que respecta a la mujer, «ha perdido el tren de la historia», algo que espera que empiece a cambiar con el papa Francisco. «En la Iglesia, la mujer hoy está preterida como teóricamente no lo está en ningún otro ámbito o ninguna otra institución, como la política o la economía», sentencia este cura periodista, criticando que la «irrupción» de la mujer, en ocasiones superando al hombre», en los distintos espacios «no tiene ninguna respuesta en la Iglesia».

Por ejemplo, denuncia que la mujer no pueda ser sacerdote a pesar de que no hay razón bíblica para ello. «Jesús trató a la mujer estupendamente, cosa que escandalizó públicamente entonces», subrayó. Entre los principales motivos de esta situación de discriminación de la mujer en la Iglesia, Aradillas alude a la influencia del judaísmo y las culturas orientales, donde se trata a la mujer como una cosa y se discutió, incluso, si la mujer tenía alma, cuestiones que recoge en su libro La Iglesia, último bastión del machismo.

Entre los numerosos ejemplos del machismo de las religiones, Aradillas señala la obligación de la religión islámica de que las mujeres lleven burka para evitar la tentación del hombre. También subraya que la Biblia ha sido escrita y traducida a los distintos idiomas por hombres, así como que ya Aristóteles defendió la idea de que la mujer es un hombre imperfecto. «Hay verdaderas monstruosidades», resume este experto.

Tras insistir en que es una «marginación» que hasta ahora no haya mujeres cardenales, Aradillas habla de una misoginia imperante entre, por lo menos, los tres papas anteriores a Francisco, recordando, por ejemplo, que Juan Pablo II escribió en una carta apostólica en 1994 que la Iglesia no tenía «la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres», un dictamen que, como señaló aquel pontífice, «debe ser considerado definitivo para todos los fieles de la Iglesia».

«¡Que la mujer no esté presente en el organigrama de la Iglesia con la capacidad educadora de la fe que tiene!», lamenta este escritor, aunque celebra que es posible que esta situación cambie con el nuevo Papa, puesto que en el próximo sínodo de los obispos es probable que se nombre una cardenala de Holanda. Así lo reflejará este experto en su próxima obra, Autobiografía del papa Francisco, en la que Aradillas se mete en la piel del pontífice.

Según este periodista, esa exclusión de la mujer por la religión influye en otros ámbitos, por ejemplo, explica, en los malos tratos de los hombres sobre las mujeres, donde «hay un principio de teología», puesto que muchas veces hay quien dice y piensa que «algo habrá cuando la Iglesia margina a la mujer». También se ha trasladado a la enseñanza, con la existencia de colegios que segregan por sexos, algo que este cura tacha de «monstruosidad» y una idea «absurd». «Hasta la misma familia es mixta», exclama.

En su penúltimo libro Los otros malos tratos. Confidencias de una mujer, Aradillas se ocupa, plasmando en cada capítulo historias reales que le han contado mujeres, de los malos tratos que no son sangrientos ni aparecen en los periódicos, sino aquellos que limitan a las mujeres por las «tradiciones pseudorreligiosas», como «estar bien casada, pero por intereses» o porque anteriormente era la única forma de poder practicar sexo, por ejemplo. «Situaciones en las que las mujeres, por las circunstancias sociales o religiosas, no se echaron a la calle», explica.

También han salido de su mano otros temas controvertidos, sobre todo por el enfoque aportado por él que es sacerdote, como el de las nulidades matrimoniales eclesiásticas que se concedían cuando no existía el divorcio en España a personas por su cultura, medios económicos o ser reconocidas personalidades, titulado Proceso a los tribunales eclesiásticos, que fue en su día «secuestrado» a petición del pleno de los jueces del Arzobispado de Madrid.

Después, pasó a hablar del divorcio en Matrimonios rotos¿Qué hacemos con los hijos? (en los matrimonios rotos)Divorcio: recta finalEl divorcio en EspañaDivorcio: el pueblo pregunta Divorcio: mercado negro y corrupción, porque, aunque defiende la institución del matrimonio, es partidario de que los matrimonios «irrecuperables» tengan una solución legal, algo que cree que también el nuevo Papa va a aportar.

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EL PAPEL DE LA MUJER EN LA IGLESIA, EN MANOS DE FRANCISCO

mujeresiglesia

El papel que tienen en el seno de la Iglesia católica las mujeres, que son el 61 por ciento de los religiosos, podría dar un vuelco si el papa Francisco sigue la senda que se vislumbra en sus discursos, que siempre arranca con «hermanos y hermanas», o al llamar «discípulas» a las mujeres que rodeaban a Jesús y subrayar su rol «primario, fundamental». Entre esos cambios, podría estar su papel como directoras espirituales, como señala el jesuita exrector de la Universidad de Comillas, José María Díaz Moreno, para quien no es lógico que una mujer tenga que consultar sobre su crisis matrimonial con un hombre, al tener en ocasiones una vertiente íntima y sexual.

