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Tag Archive | "mujeres"

UNA PÁRROCA PARA MI PUEBLO

Anne Soupe, teóloga y «candidata» a sustituir al cardenal de Lyon.

Por Antonio Aradillas

Gracias sean dadas a Dios y a la intercesión  de dos “santas” mujeres, la Iglesia se hizo recientemente “buena noticia”, es decir “evangelio”,  ante el mundo, nada menos que en los ámbitos propios y específicos de los “Derechos Humanos” y su reivindicación “para la mitad de la humanidad, más uno”,  constituida por el sexo femenino.

Los hechos y sus protagonistas fueron y son así de simples y de sencillos:

Una religiosa, de nombre Mercedes, para mayor identificación con 96 años cumplidos, le sugirió públicamente al papa Francisco que termine de una santa vez, en los actos litúrgico, con las mitras y su ritual episcopal correspondiente, por ser ellas otros tantos e inequívocos signos de poderío señorial impropios de una institución  constituida por Jesús al servicio de los pobres, como es la Iglesia. Al igual que tantos y tantas miembros de la Iglesia, Mercedes jamás llegó a imaginarse a Jesús tocado con sombreros tan raros  —“de quita y pon”–,  y cuya puesta y deposición turban y conturban a los asistentes a los actos litúrgicos, robándoles piedad y discernimiento religioso.

La mujer protagonista del otro episodio es francesa, teóloga de oficio y de vocación, se llama Anne, quien también en público “ha presentado su candidatura” a substituir al frente de la diócesis de Lyon, al cardenal Fhilippe Barbarín, sucesor a la vez de unos cuantos –cuatro– obispos, de cuyas “vidas y milagros” administrativos y de los otros –no precisamente pastorales– es preferible no hablar por razones de decencia…. La teóloga, como mujer y como seglar, acaba de provocar un escándalo de primera magnitud  en los ámbitos eclesiásticos, de mayores proporciones, si cabe,  que si hubiera negado el dogma de la Santísima Trinidad, por citar un ejemplo.

Y es que en la Iglesia, todavía y pese a las leves y discretas insinuaciones aún, pontificias, priman y destacan los hombres. Ellos son y están sobre todo, con relevante mención para las mujeres. La Iglesia es cosa de hombre. Como todo o casi todo en la vida, y más en la “religiosa”. Con inclusión de que ella –la mujer– fue instigadora del primer pecado que se cometiera en el Paraíso Terrenal,  heredado además con sus consecuencias nefastas por los habitantes del globo terráqueo, todo lo correspondiente al sexo femenino, con alguna que otra excepción “virginal”, dificulta o imposibilita el trato con Dios,  tal y como consta en los Códigos de Derecho Canónico,  con interpretaciones viriles  sin consistencia, sin sabiduría, sin Sagrada Escritura y sin Teología…

¡Otro escándalo para la Iglesia, según los comentarios de muchos, casi todos ellos, miembros de la jerarquía eclesiástica a la que le sobran esportones  y contenedores  de tan variados signos, más que dogmáticos,  ético-morales,  que son los que en mayor proporción  les afectan a los componentes del pueblo de Dios…¡ 

Del “escándalo”  que se dice producido por la teóloga, no es ella su progenitora.. Los “padres” de tan relevante escándalo,  y de otros consecuentes,  son hombres. Hombres-varones, de por sí machistas, que masculinizaron la institución eclesiástica hasta  despojarla de características y propiedades inherentes al ejercicio de la maternidad, convertidos ellos –los hombres-varones-, en sus artífices, continuadores “por la voluntad explícita de Dios”,  hasta con irrogación del atributo  de “infalibles”, cuestionado hoy  a la luz de estudios catequísticos de primer grado.

El escándalo –escándalo — “hecho o dicho contrario a la moral social, y que produce  indignación y habladurías maliciosas”-, ni es ni está en las declaraciones de Mercedes y de Anne. Está en la necesidad perentoria y urgente  de tener que hacer tales denuncias, cuyas consecuencias atentan contra  la dignidad de las personas y contra  la voluntad de Dios,  que creó  al hombre y a la mujer, en igualdad de derechos y de deberes. Negar, poner en duda, cuestionar o no favorecer  este plan creador equivaldría  a ofender al mismo  Dios   y a su obra.

