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Tag Archive | "Papa Francisco"

UNA PÁRROCA PARA MI PUEBLO

Anne Soupe, teóloga y «candidata» a sustituir al cardenal de Lyon.

Por Antonio Aradillas

Gracias sean dadas a Dios y a la intercesión  de dos “santas” mujeres, la Iglesia se hizo recientemente “buena noticia”, es decir “evangelio”,  ante el mundo, nada menos que en los ámbitos propios y específicos de los “Derechos Humanos” y su reivindicación “para la mitad de la humanidad, más uno”,  constituida por el sexo femenino.

Los hechos y sus protagonistas fueron y son así de simples y de sencillos:

Una religiosa, de nombre Mercedes, para mayor identificación con 96 años cumplidos, le sugirió públicamente al papa Francisco que termine de una santa vez, en los actos litúrgico, con las mitras y su ritual episcopal correspondiente, por ser ellas otros tantos e inequívocos signos de poderío señorial impropios de una institución  constituida por Jesús al servicio de los pobres, como es la Iglesia. Al igual que tantos y tantas miembros de la Iglesia, Mercedes jamás llegó a imaginarse a Jesús tocado con sombreros tan raros  —“de quita y pon”–,  y cuya puesta y deposición turban y conturban a los asistentes a los actos litúrgicos, robándoles piedad y discernimiento religioso.

La mujer protagonista del otro episodio es francesa, teóloga de oficio y de vocación, se llama Anne, quien también en público “ha presentado su candidatura” a substituir al frente de la diócesis de Lyon, al cardenal Fhilippe Barbarín, sucesor a la vez de unos cuantos –cuatro– obispos, de cuyas “vidas y milagros” administrativos y de los otros –no precisamente pastorales– es preferible no hablar por razones de decencia…. La teóloga, como mujer y como seglar, acaba de provocar un escándalo de primera magnitud  en los ámbitos eclesiásticos, de mayores proporciones, si cabe,  que si hubiera negado el dogma de la Santísima Trinidad, por citar un ejemplo.

Y es que en la Iglesia, todavía y pese a las leves y discretas insinuaciones aún, pontificias, priman y destacan los hombres. Ellos son y están sobre todo, con relevante mención para las mujeres. La Iglesia es cosa de hombre. Como todo o casi todo en la vida, y más en la “religiosa”. Con inclusión de que ella –la mujer– fue instigadora del primer pecado que se cometiera en el Paraíso Terrenal,  heredado además con sus consecuencias nefastas por los habitantes del globo terráqueo, todo lo correspondiente al sexo femenino, con alguna que otra excepción “virginal”, dificulta o imposibilita el trato con Dios,  tal y como consta en los Códigos de Derecho Canónico,  con interpretaciones viriles  sin consistencia, sin sabiduría, sin Sagrada Escritura y sin Teología…

¡Otro escándalo para la Iglesia, según los comentarios de muchos, casi todos ellos, miembros de la jerarquía eclesiástica a la que le sobran esportones  y contenedores  de tan variados signos, más que dogmáticos,  ético-morales,  que son los que en mayor proporción  les afectan a los componentes del pueblo de Dios…¡ 

Del “escándalo”  que se dice producido por la teóloga, no es ella su progenitora.. Los “padres” de tan relevante escándalo,  y de otros consecuentes,  son hombres. Hombres-varones, de por sí machistas, que masculinizaron la institución eclesiástica hasta  despojarla de características y propiedades inherentes al ejercicio de la maternidad, convertidos ellos –los hombres-varones-, en sus artífices, continuadores “por la voluntad explícita de Dios”,  hasta con irrogación del atributo  de “infalibles”, cuestionado hoy  a la luz de estudios catequísticos de primer grado.

El escándalo –escándalo — “hecho o dicho contrario a la moral social, y que produce  indignación y habladurías maliciosas”-, ni es ni está en las declaraciones de Mercedes y de Anne. Está en la necesidad perentoria y urgente  de tener que hacer tales denuncias, cuyas consecuencias atentan contra  la dignidad de las personas y contra  la voluntad de Dios,  que creó  al hombre y a la mujer, en igualdad de derechos y de deberes. Negar, poner en duda, cuestionar o no favorecer  este plan creador equivaldría  a ofender al mismo  Dios   y a su obra.

A la Iglesia siempre y más hoy, –por su condición “franciscana” y “en salida”–, le hacen falta obispas, arzobispas, cardenalas y párrocas, además de sobrarles mitras y otros aparejos. Nos quedamos sin Iglesia, entre otras razones, por la infravaloración  que la mujer por mujer  ha padecido, y sigue padeciendo,  en el ordenamiento eclesiástico, reducido en gran parte a la burocracia, al “¡ordeno y mando¡” y al omnímodo ejercicio del clericalismo burdo y absurdo.  Para terminar con la Iglesia le sobran dentro de ella, fuerzas de signo y actuación prevalentemente machistas…

El hecho e interpretación “dogmática” de que, desde la Santísima Trinidad  hasta sus penúltimos representantes jerárquicos, han de ser, y serán, pertenecientes al género masculino, más que escandaloso, resulta incongruente, sin sentido , anti- natural y, por tanto, anti- religioso.