Este veterano doctor en Derecho Canónico considera que hay que fomentar el trabajo y el asesoramiento de las teólogas, además de que puedan presidir algún dicasterio, como por ejemplo, los consejos pontificios; ir a las congregaciones generales que se organizan antes del cónclave para opinar sobre el perfil del siguiente pontífice, o incluso participar en la propia elección papal, informa La Voz de Galicia.

Sin embargo, los cambios en la Iglesia no son conocidos por su rapidez y se trata de la organización más antigua de Occidente, donde hace un par de generaciones las mujeres tenían muchos derechos restringidos, por lo que, parece que queda lejos que la mujer pueda ser sacerdote. El problema económico puede ser uno de los obstáculos que frene esta posibilidad, ya que los sacerdotes reciben un sueldo de entre 800 y mil euros, pero las monjas no tienen salario asignado, tal y como explica el vicario de Enseñanza de Lugo, Mario Vázquez Carballo. «Una mujer sacerdote podría tener hijos, como un sacerdote casado, y eso supondría una carga para la Iglesia. Yo puedo aceptar la pobreza, pero ¿y mis hijos? Porque mi sueldo no me llegaría, sobre todo si tuviese muchos», pone como ejemplo para resaltar un aspecto que nunca se tiene en cuenta al hablar de las mujeres ordenadas.

No obstante, muchas mujeres desarrollaron actividades para la Iglesia como fundar organizaciones (congregaciones y conventos), viajar solas o llevar cuentas. Así, Vázquez Carballo apunta que hay cargos para los que no se necesita ser sacerdote y, por lo tanto, las mujeres podrían ocupar, además de destacar que muchas de ellas, en la práctica, hacen papeles de diáconos, que las convierten en diaconisas, lo que considera el «paso anterior al sacerdocio». «Menos confesar, pueden hacer casi de todo (repartir la eucaristía, aunque no consagrar). Este puesto también lo pueden desarrollar varones casados. Obviamente, también son madres generales, es decir, responsables máximas de una organización de religiosas», resume.

 

 

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LA IGLESIA, EXCELENTE AGENCIA DE PUBLICIDAD

moises

La Iglesia puede ser una de las mejores marcas de la Historia, con el mejor de los beneficios: la vida eterna; el mejor precio, gratis total, la mejor marca: la cruz; el mejor manual de instrucciones, más leído y editado de la historia: la Biblia, y delegaciones en todas las ciudades y pueblos, así como grandes hombres encargados de su comunicación, como Moisés. Gonzalo Fernández, en un artículo publicado el pasado marzo en PRNoticias titulado «Las Relaciones Públicas según Moisés», recuerda estas ideas del publicista Tony Segarra sobre la Iglesia y la publicidad.

Según el periodista, la Biblia contiene innumerables ejemplos de cómo la Comunicación y las Relaciones Públicas pueden cambiar el rumbo de la Historia. «En sus orígenes, uno de los precursores de lo que fuera loa religión católica también hizo uso de las relaciones públicas de la mano de Moisés. Muchos han sido los que han considerado a este personaje bíblico uno de los primeros ‘relaciones publicas’, no sólo de la religión, sino también de la Historia», escribe Gonzalo Fernández.

Así, recuerda que Moisés se convirtió en el encargado de guiar al pueblo de Israel en su éxodo desde Egipto en camino de la tierra prometida y que, algunos, le han llegado a denominar como un portavoz del poder, al convertirse en el mediador entre las exigencias de su pueblo, y el faraón Egipcio y hermano suyo, Aarón.

El periodista señala también que hay quien ha querido hacer una analogía entre estos dos personajes con la figura del actual director ejecutivo y el director de Comunicación, por lo que Moisés estaría encargado de informar al faraón Aarón de las necesidades y peticiones del pueblo y de dar a conocer a la población los mensajes del faraón. «Moisés hizo uso de algunas de las técnicas y herramientas más comunes en la praxis de las relaciones públicas», señala en el artículo.

Como ejemplo de ello, pone que hizo uso de sus influencias con los mandatarios egipcios para pedir la liberación de los hebreros en Egipto; hizo que el pueblo se organizara y se revelara de una forma pacífica ante los gobernantes egipcios; materializó los objetivos a conseguir en las famosas ‘Tablas de la Ley’, una ‘hoja de ruta’ a seguir por el pueblo. Asimismo, subraya que llamó a las plagas para desolar Egipto como método de presión para pedir al Faraón la libertad de los hebreos, en lo que cree que puede llegar a considerarse una acción de marketing de guerrilla.

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LAS MUJERES PIDEN LA IGUALDAD EN LA IGLESIA

De los 34 miembros del club de Doctores de la Iglesia, 30 son hombres y sólo cuatro, mujeres: Teresa de Ávila, Catalina de Siena y Teresita de Lisieux, a las que se suma ahora la alemana Hildegarda de Bingen, nombrada recientemente junto a San Juan de Ávila doctora de este selecto y masculino club, por su mayoría de hombres. Esta exclusiva lista refleja la situación de la mujer en la institución.