A la Iglesia siempre y más hoy, –por su condición “franciscana” y “en salida”–, le hacen falta obispas, arzobispas, cardenalas y párrocas, además de sobrarles mitras y otros aparejos. Nos quedamos sin Iglesia, entre otras razones, por la infravaloración  que la mujer por mujer  ha padecido, y sigue padeciendo,  en el ordenamiento eclesiástico, reducido en gran parte a la burocracia, al “¡ordeno y mando¡” y al omnímodo ejercicio del clericalismo burdo y absurdo.  Para terminar con la Iglesia le sobran dentro de ella, fuerzas de signo y actuación prevalentemente machistas…

El hecho e interpretación “dogmática” de que, desde la Santísima Trinidad  hasta sus penúltimos representantes jerárquicos, han de ser, y serán, pertenecientes al género masculino, más que escandaloso, resulta incongruente, sin sentido , anti- natural y, por tanto, anti- religioso.

¡Por amor de Dios, una párroca para mi pueblo y para tantos otros más, cuyos responsables pastorales están   ahítos de cánones,  de misterios, de anatemas y de símbolos extra y para- litúrgicos, escasos de convivencia y de integración –encarnación-  en la comunidad que dicen ”pastorear”!

 Diócesis y parroquias demandan ya, e inaplazablemente, mujeres…

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VIOLENCIA MACHISTA E IGLESIA

Por Antonio Aradillas

Apenas si informadores, tertulianos y cronistas  disponen ya de palabras esdrújulas, y en superlativo despectivo, para narrar los hechos tan dramáticamente frecuentes relacionados con la violencia machista, que logra ya acaparar los puestos de deshonor  y de sangre  en los titulares de todos los medios de comunicación social, no sólo por su número, sino por las circunstancias singulares de algunos de ellos, con mención  estremecedora  para los hijos “testigos», su narración causa espanto, terror y consternación a la sociedad.

La violencia machista es lacra y señal denigrante también en el contexto  de la religión –religiones–, con inclusión de la Iglesia Católica, al enclaustrar en su ideario  doctrinal, y en su praxis canónica, destellos de discriminaciones y de marginación por razones de sexo. Para tantas religiones, insisto que con inclusión de la Iglesia Católica, todavía la mujer es “pecado”, digna de reprobación, mientras que, por ejemplo, al mismísimo Dios se le trajea de varón, sin escatimársele calidades y valores masculinos, aunque para ello  sea preciso “usque ad infinitum et ad absurdum”, forzar argumentos bíblicos.

Fieles receptores, y a  la vez, re-creadores de esta infame opinión, son algunas de las frases literalmente extractadas  de los Santos Padres y teólogos, que configuran nuestros catecismos, inspiraron la enseñanza religiosa y de alguna y eficaz manera influyeron en la educación también ciudadana  y civil, así como en las instituciones  que las siguen manteniendo.

Desgraciadamente no es  difícil efectuar tal recapitulación doctrinal, dada la abundancia y rotundidad de los ejemplos y de los testimonios. De su conglomerado y patrulla, destaco en esta ocasión, las siguientes: “No se creó el hombre para la mujer, sino la mujer para el hombre. La mujer debe escuchar la enseñanza quieta y con docilidad. A la mujer no le consiento enseñar ni imponerse a los hombres. Le corresponde estar quista, porque Dios formó primero a Adán  y luego a Eva” (san Pablo 1 Cor. 2). “Las mujeres están creadas  esencialmente  para satisfacer la lujuria de los hombres” (san Juan Crisóstomo). “El orden justo solo se da cuando el hombre manda y la mujer obedece”. “La mujer es un ser inferior  y no fue creada a imagen y semejanza de Dios” (san Agustín). “Si la mujer no se somete al hombre, que es su cabeza, se hace culpable del mismo pecado que un hombre, que no se someta a Cristo. Nada más impuro que una mujer en el periodo. Todo lo que toca lo convierte en impuro” (san Jerónimo). “Toda mujer debería sentir vergüenza con solo pensar que es mujer” (san Clemente Alexandrino).  “Las mujeres son débiles, fácilmente  seducibles y sin mucha inteligencia” (san Epifanio). “ Adán fue engañado por Eva, no Eva por Adán”. “La mujer debe velar su cabeza porque no es imagen de Dios” (san Ambrosio).