¡Por amor de Dios, una párroca para mi pueblo y para tantos otros más, cuyos responsables pastorales están   ahítos de cánones,  de misterios, de anatemas y de símbolos extra y para- litúrgicos, escasos de convivencia y de integración –encarnación-  en la comunidad que dicen ”pastorear”!

 Diócesis y parroquias demandan ya, e inaplazablemente, mujeres…

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‘FRANCISCO, EL PAPA REFORMADOR’

Libro padre Aradillas

Libro: ‘Francisco, el papa reformador’

Autor: Antonio Aradillas

Editorial: Pigmalión Edypro

Por María José López de Arenosa

Francisco, el papa reformador’ es el último título de la amplia bibliografía de Antonio Aradillas (Segura de León, 1928). A lo largo de más de 80 capítulos, este sacerdote y periodista expone, de forma muy clara y concisa, sus reflexiones sobre los numerosos retos que tiene por delante el papa Francisco para hacer de la Iglesia católica una comunidad más fiel a sus orígenes, más inclusiva, más ecuménica y cercana, así como algunas de las batallas que ya está librando.

No se deja el padre Aradillas ningún tema en el tintero a la hora de abordar los problemas de la Iglesia en la que, como en toda comunidad, tienen su espacio todas las flaquezas que distinguen al género humano y a las que, en este caso particular, hay que sumar doctrinas, hábitos y tradiciones incorporados a lo largo de dos mil años.

La escasa presencia juvenil en las misas, el papel de la mujer, la comunión de los divorciados, los tribunales eclesiásticos, el celibato sacerdotal, la infalibilidad del papa, el ecumenismo y acercamiento a otras religiones y, sobre todo, el amor y la misericordia como motor de la Iglesia y eje de lo que debe ser un buen cristiano, son algunas de las cuentas de este largo rosario de retos que expone el padre Aradillas, algunas de las cuales ya está desgranando el papa Francisco a través de sus reformas.

Formación

Tras su ingreso en el Seminario diocesano de Badajoz, Antonio Aradillas estudió en las universidades pontificias de Salamanca y de Comillas en Madrid, obteniendo la licenciatura en Teología y después el doctorado. Más tarde estudió en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, obteniendo el título correspondiente. Sus primeros pasos pastorales se iniciaron en Badajoz, compaginándolos con su labor periodística en el periódico ‘Hoy’ y con su labor social en temas como la promoción de vivienda para los más desfavorecidos. El periódico ‘Arriba’, ‘Pueblo’, la Cadena SER, Radio Nacional, ‘El Imparcial’, la revista ‘Defensa del Consumidor’… son sólo algunos de los medios que han contado con su pluma y su voz. Es, además, autor de más de ochenta libros de variada temática.

Defensa de la mujer

Como adelantado al tiempo que le tocó vivir, podría decirse de él que ha sido feminista cuando prácticamente nadie en España ―empezando por las propias mujeres― alzó su voz para denunciar la discriminación femenina. Ya a principios de los años sesenta, siendo Consiliario Nacional de las Mujeres de Acción Católica, defendía la importancia de la formación académica de la mujer como algo indispensable para su plena participación en la vida política y su desarrollo profesional y personal más allá del ámbito familiar. Ha sido un precursor en la defensa de los derechos de las mujeres clamando contra los malos tratos –no sólo físicos– dentro del matrimonio.

Tirando de hemeroteca encontré declaraciones de aquel cura joven que hoy día no llamarían la atención, pero que en su momento resultaban revolucionarias: «no se cumple la ley: a trabajo y a rendimiento igual, igual salario para hombres y mujeres. Se buscan oportunidades de discriminación para acrecentar el sueldo o los emolumentos totales del hombre y no los de la mujer.»  Denunció también la falta de preparación de la mujer para intervenir en política y las puertas que se le cerraban para su participación en ella.  «Los horarios laborales actuales dificultan la vida familiar,» sentenció en una entrevista publicada en el periódico Hoy de Badajoz, en 1964,  en relación al trabajo fuera del hogar de la mujer casada.  No se mordía tampoco la lengua para reivindicar una participación más activa de la mujer en la Iglesia o exponer cuál debería ser su papel tras el Concilio Vaticano II.  «Falta –decía entonces– una pastoral que valore su justa dimensión de la mujer por mujer [ …]. Excesiva tutela por parte de los hombres en las obras apostólicas, concediéndose un trato que estimamos es muy proteccionista e inutilizador. Echamos de menos la falta de una mujer en no pocos organismos de dirección de la misma Acción Católica.»

