Poesía de José Luis Martín
Dice la canción y habla,
de este mundo mío y vuestro,
como su fuera una joya enjaulada,
y yo lo regalo entero,
que lo reconozco, para nada,
pues no estando de acuerdo con él,
la meta que raudo y triste se alcanza,
traigo solemne hasta aquí,
el desolador título que nos recuerda,
tras el desconocido recodo de la esquina macabra,
el invariable final que nos aguarda.
Reniego de la velocidad,
aquella que tramposa conduce,
para emponzoñar el alma,
acumulando falsos valores,
hasta romper el camino,
saturado de angustias,
exento de risas, rebosante de lágrimas.
Es tiempo este de cambiar,
seguir la recóndita senda de la vida,
aquella que desprecia el orgullo,
la que ensalza al prójimo y de él no se ríe,
como si otra cosa mejor no supiera,
más que hacer sangre, explotar las venas,
disparar al aire,
injurias malignas,
y sufrir impávido las penas.
El hombre lleva dentro la guerra,
los negros cañones de una escopeta muerta,
y es por ello que tranquilo respira,
como si en su mano tuviera,
la eternidad de este mundo,
escondida en su misma ceguera.
Nace el ser que somos,
con la sonrisa temprana puesta,
con el gesto lúdico de sus manos,
aquel con la que ordenará a la orquesta,
cuando aprenda la destemplanza,
y olvide la felicidad regalada,
pues mal ayunta con la salida,
cuando en humana fiera se convirtiera,
esperando ansioso la alborada,
en la selva feroz de la vida.
Hicimos un mundo cruel,
engañados por las dádivas,
confundidos e ignaros,
para hacernos arrogantes nuestra estatua,
como si con ella lográramos,
eternizarnos en tan patética morada.
Somos frágiles,
cristal para agua,
somos débiles,
como la sombra que nos acompaña,
y en todo momento usamos,
de nuestras artes macabras,
cinceles para esculpir,
pinceles que se convierten en dagas.
Alumbra el fin tras la montaña,
aquella que nos impide ver el paraíso.
el milagro de la esperanza prometida,
donde radica el futuro cierto,
el lugar incierto donde se halla,
es por ello que mejor es,
cambiar el destino al alba,
y ser felices en él,
hasta el critico momento de partir,
al lugar donde nos aguardan.
Poesía elegida por José Luis Martín.