Durante la Edad Media, las casadas no podían comulgar con frecuencia porque no se las consideraba suficientemente limpias  y dignas de ello. La prostitución fue tolerada por santo Tomás de Aquino, en su “Suma Teológica, “como protectora de la monogamia y de la estabilidad de la familia”. “La mujer  vino a la existencia como ayuda del hombre; pero solo como ayuda para la generación. A ella ha de negársele la comunicación directa con Dios”. “En efecto, el hombre es el principio  y fin de toda la creación”. “La  mujer no puede recibir Órdenes Sagradas porque se encuentra en estado de sumisión”. “La mujer es inferior al hombre en dignidad y en virtud”.

Dado el relieve, creciente por demás que el Opus Dei –“obra de Dios, por antonomasia”– tiene, y seguirá teniendo y ejerciendo, dentro de la Iglesia, con influencias tan definitivas en empresas, doctrinas y enseñanzas “para” o “extra” eclesiásticas, me creo obligado a acentuar algunos de los pilares que en su “ideario religioso” mantiene como “palabra de Dios”, en relación con la mujer, y  que debieran haber sido desaconsejados , y aún reprobados, “por la autoridad competente”, identificada en este caso con la jerarquía.

“Ellas, las mujeres, no hace falta que sean sabias, basta con que sean discretas” (Camino, 946). “Eres curioso, preguntón, oliscón y ventanero. ¿no se da vergüenza ser tan poco masculino. Sé varón” (Camino, 50). La oración con que terminan sus reuniones, si estas son de hombres, está redactada de la siguiente manera: «¡Santa María, esperanza nuestra, ASIENTO DE LA SABIDURÍA , ruega por nosotros!”. Si la sección es de mujeres, su redacción es : “¡Santa María, esperanza nuestra , ESCLAVA DEL SEÑOR, ruega por nosotras¡”. Las numerarias duermen en camas sin colchón y sobre tablas. No así los numerarios. El servicio doméstico –llamado  de “administración”– está reservado a las mujeres. “No podrán hablar con nadie en su trabajo, ni deben conocer el nombre de los residentes”

Fue decisiva la intervención de Álvaro del Portillo  en la redacción de la “Ordinatio sacerdotales” de Juan Pablo II  en 1994,  en la que afirma que “la Iglesia carece de facultad para conferirle la ordenación sacerdotal a las mujeres” y de que “este dictamen debe ser definitivo para todos los fieles”, al igual que  en la aclaración del Santo Oficio  en 1995 advirtiendo que “la imposibilidad del sacerdocio femenino  ha sido propuesta infaliblemente por el magisterio ordinario  y universal y exige asentimiento incondicional”.

A nadie se le ocurrirá pensar que con la aportación de estas citas, sensaciones y datos pretenda culpar a la Iglesia  de las violencias machistas registradas a lo largo y ancho de la historia, y más de las que en la actualidad acontecen. Pero a todos los varones, y aún a no pocas mujeres, les habrán de servir de puntos de reflexión y de referencias para explicarse los porqués se llegó a tal situación, junto con las dificultades existentes para eliminarlas o mitigarlas lo antes posible.

Si la misma Iglesia considera a la mujer  inferior al hombre, con todas sus consecuencias, además de culpable de incontables desgracias de la humanidad, ¿qué mal hacen los hombres-varones  en maltratarlas con leyes y comportamientos, eliminándoles, por poner un ejemplo, la posibilidad de protagonizar y asumir idénticas responsabilidades a las del hombre por varón –“vir”–, aún dentro de la disciplina  –Código de Derecho Canónico– en la misma Iglesia, con inclusión del sacerdocio? Quede constancia de que la Iglesia Católica como institución, y sus sacerdotes y obispos, son y actúan así, todavía, por definición y convencimientos “dogmáticos” sinceramente  machistas.

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LA MUJER EN LA RADIO: UN HOY QUE TRANSITA CON FUERZA DESDE EL AYER

foto conferencia  ateneo

«Las mujeres han hecho posible con su dedicación y su esfuerzo esa realidad intangible que es la radio». Con esta frase resumió la presidenta de la Agrupación Ateneísta de estudios sobre las mujeres “Clara Campoamor”, María Teresa Arias Bautista, el papel de la mujer en la radio durante la presentación el pasado martes de cuatro mesas sobre este medio de comunicación que se celebrarán desde este mes de febrero hasta abril.

Tras señalar cómo el nacimiento de la radio entre el siglo XIX y el XX» aproximó, equiparó y hermanó, como nunca antes se había logrado, a los pueblos y las personas», Arias Bautista celebra que este nuevo escenario no dejara al margen a las mujeres.»Puede decirse que han estado presentes desde su inicio hasta el momento actual. Y no me estoy refiriendo a las que atendían sus dictados mientras realizaban las tareas que fueren al otro lado del aparato, sino a las que, junto a sus compañeros, trabajaban codo con codo para hacerlo viable», dijo.