Pero no es la única ni la más discriminatoria con la mujer. El cardenalato, el episcopado, el sacerdocio y todos los demás ministerios eclesiásticos son otros clubs en los que la mujer tiene prohibido el acceso, incluso, hay muchos obispos que vetan a las mujeres su acceso al altar como monaguillas, según publicó este lunes El Mundo.

A pesar de este freno a la promoción de la mujer en la institución y su poder en la toma de decisiones, la Iglesia católica es mayoritariamente femenina en sus cuadros; la componen un 61% de mujeres, organizadas en distintas órdenes religiosas, frente a un 39% de hombres, entre sacerdotes, obispos, religiosos y diáconos.

En el caso de España, 60.927 religiosos realizan su labor en la Iglesia en España, de los cuales 49.312 son mujeres y 11.615, hombres, y hay 113 congregaciones masculinas y 299 femeninas, según datos de la Conferencia Episcopal Española (CEE).

«Jesús no quiso algo especial para las mujeres. Quiso, para ellas, lo mismo que para los varones», asegura el biblista Xabier Pikaza, en su obra El evangelio de Marcos. La buena noticia de Jesús (Editorial Verbo Divino). Y, prosigue, que en el momento en que la institución se convierte en poder religioso y social, la Iglesia aceptó la estructuras del poder habituales hasta entonces, situación que los varones luego respaldaron con argumentos pseudoreligiosos.

«Hay un temor en la Conferencia Episcopal, como si cualquier mujer que defiende sus derechos estuviera reclamando la ordenación. Y no se trata de eso, sino de que el Evangelio empuja de abajo a arriba, porque habla de una comunidad circular en la que alguien tiene la presidencia, pero en la que todos somos hermanos y hermanas», explica la teóloga Dolores Aleixandre.

La teóloga María José Arana considera que «la ausencia de las mujeres empobrece enormemente a la Iglesia y pierde credibilidad». «Las mujeres en la Iglesia reclaman otro reconocimiento y otra confianza», añade la teóloga española Felisa Elizondo, para quien «hace falta rescatar la aportación de las mujeres a la experiencia cristiana, textos, afirmaciones… Eso es hacer justicia en la historia».

Pero como ha sucedido en la mayoría de las organizaciones e instituciones, las mujeres están trabajando para que termine esa discriminación. Es el caso de Dones en l’Esglesia, un grupo de unas 500 mujeres católicas que se sienten «absolutamente discriminadas». «Tenemos derecho a reclamar, y reclamamos, la paridad en la Iglesia», dicen en sus manifiestos.

Lo demandan porque –dicen– la mayoría de los religiosos son mujeres, además de que también son del sexo femenino las que atienden todos los servicios de las parroquias e incluso, «la mayor parte de las personas que asisten a los actos religiosos». De ahí que, como dice Dolors Figueras, una de las dirigentes del grupo, «si las mujeres hiciésemos huelga, las iglesias se quedarían casi vacías del todo».

«La Iglesia no respeta en su interior esos derechos humanos que tanto proclama para los demás. Ha llegado la hora de decir basta a este atropello. No admitimos que se nos siga discriminando por razón de género», explica Dolors Figueras, una de las dirigentes del grupo, al que pertenecen teólogas como Mari Pau Trayner, Mercedes Navarro o María Antonia Sabaté.

Un ejemplo a seguir son las monjas de Estados Unidos, que llevan años en el ojo del huracán de la Curia vaticana. Entre otras cosas, reclaman «una Iglesia que no discrimine a la mujer y que, por lo tanto, le permita el acceso al sacerdocio». No cuestionan dogmas, luchan por «una Iglesia sin poder ni privilegios».

«En la vida civil, la mujeres lucharon y, al fin, consiguieron sus derechos, hoy reconocidos. ¡Qué pena que en la Iglesia de Jesús todavía no se nos reconozcan! Nuestra discriminación hace tanto daño… Algún día, no muy lejano, los jerarcas de nuestra Iglesia tendrán que pedir perdón por ello», afirman.

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EL PAPA Y SU TWITTER

Como ya hemos contado en alguna ocasión, el Vaticano y el Papa Benedicto XVI en particular, ha amoldado su actuación a los nuevos tiempos y ha abrazado las últimas tecnologías con el fin de llegar a más y más gente.
Hace ya algún tiempo que esto sucede y que el Papa Benedicto, a través de la cuenta del Vaticano @news_va_en , publica mensajes con cierta asiduidad, consiguiendo muy rápidamente un gran número de seguidores.
Sin embargo, la novedad es que, a partir de ahora, los tuits serán diarios, con lo que el contacto entre el Papa y sus fieles o cualquiera que lo desee, casi se puede decir, será ininterrumpido.
La idea ha nacido del secretario del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, Monseñor Paul Tighe, que cree que “muchas de las ideas clave del Evangelio se pueden transmitir perfectamente en 140 caracteres”.

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