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Tag Archive | "Ortega y Gasset"

LA LUCHA CONTRA LOS GIGANTES. DE CERVANTES A ORTEGA (II)

Por Julián Plana

¿Cómo pudo El Quijote provocar esta meditación primordial en el Ortega de 31 años? Evidentemente, porque don Alonso Quijano lo que hizo, cuando comenzó a caminar por el antiguo y conocido Campo de Montiel, fue precisamente esto, responsabilizarse de su circunstancia. La hizo suya, hizo cosa suya lo que pudiera suceder en su Umwelt. Y pasó a llamarse Don Quijote de la Mancha.

Salió. A salvar lo que hubiera que salvar, a enderezar tuertos

Era su misión de caballero. Porque “nobleza”, no sé; pero hidalguía obliga.

Y así enseñó al joven José Ortega aquello que es nuestra misión. Y don José no dejó de insistir en ello durante toda su obra, durante toda su vida. Repite una y otra vez, hasta que nos deja en 1955, Yo soy yo y…

Los gigantes que Ortega veía cada vez más cerca

Por cierto, Ortega se confesaba “muy poco moderno y muy siglo XX”; es decir, muy poco “progresista” de rótulo, nada romántico, es decir, nada cuentero, nunca demasiado humano; sino, por fin de nuevo, clásico.  Pero, el siglo XX al final resultó ser una prolongación en peor del XIX (en el que quizá aún estamos, a pesar de haber cambiado incluso de milenio).

Sí, Recordad que los nuevos gigantes empezaban a extender sus brazos, unos con la mano abierta y otros empuñada. Se llamaban Benito Mussolini, Josef Stalin… Luego, Adolf Hitler, y habían de aparecer multitud de quislings e imitadores, en un número rápidamente creciente de países.

De modo que reseñemos ahora otro de los libros de don José. El hispanista Thomas Mermall asegura que es el libro, de los escritos en lengua castellana, más traducido y vendido en todo el mundo después de… ¡El Quijote!.  Se titula La Rebelión de las Masas y se publica inicialmente como serial en el diario El Sol, del que él es colaborador desde el principio, casi cofundador con Nicolás María de Urgoiti. En 1926. A finales de 1930 como libro.

El título “La rebelión de las masas” no fue generalmente entendido; no hace mucho un importante escritor confesaba que suponía que se trataba de la rebelión de los asalariados respecto a los patronos explotadores, los mandatarios socialmente injustos, etc.; es decir, la rebelión de los ciudadanos frente al tirano. Es precisamente lo contrario. Ortega se refiere a la rebelión de las masas en contra de sus propios componentes como individuos racionales; y a favor o en busca de tiranos, de sus gigantes.  Como los personajes de Pirandello en busca de su autor.

La aglomeración, la agregación

Voy a hablarles de un caso exactamente real: cuatro jóvenes van en el coche del padre de uno de ellos por las calles de una ciudad, cuyo alcantarillado es conocido por su poca eficacia, después de un fuerte chubasco.  Circulando a una velocidad inadecuada para una calzada encharcada, salpican a un matrimonio de avanzada edad que camina por la acera. El hombre les insulta. Detienen el auto, bajan y se dirigen hacia él. Le pegan. El hombre cae al suelo, le siguen pegando, incluso con el paraguas arrancado de las manos de su espantada esposa, que resulta roto. El anciano muere poco después en el hospital de un ataque cardiaco. El padre de uno de ellos insiste, con lágrimas en los ojos, “mi hijo es incapaz de una cosa así, son las malas compañías”. Ninguno, de aquellos cuatro muchachos, habría sido capaz, en función individuo, de aquella cobardía; sí, los cuatro agregados. Es el efecto gang, tan sumamente peligroso, como puede verse. En ningún momento del sistema educativo se les previno contra él. Es más: a nadie parece interesarle la prevención del efecto gang (del que proviene gangster, pandillero).

Cualquier masa siempre es una “mala compañía”, ¡de la que se forma parte.

Efectivamente, determinada hiperactividad de las neuronas Cubelli, o neuronas-espejo, nos lleva a arrimarnos y llegar a ser inseparables de un grupo humano; de un equipo de fútbol –soy del Barça; o del Madrid-, o de un partido político –soy… tal cosa; es decir, no soy realmente yono soy de mí mismo. Y llegamos a considerar a los adversarios como enemigos.

