De los 34 miembros del club de Doctores de la Iglesia, 30 son hombres y sólo cuatro, mujeres: Teresa de Ávila, Catalina de Siena y Teresita de Lisieux, a las que se suma ahora la alemana Hildegarda de Bingen, nombrada recientemente junto a San Juan de Ávila doctora de este selecto y masculino club, por su mayoría de hombres. Esta exclusiva lista refleja la situación de la mujer en la institución.
Pero no es la única ni la más discriminatoria con la mujer. El cardenalato, el episcopado, el sacerdocio y todos los demás ministerios eclesiásticos son otros clubs en los que la mujer tiene prohibido el acceso, incluso, hay muchos obispos que vetan a las mujeres su acceso al altar como monaguillas, según publicó este lunes El Mundo.
A pesar de este freno a la promoción de la mujer en la institución y su poder en la toma de decisiones, la Iglesia católica es mayoritariamente femenina en sus cuadros; la componen un 61% de mujeres, organizadas en distintas órdenes religiosas, frente a un 39% de hombres, entre sacerdotes, obispos, religiosos y diáconos.
En el caso de España, 60.927 religiosos realizan su labor en la Iglesia en España, de los cuales 49.312 son mujeres y 11.615, hombres, y hay 113 congregaciones masculinas y 299 femeninas, según datos de la Conferencia Episcopal Española (CEE).
«Jesús no quiso algo especial para las mujeres. Quiso, para ellas, lo mismo que para los varones», asegura el biblista Xabier Pikaza, en su obra El evangelio de Marcos. La buena noticia de Jesús (Editorial Verbo Divino). Y, prosigue, que en el momento en que la institución se convierte en poder religioso y social, la Iglesia aceptó la estructuras del poder habituales hasta entonces, situación que los varones luego respaldaron con argumentos pseudoreligiosos.
«Hay un temor en la Conferencia Episcopal, como si cualquier mujer que defiende sus derechos estuviera reclamando la ordenación. Y no se trata de eso, sino de que el Evangelio empuja de abajo a arriba, porque habla de una comunidad circular en la que alguien tiene la presidencia, pero en la que todos somos hermanos y hermanas», explica la teóloga Dolores Aleixandre.
La teóloga María José Arana considera que «la ausencia de las mujeres empobrece enormemente a la Iglesia y pierde credibilidad». «Las mujeres en la Iglesia reclaman otro reconocimiento y otra confianza», añade la teóloga española Felisa Elizondo, para quien «hace falta rescatar la aportación de las mujeres a la experiencia cristiana, textos, afirmaciones… Eso es hacer justicia en la historia».
Pero como ha sucedido en la mayoría de las organizaciones e instituciones, las mujeres están trabajando para que termine esa discriminación. Es el caso de Dones en l’Esglesia, un grupo de unas 500 mujeres católicas que se sienten «absolutamente discriminadas». «Tenemos derecho a reclamar, y reclamamos, la paridad en la Iglesia», dicen en sus manifiestos.
Lo demandan porque –dicen– la mayoría de los religiosos son mujeres, además de que también son del sexo femenino las que atienden todos los servicios de las parroquias e incluso, «la mayor parte de las personas que asisten a los actos religiosos». De ahí que, como dice Dolors Figueras, una de las dirigentes del grupo, «si las mujeres hiciésemos huelga, las iglesias se quedarían casi vacías del todo».
«La Iglesia no respeta en su interior esos derechos humanos que tanto proclama para los demás. Ha llegado la hora de decir basta a este atropello. No admitimos que se nos siga discriminando por razón de género», explica Dolors Figueras, una de las dirigentes del grupo, al que pertenecen teólogas como Mari Pau Trayner, Mercedes Navarro o María Antonia Sabaté.
Un ejemplo a seguir son las monjas de Estados Unidos, que llevan años en el ojo del huracán de la Curia vaticana. Entre otras cosas, reclaman «una Iglesia que no discrimine a la mujer y que, por lo tanto, le permita el acceso al sacerdocio». No cuestionan dogmas, luchan por «una Iglesia sin poder ni privilegios».
«En la vida civil, la mujeres lucharon y, al fin, consiguieron sus derechos, hoy reconocidos. ¡Qué pena que en la Iglesia de Jesús todavía no se nos reconozcan! Nuestra discriminación hace tanto daño… Algún día, no muy lejano, los jerarcas de nuestra Iglesia tendrán que pedir perdón por ello», afirman.