Aunque la presidenta de la Agrupación Ateneísta de Estudios sobre las mujeres “Clara Campoamor” reconoció que el número de mujeres puede que haya sido menor que el de varones o que éstas tuvieran menos responsabilidad en la radio, señaló que ha sido un mundo en el que un gran número de mujeres han ocupado «los más diversos puestos de trabajo dejando en ellos su impronta: los más conocidos y los que no lo han sido tanto». 

El objetivo de estas conferencias es, por tanto, visualizar la labor y el compromiso de las mujeres, «a veces oculto no por no sabido sino por no pensado, por cotidiano»; analizar las facilidades o dificultades que hallaron en su camino, los techos con los que chocaron, los problemas que hubieron de sortear, o cómo se realizaban los programas específicos para mujeres.

La primera mesa redonda, celebrada el pasado miércoles, que versó sobre El nacimiento de la radio y la incorporación de las mujeres, estuvo presidida por María Teresa Arias y contó con la participación de Ernesto Pérez de Lama, Carmen Alonso, Elsa García Pastor, Marisol del Valle y Aurora de Andrés. Directoras y presentadoras es el título que llevará el segundo encuentro sobre la radio organizado por esta agrupación, que se celebrará el próximo 19 de febrero y en el que participarán Mª José Peláez, Araceli González Campa, Ángeles Bazán, Clara Francia.

Posteriormente, el 26 de marzo, Valentina Barriuso, Eloísa Mateos, Mª Luz Olier y Esther Pedraza hablarán sobre La otra cara de la radio: productoras, montadoras musicales y guionistas, mesa que presidirá también Arias. La cuarta y última mesa, que se celebrará el 2 de abril y que presidirá Aurora de Andrés tratará sobre Los programas para mujeres. La novela radiofónica. 

 

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ALAYA Y COLAU, ENTRE LAS CIEN MUJERES MÁS INFLUYENTES EN ESPAÑA

ALAYA

La juez Alaya.

La juez encargada de la investigación del ‘caso de los ERE’, Mercedes Alaya, y la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Ada Colau, se han colado en el ‘Top 100 Mujeres Líderes en España, un ranking que refleja en su tercera edición las principales preocupaciones de la sociedad española y la actualidad política. El reconocimiento al centenar de mujeres de entre 500 candidatas que forman la lista por su talento se celebró esta semana en Madrid.

La periodista y escritora Maruja Torres; la científica Mara Dierssen o la directiva de Google, Bárbara Navarro, tienen el honor de acompañar a Alaya y Colau en las categorías de Función Pública y Tercer Sector, respectivamente, de este ranking impulsado por Mujeres&Cía, cuya directora, Mercedes Wullich, celebra que la lista crezca cada año. «Me parece importante que entre las Top 100 de este año haya muchas caras nuevas y que más de treinta de las veteranas de este premio pasen a ser honorarias, dando  más espacio a nuevos perfiles de mujeres», afirma.

En esta última edición, hay 53 finalistas que son nuevas, es decir, que no estaban en las clasificaciones anteriores, además de que 37 de las elegidas en 2013 pasarán a ser Top 100 honorarias al haber sido seleccionadas durante tres años consecutivos de forma que dejen hueco a nuevos talentos. Es el caso de la presidenta del Grupo Día, Ana María Llopis; la empresaria Rosa Oriol, de TOUS; la alpinista Edurne Uriarte y la periodista Rosa María Calaf, por ejemplo; a las que se unirán las fallecidas Concha García Campoy, María de Villota y Rosalía Mera, a las que se ha querido rendir homenaje.

El 17 por ciento de las componentes de esta lista, formada por diez nombres de mujeres en sus diez categorías: investigación, alta dirección, cultura y deporte, directivas de algún departamento, empresarias destacadas, medios de comunicacion, expertas en sus campos, dirigentes de organizaciones sin ánimo de lucro y personalidades de la política, la función pública e institucional, es mayor de 65 años, mientras sólo un 2 por ciento está por debajo de la treintena, como es el caso de Mireia Belmonte y la directora ejecutiva de Entradas.com, María Fanjul.