Don Quijote detesta las masas complacientes.
Sabe que detrás de ellas hay un insufrible gigante. Así, en este episodio le da nombre al líder del rebaño; se tratará, sin duda, de Alefanfarón de la Trapobana.
Y arremete contra la pobre masa que es, siempre, la que paga las consecuencias de su sumisión al líder.

En este bajorrelieve de Pepe Noja, del monumento a Cervantes de Alcalá de Henares, se vive la escena, casi una previsión de los bombardeos devastadores de las ciudades alemanas en la IIGM.

En este bajorrelieve de Pepe Noja, del monumento a Cervantes de Alcalá de Henares, se vive la escena, casi una previsión de los bombardeos devastadores de las ciudades alemanas en la IIGM.

“No sabemos lo que nos pasa, y esto es precisamente lo que nos pasa, no saber lo que nos pasa”, publica Ortega en Esquema de las crisis, que luego formó parte de su curso En torno a Galileo, de 1933. Hay peligros de la circulación social que deben ser masticados incluso en las escuelas, y luego en los institutos, etc., como ahora se hace con los de la circulación rodada. Se trata de aprender lo que puede pasarnos, en ocasiones. Esta enseñanza debe servir, como todas, para toda nuestra vida.

Los gigantes del siglo XX

Años antes, Lenin ha dado su golpe de estado contra la república democrática presidida por el Sr. Kerenski. Es sustituido en 1924 por Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, apodado Stalin (acero).

En Italia, un tal Mussolini también apunta maneras. Había dicho en 1922 en el parlamento italiano (imagínenselo con los brazos en jarras, con los puños apoyados en la cintura): “Podría hacer de esta aula sorda y gris un campamento de soldados: podría destruir con hierros el Parlamento y constituir un gobierno exclusivamente de fascistas. Podría; pero no lo he querido, al menos en este primer momento”.

La marcia su Roma había sido una demostración de respaldo por sus hombres-masa, pero la forma en que se convierte en jefe de gobierno está perfectamente de acuerdo con el Statuto Albertino (la constitución italiana de entonces).

En Alemania, no es hasta 1932 que el Partido Nacional-Socialista Alemán de los Trabajadores obtiene el 37,3% y el 33% de los votos, respectivamente, en las elecciones extraordinarias de julio y noviembre (es decir, menos en las segundas que en las anteriores). Pero la inestabilidad política y la imposibilidad de crear otro gobierno firme hacen que el Presidente de la República nombre por sí mismo al Präsidialkanzler, el canciller presidente, el jefe del gobierno; algo que era tarea del parlamento: el 30 de enero de 1933 el anciano mariscal Paul von Hindenburg nombra jefe de gobierno a Adolf Hitler.

Nuestro Don José advertía del peligro de las masas, que se convertían en los partidos de masas; que acabarían convirtiéndose a su vez en casi un oxímoron —dos conceptos de significado opuesto en una sola expresión, generando un tercer concepto—, el de “partidos únicos”, destrozando el sentido mismo de la democracia.

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LA LUCHA CONTRA LOS GIGANTES. DE CERVANTES A ORTEGA

Por Julián Plana

Desde muy joven, desde su primera obra impresa, José Ortega y Gasset une su suerte a la de Miguel de Cervantes y el Quijote.

El título del primer libro de nuestro pensador, publicado en 1914, es Meditaciones del Quijote.

Precisamente en las páginas de este primer libro, al aliento de don Miguel y de don Quijote, Ortega anuncia su lema característico, su particular divisa de caballero, en el que iba a ser su también desigual combate contra los espantosos gigantes del siglo XX.

La divisa de don José

Sabemos que, sobre todo en los países hispanoparlantes, es raro encontrar a alguien de un nivel cultural apreciable que desconozca que Ortega escribió aquello de Yo soy yo y mi circunstancia.

Y punto, como dicen los arbitrarios.

¿Verdad?

Pues no, señor. Y coma.

Porque la frase completa incluye, tras sólo una humilde coma: y si no la salvo a ella no me salvo yo.