En el plano religioso, el padre Aradillas ha reclamado siempre una Iglesia más fiel al Evangelio y a las enseñanzas de Jesús y menos preocupada por el rito y por su poder social y político, –como la que ahora predica el papa Francisco– lo que le ha supuesto no pocos encontronazos con la jerarquía.

Reformar para evangelizar

Esta larga introducción ilustra su espíritu inconformista y valiente y su lucidez intelectual. Volviendo al tema que nos ocupa, en su libro, ‘Francisco, el papa reformador’, Antonio Aradillas plantea la necesidad perentoria de reformar la Iglesia para asegurar la continuidad de su labor pastoral y evangelizadora poniendo el dedo en la llaga sobre los pecados que la atenazan.

La religiosidad –sostiene–  no debe identificarse con el culto ni con la liturgia ni, mucho menos, con el episcopado y el colegio cardenalicio. Tampoco con las procesiones y las representaciones más o menos folclóricas presididas por autoridades; sino con el amor, la misericordia y la humildad que debe regir la vida de todos los fieles. «A nuestras misas ―dice en su libro― les sobran liturgias, adoraciones, veneraciones, apoteosis e idolatrías, ocultismos, jerarquismo y representaciones de las fuerzas vivas de la localidad o localidades. A nuestras misas les falta el pueblo, en creciente y lamentable proporción. Les faltan el pan y el vino. Y la alegría».

Pese a que visualiza un esperanzador rayo de luz en las reformas del “bendito papa Francisco”, como lo llama, el panorama que presenta en su libro ‘Francisco, el papa reformador’, es doloroso y poco halagüeño para la jerarquía católica. He echado en falta el contrapeso de las virtudes de la Iglesia reflejadas en la labor social y pastoral que, tanto las órdenes religiosas como los seglares, llevan a cabo en todo el mundo; pero eso sería tema para otro libro, puesto que este va de las reformas que hay que hacer y de las heridas que hay que curar.

La Iglesia ha de ser universal y un espacio en el que todos los católicos nos sintamos acogidos, incluyendo –¡faltaría más!– las voces discrepantes que, como la de Aradillas, pueden resultar incómodas, pero son necesarias. Todos los bautizados somos parte de ella. Y como cristianos, –católicos, ortodoxos, coptos, protestantes…― hemos de poner en práctica el mandamiento más importante de Jesús: «Amaos los unos a los otros, como yo os he amado.»  Algo que se nos olvida casi siempre pero, como nos dice San Pablo en su primera carta a los corintios: «Si no tengo amor, no soy nada».

Se puede estar o no de acuerdo con su visión de lo que debe ser la Iglesia, pero nadie podrá acusar a Antonio Aradillas de ser un oportunista que se posiciona de cara a los cambios sociales o a los nuevos vientos “franciscanos” que soplan en la institución más antigua del mundo. Por el contrario, más de cinco décadas avalan su trayectoria alzando su voz alta y clara para denunciar lo que le parece conveniente.

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INTERNET ECHA HUMO CON LA ELECCIÓN DEL NUEVO PAPA

habemuspapam

La elección de Jorge Mario Bergoglio como nuevo Papa revolucionó Internet y las redes sociales, siendo ‘trending topic’ el día en que la fumata blanca anunció la llegada de un nuevo Pontífice. Así, seis de los diez ‘trending topic’ del pasado 13 de marzo, sobre las nueve de la noche, eran copados por la designación del Papa Francisco por el colegio cardenalicio: #HabemusPapam, #PrimerasPalabrasDelPapa, #FranciscoI, #Bergoglio, Iglesia, Argentina, según publicó PRNoticias.

El Papa número 266 ya cuenta con un perfil falso en Twitter, que tras su elección ya tenía 87.098 seguidores en su perfil @JMBergoglio, 335 tweets y seguía a 1.599 personas. Todavía se desconoce si el nuevo Pontífice se hará cargo de la cuenta oficial del Papa @Pontifex, pero 
en Estados Unidos, la aplicación The Pope App es número 1 en la Apple Store, con más de 25.000 descargas.

También la prensa tradicional dedicó sus titulares digitales e impresos a Francisco. «La elección del jesuita argentino Bergoglio augura un giro en la Iglesia» fue el que usó El País para dar la noticia, «La contrafigura perfecta de Ratzinger'» fue el titular de El Mundo y «Palabra del Papa: de la crisis a la fe» el que escogió ABC.

En el caso de la televisión, La 1 realizó un especial informativo de dos horas, que tuvo una cuota de pantalla de dos millones de espectadores y un 13,7% de audiencia, mientras los de Telecinco y Antena 3 duraron un máximo de media hora y fueron vistos por 1.644.000 espectadores (11,8% de share) y 1.643.000 espectadores y (11,2% de share), respectivamente.

Como cabía esperar, la Cadena de la Conferencia Episcopal COPE fue la que mayor cobertura dio al acontecimiento, desplazando un amplio equipo y emitiendo en directo en muchos momentos.Onda Cero y la cadena Ser hicieron una cobertura menor aunque sí informaron extendidamente en sus informativos.

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