La mayoría de las elegidas tiene entre 41 y 64 años, con un 21 por ciento de ellas entre los 31 y los 40 años. Madrid y Cataluña, con 38 y 19 por ciento, respectivamente, son las comunidades autónomas que cuentan con más mujeres Top 100, pero el ranking tiene también presencia internacional, con dos de sus mujeres que son venezolanas; una marroquí, una estadounidense, una argentina y una canadiense.

El jurado de Las Top 100 Mujeres Líderes en España está constituido por 50 personalidades de todos los ámbitos de la sociedad española. Es un jurado ecléctico que cambia cada año en un 50% su constitución para que no haya un efecto repetición en su voto.
Este año han participado Alberto Andreu, director de Asuntos Públicos de Telefónica; Isabel de Andrés, Fundación Germán Ruiperez; Sebastián Cebrián, director general de la Asociación de Directivos de la Comunicación; Carlos R. Alemany, consultor y fundador de Alemany&Partners  e Isabel Garro, managing director de la Red Española del Pacto Mundial, entre otros.

La consejera delegada de Bankinter, María Dolores Dancausa; la exdirectora general de ING España Carina Szpilka o la presidenta de Microsoft España, María Garaña, entre otras, están entre las mujeres poco mediáticas pero muy reconocidas en el ámbito empresarial. Por su parte, Irene Villa, elegida entre las diez caras más importantes en los medios de comunicación junto a la periodista Ana Pastor o Pepa Bueno, estuvo presente en el acto, que coincidió con el día que se conoció la sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot.

 

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EL PAPEL DE LA MUJER EN LA IGLESIA, EN MANOS DE FRANCISCO

mujeresiglesia

El papel que tienen en el seno de la Iglesia católica las mujeres, que son el 61 por ciento de los religiosos, podría dar un vuelco si el papa Francisco sigue la senda que se vislumbra en sus discursos, que siempre arranca con «hermanos y hermanas», o al llamar «discípulas» a las mujeres que rodeaban a Jesús y subrayar su rol «primario, fundamental». Entre esos cambios, podría estar su papel como directoras espirituales, como señala el jesuita exrector de la Universidad de Comillas, José María Díaz Moreno, para quien no es lógico que una mujer tenga que consultar sobre su crisis matrimonial con un hombre, al tener en ocasiones una vertiente íntima y sexual.

Este veterano doctor en Derecho Canónico considera que hay que fomentar el trabajo y el asesoramiento de las teólogas, además de que puedan presidir algún dicasterio, como por ejemplo, los consejos pontificios; ir a las congregaciones generales que se organizan antes del cónclave para opinar sobre el perfil del siguiente pontífice, o incluso participar en la propia elección papal, informa La Voz de Galicia.

Sin embargo, los cambios en la Iglesia no son conocidos por su rapidez y se trata de la organización más antigua de Occidente, donde hace un par de generaciones las mujeres tenían muchos derechos restringidos, por lo que, parece que queda lejos que la mujer pueda ser sacerdote. El problema económico puede ser uno de los obstáculos que frene esta posibilidad, ya que los sacerdotes reciben un sueldo de entre 800 y mil euros, pero las monjas no tienen salario asignado, tal y como explica el vicario de Enseñanza de Lugo, Mario Vázquez Carballo. «Una mujer sacerdote podría tener hijos, como un sacerdote casado, y eso supondría una carga para la Iglesia. Yo puedo aceptar la pobreza, pero ¿y mis hijos? Porque mi sueldo no me llegaría, sobre todo si tuviese muchos», pone como ejemplo para resaltar un aspecto que nunca se tiene en cuenta al hablar de las mujeres ordenadas.

No obstante, muchas mujeres desarrollaron actividades para la Iglesia como fundar organizaciones (congregaciones y conventos), viajar solas o llevar cuentas. Así, Vázquez Carballo apunta que hay cargos para los que no se necesita ser sacerdote y, por lo tanto, las mujeres podrían ocupar, además de destacar que muchas de ellas, en la práctica, hacen papeles de diáconos, que las convierten en diaconisas, lo que considera el «paso anterior al sacerdocio». «Menos confesar, pueden hacer casi de todo (repartir la eucaristía, aunque no consagrar). Este puesto también lo pueden desarrollar varones casados. Obviamente, también son madres generales, es decir, responsables máximas de una organización de religiosas», resume.