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De hecho, la primera parte de la frase es el Ich bin ich und meine Umweltde su colega y amigo Edmund Husserl (Ideen I, 1913, el año anterior…). Ortega no lo anota, de acuerdo con su hábito de no abrumar al lector con aparato referencial, porque es que él se consideraba un publicista de la filosofía in partibus infidelium; un misionero. Y decía haber nacido sobre una rotativa (de padre periodista, y madre perteneciente a una familia de editores de periódicos). Creía, pues, que debía ser, sobre todo, legible.

Años más tarde, el primer hijo de nuestro pensador, Miguel Germán, fue amablemente hospedado permanentemente en casa de los Husserl mientras estudiaba en Alemania.

¿Qué es la circunstancia? El conjunto de lo que está en torno a alguien; el mundo en cuanto mundo de alguien, según la Academia. Sí, claro, el Umwelt. Que hoy se traduce frecuentemente por entorno o medio ambiente.

No es sorprendente el apego de los ecologistas, especialmente en EEUU, a la frase entera y comprometida de Ortega:

Yo soy yo y mi circunstancia, y sólo si la salvo a ella me salvo yo.

Que es la principal, sin duda, de sus Meditaciones del Quijote.

¡Del Quijote! ¿Por qué tampoco puede sorprendernos?

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Esa perezosa prudencia popular

Por cierto, uno se pregunta por qué suele citarse nada más que la primera parte de esta frase capital.

Bueno, pues comparemos ambas, la completa y la probablemente censurada por la poderosísima prudencia popular (que es “prudencia” con tintes de pereza y culpabilidad); la sagesse des nations, que es como llama Sartre cínicamente a la frecuentemente indigna norma de cultura weberiana, que los comentaristas y continuadores de Weber (así, Parsons o Schutz) prefieren llamar patrones sociales o patrones típicos, usos. Usos populares que son demasiadas veces entre prudentes, si no cobardes, y perezosos.

Al llevar a cabo pruebas de interpretación en nuestro seminario universitario de Creatividad Social, resultó que, comparándolas, la completa (tal como está, destacada, más arriba) y la “censurada” (dejando únicamente Yo soy yo y mi circunstancia), sus significados parecían ser totalmente contrarios entre sí.

La frase completa es, claramente, responsabilizadora del yo, en tanto que la acortada es precisamente irresponsabilizadora (“yo soy yo, un tipo estupendo, pero claro también está mi circunstancia que, si no, yo sería capaz de tantas cosas”) …

Y casi absolutamente, en ambos casos.

Y esto ocurre también con las versiones populares de otras frases y episodios históricos. Por ejemplo, ¿sólo habló Churchill, en su famosa y dramática alocución del 13 de mayo de 1940, de sangre, sudor y lágrimas?  No. Lo que dijo fue: I have nothing to offer but blood, toil, tears, and sweat, no tengo nada que ofrecer excepto sangre, trabajo duro, lágrimas y sudor.

Efectivamente, poco después empezaba la trascendental Batalla de Inglaterra (que se libró entre julio y octubre de 1940).

Pero, ¿qué se ha hecho del “trabajo duro” como exigencia para la victoria?  Deserve Victory!, ¡merece, tú también, la victoria!, advirtió a cada uno de sus compatriotas, desde un cartel y durante el resto de la guerra.

¿Fue una manzana lo que despertó a Newton de su presunto letargo intelectual, o es una historieta para alumnos de aritmética primaria (los que todavía creen en las soluciones a los problemas y no en las arduas superaciones)? De este modo, pueden adquirir la falsa, pero grata, impresión de que si algo así de sencillo les ocurre en algún momento de su vida ellos también se harán famosos. De lo que habló Sir Isaac Newton en 1671 en la Royal Society, al ser aceptado como fellow, fue de haber estado pensando continuamente en ello. Nunca, en vida de Newton, se habló de la manzanita, lo que fue puesto en circulación por uno de sus biógrafos, sin duda con aficiones cuenteras, sensiblemente después de su muerte en 1727.

¿Es eureka una expresión chocante de un extravagante Arquímedes viendo que al bañarse subía, hasta rebosar, el nivel del agua de su bañera, o el perfecto de euriskein, encontrar: lo he encontrado? ¡Lo buscaba!

¿Somos todos un tanto cuentistas, románticos, y algunos, lo que aún es peor en los tiempos que corren, holgazanes?

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