 

 

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LAS MUJERES PIDEN LA IGUALDAD EN LA IGLESIA

De los 34 miembros del club de Doctores de la Iglesia, 30 son hombres y sólo cuatro, mujeres: Teresa de Ávila, Catalina de Siena y Teresita de Lisieux, a las que se suma ahora la alemana Hildegarda de Bingen, nombrada recientemente junto a San Juan de Ávila doctora de este selecto y masculino club, por su mayoría de hombres. Esta exclusiva lista refleja la situación de la mujer en la institución.

Pero no es la única ni la más discriminatoria con la mujer. El cardenalato, el episcopado, el sacerdocio y todos los demás ministerios eclesiásticos son otros clubs en los que la mujer tiene prohibido el acceso, incluso, hay muchos obispos que vetan a las mujeres su acceso al altar como monaguillas, según publicó este lunes El Mundo.

A pesar de este freno a la promoción de la mujer en la institución y su poder en la toma de decisiones, la Iglesia católica es mayoritariamente femenina en sus cuadros; la componen un 61% de mujeres, organizadas en distintas órdenes religiosas, frente a un 39% de hombres, entre sacerdotes, obispos, religiosos y diáconos.

En el caso de España, 60.927 religiosos realizan su labor en la Iglesia en España, de los cuales 49.312 son mujeres y 11.615, hombres, y hay 113 congregaciones masculinas y 299 femeninas, según datos de la Conferencia Episcopal Española (CEE).

«Jesús no quiso algo especial para las mujeres. Quiso, para ellas, lo mismo que para los varones», asegura el biblista Xabier Pikaza, en su obra El evangelio de Marcos. La buena noticia de Jesús (Editorial Verbo Divino). Y, prosigue, que en el momento en que la institución se convierte en poder religioso y social, la Iglesia aceptó la estructuras del poder habituales hasta entonces, situación que los varones luego respaldaron con argumentos pseudoreligiosos.

«Hay un temor en la Conferencia Episcopal, como si cualquier mujer que defiende sus derechos estuviera reclamando la ordenación. Y no se trata de eso, sino de que el Evangelio empuja de abajo a arriba, porque habla de una comunidad circular en la que alguien tiene la presidencia, pero en la que todos somos hermanos y hermanas», explica la teóloga Dolores Aleixandre.

La teóloga María José Arana considera que «la ausencia de las mujeres empobrece enormemente a la Iglesia y pierde credibilidad». «Las mujeres en la Iglesia reclaman otro reconocimiento y otra confianza», añade la teóloga española Felisa Elizondo, para quien «hace falta rescatar la aportación de las mujeres a la experiencia cristiana, textos, afirmaciones… Eso es hacer justicia en la historia».

Pero como ha sucedido en la mayoría de las organizaciones e instituciones, las mujeres están trabajando para que termine esa discriminación. Es el caso de Dones en l’Esglesia, un grupo de unas 500 mujeres católicas que se sienten «absolutamente discriminadas». «Tenemos derecho a reclamar, y reclamamos, la paridad en la Iglesia», dicen en sus manifiestos.

Lo demandan porque –dicen– la mayoría de los religiosos son mujeres, además de que también son del sexo femenino las que atienden todos los servicios de las parroquias e incluso, «la mayor parte de las personas que asisten a los actos religiosos». De ahí que, como dice Dolors Figueras, una de las dirigentes del grupo, «si las mujeres hiciésemos huelga, las iglesias se quedarían casi vacías del todo».

«La Iglesia no respeta en su interior esos derechos humanos que tanto proclama para los demás. Ha llegado la hora de decir basta a este atropello. No admitimos que se nos siga discriminando por razón de género», explica Dolors Figueras, una de las dirigentes del grupo, al que pertenecen teólogas como Mari Pau Trayner, Mercedes Navarro o María Antonia Sabaté.

Un ejemplo a seguir son las monjas de Estados Unidos, que llevan años en el ojo del huracán de la Curia vaticana. Entre otras cosas, reclaman «una Iglesia que no discrimine a la mujer y que, por lo tanto, le permita el acceso al sacerdocio». No cuestionan dogmas, luchan por «una Iglesia sin poder ni privilegios».

«En la vida civil, la mujeres lucharon y, al fin, consiguieron sus derechos, hoy reconocidos. ¡Qué pena que en la Iglesia de Jesús todavía no se nos reconozcan! Nuestra discriminación hace tanto daño… Algún día, no muy lejano, los jerarcas de nuestra Iglesia tendrán que pedir perdón por ello», afirman.

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